Simplemente su voluntad

Autor: Rafael Ángel Marañón

 

 

Y este Moisés, era un varón muy manso.

(Números 12:3)

 

Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;

    el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.

     Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo.

     Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios.

     Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

     pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.

(Hebreos 3:1 y ss)

 

 

Siempre se ha creído por la gran mayoría de los cristianos que la doctrina de Jesús y los mandatos evangélicos, era algo imposible de cumplir y es de darles la razón en parte.

Efectivamente. No hay hombre que no peque (1º Reyes 8:46) y desde luego nadie puede decir que puede tirar la primera piedra. Jesús no vino a esta tierra porque habíamos cometido unas “faltas” (es mejor que decir pecado ¿no es cierto?) sino que, según palabras evangélicas: El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29)

Esa es la gran tragedia de la humanidad de todos los tiempos y lugares; el pecado. Y a eso exactamente vino el Verbo de Dios a este mundo. El pecado  es el que nos tiene en peligro constantemente contra los designios de Dios y nuestra propia vida. No en cuanto a contrariar su voluntad para Su Universo, que es imposible que nadie pueda contrariar, sino contra sus mandamientos a nosotros para vida. Aquí en la tierra y en la eternidad.

Por tanto nadie está facultado para decir que haciendo las cosas según su criterio, por bueno que sea, está haciendo la voluntad de Dios.

Moisés, a pesar de que hizo clavo por clavo, objeto por objeto, tal y como Dios se lo mandó para hacer el santuario, no tuvo nada que hacer según sus propios designios, sino exactamente como le fue mandado.

Dios no le dejó al azar algo que Moisés mismo tuviera que suplir, sino que tal y como en la construcción del Templo de Jerusalén David dijo a su hijo que lo construyera en todos los detalles: Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño.(1 Crónicas:18,19 y contexto).

Y precisamente por hacer fielmente lo mandado por el Señor (a pesar de sus grandes fallos) fueron llamados uno, David hombre según el corazón de Dios; y Moisés: Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. (Números 12:3)

Estos realizaron las obras que Dios le encomendó de forma perfecta. No quitaron ni añadieron nada a la orden de Yahvé y por tanto fueron los hombres mas distinguidos por Dios, en todo el curso de la historia de Israel.

Estos casos ilustran como los cristianos hemos de tener la visión espiritual del lugar que debemos ocupar en la obra que Cristo nos dejó encomendada.

Así como David ya entregó los planos del templo y Moisés recibió y ejecutó hasta los colores, las borlas, los utensilios del templo según le había sido mandado, así nosotros no debemos tener criterio ni sentimiento propio alguno al hacer la obra tal y como Cristo nos mandó. Cualquier adherencia o signo que surja de nuestro corazón debe ser reprimido si no ha sido ordenado por Dios.

No hay fallo, no hay resquicio que Dios haya dejado para que lo supla nuestra inteligencia o impulso, por muy noble que sea. Solo la voluntad de Dios ha de prevalecer en cualquier cosa que hagamos o digamos. Dios no ha dejado nada suelto, para que nosotros interpretemos individualmente lo que hay que hacer.

Él, venturosamente y con su inmensa sabiduría, ha dejado todo puesto en su lugar. Solo hay que obedecer gozosamente, para acertar siempre.

El diseño de la Iglesia fue gloriosamente puesto claramente por Jesús, nuestro maestro y salvador, y solo siguiendo al pie de la letra su palabra es como estamos totalmente seguros de hacer, continuada y fielmente, la voluntad de Dios.