De forma monótona

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 


               No hay cosa más enfadosa que la insistencia en verter datos y hechos súper conocidos de forma monótona y casi siempre de forma áspera y acre: Pero como enviamos nuestras cosas tenemos que recibir también las de los demás. Por eso quiero decir a los muchos que me piden opinión, ayuda o consejo he de decirles que se busquen una persona de su confianza y de buena fe, que de alguna manera les ayude a superar sus problemas o perplejidades, Yo bastante hago con no rendirme mientras pueda, y seguir mostrando a mi manera tal vez no muy elegante y ortodoxa las grandezas de la vida entregada a Cristo.

 

Advierto a todos, que Pío XII no me agradaba demasiado, pero hay que reconocerle un mérito grandioso. ¿Qué no quieren sus enemigos? Allá ellos. El Cardenal Segura hombre severo y temible, que yo conocí en su tiempo, hablaba del Papa Pío XII, algo chusco: el Papa Pío XII de feliz reinado… y al cual yo no voté” Tampoco me gusta, como a dos de mis correspondientes, la ya renombrada foto del cardenal Cañizares, con la falda purpurada de tres metros. Bueno una nota de tal vez vanidad humana, no quita que los tiranos más grandes de la historia también tenían sus alamares y no eran eclesiásticos. Cebarse en esos detalles propios de la naturaleza humana para acusar a la Iglesia, es del peor estilo.

 

A mí, todo eso me trae sin cuidado (en el buen sentido)  Porque si hacen hincapié en estas casos, es realmente grandioso que las demás realizaciones sean gigantescas y las realizaciones incontables. Con que me saquen una foto del Papa, hombre ya anciano, en su peor perfil, no están demostrando nada más que el odio y la inquina contra la Iglesia.

 

Estos hombres no son dioses, y como hombres pueden tener distintas flaquezas según cada temperamento y sentimientos. Como decía la coplilla antigua “Solo Dios conoce el alma que palpita en cada ebrio”. Pues esos hombres errados o no según su subjetivo parecer, o el mío, son los que sostienen a pesar de tantas arremetidas por todos lados la fe en Jesucristo. La Iglesia rusa, durante la dictadura comunista, se tuvo que plegar a los deseos del Kremlin, y ya vemos hoy lo que ha quedado en moral y seguridad, de los rusos pasados por el socialismo real.

 

No voy a defender lo indefendible, ni lo que realmente está mal. Pero incitar a los clérigos a romper el celibato, es como poco temerario y falto de conocimiento. A nadie se le obliga, y si alguno por su condición, hace excepción y cohabita con mujer, sea el nombre que se le dé a esta (siempre malo y degradante), no tienen los que aúllan para abolir el celibato, escandalizarse (de boquilla) tanto, por que algún clérigo se salta de alguna manera esta condición sacerdotal.

 

Y como, casualmente, no se obliga a nadie a ser católico ni a ser sacerdote, el que se entra en estas cuestiones, sabe o debe saber (siempre hay opositores y consejeros), dónde se mete y la institución no es nueva ni mucho menos; hay que trabajar y no poco, y se está siempre sujeto a crítica, mientras se hace el bien a diestro y siniestro. Además en el rito oriental católico se pueden casar los sacerdotes.

 

Hay clérigos muy serios, (se les llama antipáticos) otros son lanzados a nuevas ideas, (se les llama revolucionarios) otros son díscolos o francamente innovadores (se les llama irresponsables), pero ahí están a disposición de todos a la hora que sea. No es ninguna gabela levantarse a las tres de la mañana, cuando son llamados a ministrar a un moribundo, y el espíritu de servicio está siempre presente en la incontable mayoría. No es tampoco una barbaridad si los invitan a chocolate que tienen bien merecido.

 

Vaya usted a una parroquia, y verá que está abierta a las horas señaladas, lo cual es una responsabilidad del clérigo que está designado por la superioridad, encargada de ordenar y controlar las parroquias. Allí está el cura;  el criticado cura en su obligación, dispuesto a oírle a usted sus desacatos, para perdonarle en nombre de Cristo. Es, en mi opinión, cobarde tomarla contra los que sacrifican su vidas para el servicio de los demás. Si algunos lo hacen mal, es su responsabilidad; la Iglesia no es una comisaría de distrito.

 


AMDG