Ayala y Kung

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 

              

Hans Kung, al que hay que reconocer sus vastos conocimientos y del que he leído algunos libros, se estrella contra la realidad cuando pretende ser, más que teólogo, alguien que cree que está más preparado que el Papa para decir lo que tiene que hacer la cristiandad. Ciertamente no carece de ideas. Muchas de estas (según mi pobre criterio) son una invitación a la ruina. La Iglesia tiene lo que necesita por el Espíritu. Si no tiene el Espíritu Santo no es nada más que un club. Si lo tiene, que no venga nadie a decirle lo que ha de hacer.

Küng, cuando pretende llevar sus ideas a la práctica, no tiene en cuenta la realidad en que vivimos, y que el kerigma de la Iglesia cristiana, sin dejar de hacer hincapié en la ayuda a los pobres como viene haciendo, es el de predicar la palabra de Dios con toda veracidad y además y como consecuencia de su llamado, ayudar a los que pueda. Igual que cualquier cristiano individualmente ha de hacer.

Yo siempre he sido crítico contra lo que suponga un tinglado sin más objeto que el de estar ahí; pero reconozco que quien lleva la responsabilidad, es quien tiene que tomar decisiones, y que se lleven a cabo con más prudencia por cuanto repercuten más en la sociedad mundial. Cualquiera de nosotros puede proponer cosas muy románticas, como que Jesús iba en una borriquilla y el Papa en papamóvil, los tesoros del Vaticano (?), los secretos tenebrosos, las ocultaciones de textos, y todo ese entramado de fantasías que a muchos se les ocurren con gran éxito editorial y de fama.

Yo pregunto a los que me escriben dándome “caña” con cosas de este estilo ¿Dónde está el espíritu cristiano en vosotros, los que os dedicáis a censurar cualquier decisión que se tome para compararla con lo que, según vosotros, haría Jesús en estos casos? Las soluciones van desde ser peregrinas, a ser estúpidas y descaradamente anticristianas. Siento decirlo. Es cierto que podemos criar pollos en las iglesias y en lo lugares de culto, empezando por los grandes espacios vaticanos. ¿Y después qué? Por favor, no digáis tales disparates.

Es parecido a los que aconsejan a otros: ¡pues tú lo que tienes que hacer…! y le sueltan al perplejo una solución, que como no les va a repercutir a ellos no es solución, y que al infrascrito aconsejado sin pedirlo ya se le había ocurrido, entre otras muchas mas “soluciones”. Lo que ocurre es que el que duda o piensa, sabe las repercusiones que su decisión comporta; por lo que el aconsejador no le está haciendo ningún favor.

Hacer como Don Quijote, sin prever las consecuencias que ni estaban en su imaginación del magnífico loco, no es la mejor manera de gobernar y sí de llevar al precipicio todo lo que la Iglesia ha conservado y acrecentado en el caudal de las culturas donde ha trabajado. Pero la parte principal es que la Iglesia, si se sale de la perspectiva de Jesús y se dedica a la beneficencia sin el carisma (locura lo llama San Pablo) de la predicación, demostraría ser desobediente y más loca aun que el magnífico castellano, por disponer de algo que pertenece a la voluntad de Dios.

Darles el gusto a los que como Ayala y otros, están combatiendo a la Iglesia sin advertir tal vez que lo que hacen es destruirla, si fuera posible, y que hacerles caso no es la misión de ningún responsable de la Iglesia cristiana Universal, y que sería la mayor desobediencia a lo que el Maestro dejó bien dicho y remachado.

No se trata de encubrir nada, ni de hacer una apología que otros hacen mejor. Se trata de hacer las cosas con mesura, y sin perder de vista el mandamiento de su fundador: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. (Marcos 16:15) Y eso es lo que tiene que hacer, y para lo que está puesta La Iglesia. Lo demás viene impreso en su propio carácter. Como en el de cada cristiano.


AMDG