Sabiduría

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 

              

Aquella sabiduria

Que tanto costaba antaño,

Aquel trabajo tan serio

Limpio, audaz, y sin engaño

De recios siglos pasados.



Todo ha sido reducido

A un saber superficial;

En datos que se acumulan

En un instante fugaz

En acosadas memorias,



Es la actual modernidad

Que falsifica, arbitraria,

La preclara inteligencia

De una forma utilitaria

Por la técnica opresora.



Es fugaz conocimiento,

Superficial, anodino,

Tan meteórico y vulgar

Agobiante en remolino

Que ligero se evapora.



A poesía y literatura,

Que eternizaban milenios,

Las arrolla un aluvión

De epidérmicos ingenios

Ramplones y advenedizos .



Inundan letra y figuras

Ante ojos insensibles.

Memorias que ya no pueden

Recordar, pues impasibles

Llegan datos sin parar.



Ni mente crítica queda

Ni serena reflexión,

Anegada en un diluvio

Por la continua agresión

De mensajes sin vivencias,



No hay cultura que nos llene

De franqueza y nos ilustre

La diversa inmensidad

Del talento, que dé lustre

A la poesía de lo humano.



Hoy los libros son manjar

De poca gente sensible,

Porque el libro ya es trivial

Volátil, sustituible

Por frívola información.



Esta nutre incontenible

A nociones, que huidizas

En la memoria duraban

En vestigios de cenizas

En remolino agitadas.



La memoria se adormece

Y los datos atorados

Reposan en los ficheros

Ya muertos, petrificados,

Hasta que relevan otros.



Nada es asimilado;

No hay riqueza de la mente

Todo es rápido pasar

Por el tiempo indiferente

Que voraz acucia hoy.



¿Porqué debemos leer?

¿De qué vale meditar?.

No hay reposo, no hay sosiego

Nadie se para a pensar

Ni ejerce discernimiento.



Es necesario parar

A ejercer conocimiento,

Que hoy es loco carrusel

Siempre en vano movimiento

Sin sabor, respiro o goce.



Una vacua sensación

A otra sucede veloz

Como signo de este tiempo

Tan cambiante, tan atroz,

Tan insulso y tan precario.


Solo quedan unos pocos

Locos del viejo ideal,

Irreductibles, tenaces,

Absortos en lo ensencial

Y en su intrépida demencia



Impávidos se resisten;

Aguardan con gran paciencia

En su cándida utopía.

El triunfo de aquella ciencia

Anclados en su porfía.



Serán tal vez para siempre

Los póstumos, pertinaces,

Los osados salvadores

Que vuelvan a restaurar

Del espíritu las voces.



Rafael Marañón