Satisfacción cristiana

Autor: Rafael Ángel Marañón

   

 

              

Todo lo que hacemos dentro del ámbito de la fe está siempre   relativamente afectado por la entidad de tal fe. Todo el que busca salidas para sus deseos diciendo: esto es pecado, esto no lo es, se equivoca siempre. Si basamos nuestra fe en ir por la línea exacta que divide el mal del bien, es difícil que por mucho que nos esforcemos no se caiga de vez en cuando en el lado indebido, como pasa en las líneas continuas divisorias de una carretera. Nunca he visto un carbonero trabajando, sin manchas de carbón.

 

Los que así proceden, prueben a hacerlo con el automóvil al borde de un abismo, y comprobarán que es mejor ir lo más separado posible para alejarse de tal peligro y no caer en el farallón que está a nuestro lado y por el que vamos peligrosamente al borde. El mismo abismo llama irresistiblemente. Si eso es así, y es fácil comprobarlo ¿Qué no será en la vida espiritual, si jugamos a acercarnos indiferentemente al peligro, cuando el resultado es la catástrofe eterna y la desconexión de Dios como Padre?

 

Es por ello que expongo la relación vital entre la fe fuerte y la vida seria, feliz, y fructífera. Y la tibia, que solo pregunta cuando hay algo peligroso para la vida espiritual, y sea cual sea la respuesta, es difícil que no se empecine en hacer lo que no agrada a Dios y agrada a sus sentidos. Quizás una buena catequesis en ese sentido, sea actualmente más necesaria que nunca. Hay un peligro cierto de malos testimonios ante los incrédulos, y un peligro para el cristiano que así actúa.

 

Hay sin embargo un método totalmente definitivo; es el amor aplicado a cada situación. Querer el bien de todos como Jesús mandó. Estando en él y su palabra no hay fallo posible. Y si encima nos dice que amemos a los enemigos pues ya está “el gato en la talega”. No hay que averiguar más. Hacer retórica sobre estas materias es irse por los “cerros de Úbeda”.

 

Que existe la posibilidad de conducir al instinto genésico por caminos rectos es de libro. Lo han demostrado suficientes científicos, para no estar ahora con que si es o no es. Lo es. La abstención es posible, y no trae consigo ninguna clase de peligro o imposibilidad. En nuestro caso se trata de fe. Y de esperanza, porque esperamos un galardón maravilloso de manos de nuestro Señor. Es así que la fe determina todo.

 

Cuando basados en nuestra fe se establece la continencia de voluntad, y siempre fiados de la palabra del Señor, entonces no hay peligro de episodios sicóticos o neuróticos. Solo en los casos impuestos se pueden dar estos epifenómenos. Modernamente aunque siempre lo ha habido, existe una especie de competición (ahora también entre las féminas) de exhibir y jactarse de una especie de maratón sexual, lo que les da cierta pátina y aureola de hiper sexuales entre los simples. Y es que los impulsos genésicos irreprimibles, debido a anomalías genéticas son muy raros. Es la exposición del cristiano a estos impulsos, lo que devora tantas vocaciones y hace tanto daño a tantas gentes.

 

Por la causa que sea, y en un ambiente deletéreo, y en el colmo del reinado absoluto de las exhibiciones, llamadas al placer en bebidas, sexo, ropa, posición etc. es verdaderamente difícil resistir. Es por lo que para un cristiano, ha de ser norma apartarse de tales connivencias, y aceptar cambiar la presencia de muchos amigos, por la deliciosa compañía de Dios y una conciencia limpia.

 

Plegarse a una tiranía del vicio y de la claudicación, es falta de salud espiritual y falta de fe en las promesas del Señor Jesús. Pero por autosugestión, se ve como una exigencia, lo que solo es una solicitación basada en la actual moral tan etérea en la que todos estamos envueltos. Desdeñar la fuerza de la tentación cada vez más pronunciada, es parecido a desdeñar el heroico esfuerzo del que se mantiene dependiente del Señor, para sus regalitos y para su necesaria misericordia. Sed santos como Dios es santo. Sin reluctancias ni teologías al uso.

 

AMDG