Lo que hay, y lo que debiera haber

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 

 

Hay afortunadamente muchos sitios en Internet que hablan de religión. Unos son mejor digeridos por los nuevos creyentes, y otros son más bien dirigidos a personas cristianas más formadas y veteranas que puedan digerirlos. En mi caso, procuro hacer lo que escribo lo más llano posible, porque lo entenderán los más adelantados y los que menos. No me importa si no sale tan pulido como debiera, porque nadie me exige ni paga, una ortodoxia semántica y gramatical profunda. No es que escriba descuidadamente, pero no se puede escribir un trabajo continuamente entorpecido por demandas domésticas, y otras zarandajas. Pero eso es mi problema.

 

Expuesta pues, esta especie de justificación de mis gazapos y todo eso, tengo que decir que los que escribimos sobre estos temas nos repetimos sin cesar, y es difícil ofrecer algo que tenga relación con los sucesos de cada día, vistos desde la óptica de un cristiano espiritual. Los sucesos son cosas humanas, y el cristiano ha de tener su pluma preparada para comentar estos sucesos a la luz del Evangelio y sus derivaciones lógicas, a la hora de aplicar sus palabras iluminadoras.

 

Ahora estamos padeciendo en España una crisis, que no voy a aprovechar para poner a nadie en la picota. Simplemente estos lodos son consecuencia de aquel polvo que dejamos acumularse en nuestras conciencias, y que ahora es ya mas difícil, si no imposible de quitar. Se cree por millones de españoles, que las cosas pueden ir bien sin el necesario concurso de las bendiciones de Dios. Craso error que la historia desmiente contumaz.

 

Sin las bendiciones de Dios son las guerras por un palmo más de tierra, o por imponer nuestras tesis tozudamente por las buenas o por las malas. Siempre hay un motivo para empezar las hostilidades, que se pueden engordar si se quiere de veras ir a la guerra. La Guerra es inevitable, en un mundo que no quiere hacer caso a las recomendaciones, mandatos, ordenanzas, o mandamientos de Dios, que solo desea con sus empujoncitos (como padre con sus hijos) hacernos andar a todos por el buen camino de la concordia, la generosidad y la paz. Simplemente por nuestro bien.

 

Paz de Cristo, que es despreciada por los que aun creen, a pesar de las múltiples evidencias, que Dios debe ser apartado definitivamente de la vida de las naciones, siendo así que sin Jesucristo nada bueno podemos hacer. Y no es frase bíblica hueca y vacía de contenido y verdad. Cuando los israelitas han sido fieles a Dios, nunca han tenido tropiezo ni abandono. Cuando se han crecido por su prosperidad, les ha sobrevenido toda suerte de males.

 

Cada cual puede creer lo que quiera, y es de comprender que no todos piensan como piensa uno, pero si es bueno que las cosas se concierten de tal manera que se procure que la equidad sobrevuele cada acuerdo y que, lo mismo que sabemos recibir lo que nos conviene o creemos que nos favorece, sepamos hacer siempre que podamos y no se vulnere la verdad y la justicia, un ejercicio de generosidad y de equidad, para dar a los demás lo que queremos que se haga cuando nuestros intereses estén involucrados.

 

La tierra tiene cabida para todos, cuando en los más prevalezca la justicia y la generosidad. Es grande y tecnológicamente hay posibilidades para todos. El egoísmo y la codicia, son los elementos perturbadores de la paz y la abundancia razonable para todos. Creo que comer caviar y tener una casa donde sobra el ochenta por ciento de su capacidad, mientras otros tienen que hurgar en los residuos para sacar algo para el vital mantenimiento, no es ninguna cosa de la que sentirse orgulloso, pero aquí se demuestra el pecado que aborta todos los impulsos generosos .

 

Cuando el rico hace una donación (deducible de impuestos, por supuesto), se procura hacer para publicidad y engrandecimiento de la fama del que, teniéndolo todo, se quiere dar a conocer para obtener fama. O se hace presidente de un club, o perpetra hechos estrambóticos, para que su nombre y sus fotos sean popularizados. Esa es la faz del  mundo real que conocemos, y así siempre ha sido. La realidad cristiana, dice que la vida no se acaba en la muerte; en estas esperanza vivimos con paz y sosiego.

Dice la Biblia con gran acierto: Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia. (Eclesiastés 5:12) Ya sé, ya sé que muchos me pueden decir que si los ricos, que si los pobres, etc. Lo sé de sobra, pero me puedo ajustar en mis pocos dinerillos, y puedo ser más intensamente dichoso y esperanzado que los que tienen riquezas inmensas, y de los que no teniéndolas, las codician ansiosamente.

 

Pensando por un momento, vemos que casi el noventa por ciento de lo que haríamos si tuviésemos grandísimos caudales, sería dar la lata a los demás. Y eso no s divertido, por lo menos para mí Si alguien se me acerca porque stá pasando apuros prefiero ayudarle con mis pocos recursos y algunas veces veinte euros son suficientes para sacar de un gran apuro al que nada tiene y esta puesto en gran congoja. Eso tiene valor y es lo que uno puede hacer. Dios está sobre lo demás. 

AMDG