La igualdad nunca es posible (Parte 1ª)

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 

 

Cuando hablamos de libertad, tenemos que saber, como premisa necesaria, con que conceptos o praxis es incompatible. Es algo muy importante, por que los conceptos de las cosas y de las ideas, están desvalorizados o, por lo menos, deformados.

Libertad social significa unas leyes iguales para todos, con iguales derechos personales, con una clara tendencia a ayudar a los incapacitados, con un respeto tanto a la persona como a sus bienes. Eso es completa libertad, sustentada por las leyes adecuadas. Naturalmente con las limitaciones impuestas por la situación  que prevalece en cada lugar.

La igualdad no es posible, simplemente por que todos no somos iguales. Es un axioma que se puede llamar “de cajón”. No todos tienen la misma suerte, cuna, país, sexo, o inteligencia, a lo que podríamos añadir un cúmulo de circunstancias que hacen que no sea posible la igualdad. La Escritura nos muetra que al darnos libertad Dios nos hizo diferentes y somos diferentes. Aquí viene al caso los versos de Martín Fierro:

Pero ansí pasa en el mundo

Es ansí la triste vida:

Pa todos está escondida

La buena o la mala suerte. 

Si ontológicamente la igualdad fuera posible, Dios  nos hubiese hecho como ladrillos iguales, y todos cocidos en el mismo horno, aunque unos estarían debajo en el montón y otros encima. Tal vez unos estarían demasiado cocidos, y otros demasiado crudos. Y algunos, ni muy hondos ni muy superficiales, más o menos bien cocidos. ¿Cómo se puede concebir la libertad si somos idéntico o iguales. ¿Queremos ser idénticos en oportunidades y situación? Póngase el que lo desee en la situación de un tetrapléjico que en accidente se quedó así. Como eso no conviene pues está bien la obra de Dios. El sabe lo que tiene entre manos.

La naturaleza nos muestra, que no puede haber igualdad. En un huerto de pimientos, se estropean un porcentaje de frutos, y otros quedan para su venta y consumo. Nadie ha establecido por que unos crecen a la sombra de unas buenas hojas, y otros en cambio han crecido al sol radiante todo el tiempo para bien o para mal. Por qué a unos atacan los parásitos, y a otros no. Me parece pues, que la igualdad no está al alcance de los hombres. Ni hace falta porque todo está muy bien hecho. Ejemplos hay a millones; tantos como permite la diversidad de la Creación de Dios.

Los hombres desde siempre han sido distintos, por muchas causas Por su pertenencia a distintos países, religiones, épocas de la vida, y circunstancias exteriores a ellos. Estas condicionan la vida de todo ser humano. Vemos a hombres muy altos, que gustan de casarse con chicas pequeñas, y al revés. También contemplamos el eterno movimiento de, Juan que ama a Pepita, pero Pepita está enamorada de Manuel, y Manuel de Vicenta… o Vicente. ¿Quién arregla eso?

La vida en la igualdad, necesitaría (con la indispensable imposición, para que se pueda realizar), que los seres humanos tuvieran idénticas apetencias y homogéneos ideales. Se puede repetir el mismo argumento. “No podemos ser iguales, por que no somos iguales”.

Está en la naturaleza humana, que el que siente en inferioridad de oportunidades o de capacidades, piense en la igualdad como panacea que le libre de esa sensación de estar en la cola de la sociedad. Es un sentimiento muy humano. Yo siento no haber sido guapo, no haber sido rico, o no haber sabido tocar el violín mejor que Yehudy Menuhin.  Como nada de esto se me ha dado no soy culpable, pero tampoco puedo culpar a nadie de mis carencias.

Tengo un destacado amor al trabajo, lo que me ha perdido vivir de él, pero eso lo tenía en mi persona cuando nací, y se me han presentado las oportunidades para desarrollarlo adecuada y felizmente. Y somos varios hermanos, con variadísimas características, que nos distinguen entre nosotros.

Como somos únicos y distintos hasta en las huellas dactilares, cada uno tiene un lugar en la sociedad, que depende de los muchos factores que hemos descrito y de la configuración de ella (hasta cierto punto). Puestos varios de nosotros en una misma situación, cada uno hará lo suyo (si se puede en libertad), de forma que nada de lo que hagamos será igual a lo que haga otro. Otra cosa muy distinta es la igualdad ante la ley, que regulará las relaciones, y las regulaciones justas entre los que formamos parte de ella.

Dios no hizo iguales los planetas, el sol, las Galaxias etc. En un rebaño cae un animal en las garras de un predador y aunque es semejante a los demás del grupo le ha tocado a él morir. Tal vez fuese cojo, o no avispado o enfermo etc. El caso es, que siendo semejante a los demás no es igual.

Seguirá  

Rafael Marañón 

AMDG