Tristeza

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 

 

Me llena de tristeza, ver que giro van tomando las cosas en España. Cuando estábamos más contentos con nuestra economía y nuestra alegría de ser españoles, se presenta un gobierno que solo piensa en desmontar, a las trágalas, todo lo que constituye la base cultural en nuestro maravilloso país.  

No entiendo gran cosa de estos alborotos que se traen unos y otros, pero entiendo que tengo que estar más de acuerdo con los del PP que con los otros. Que si las corridas, que si el aborto, que si la masturbación, que si la ley de enseñanza, que si le discriminación «positiva» (¿desde cuando una discriminación es positiva?) que si el matrimonio homosexual, que si la educación para la ciudadanía, la televisión, los subvenciones para los cineastas, los alimentos, el agua, el cambio climático, las vacunas para la gripe, etc. 

¿Todas estas cosas eran demandadas por la sociedad? ¿o por solo grupúsculos interesados? Enseñar a los niños y niñas a masturbarse ¿es un avance «cultural»? Y mientras tanto, miles y miles de parados se suman a la siniestra cola del paro. Y ¿son los otros los que quieren mal a los trabajadores? Sinceramente no entiendo esto, a no ser que se pretenda una baja moral y una ignorancia supina en las gentes del futuro, para que estén desarmados ante la prepotencia de los gobiernos. 

Socialismo es libertad; socialismo es trabajo; socialismo es abundancia; socialismo es no a los impuestos, socialismo es… no lo entiendo, de verdad. Hay parados y arruinados por doquier; se respira una profunda tristeza en un pueblo más que alegre y de buena disposición. La gente ya no se atreve a hablar «por si las moscas»,  porque más que protegido, se siente amenazado. Nos tachan a los críticos de malos patriotas. ¿Qué quieren que pensemos, tras y delante de lo que está pasando? ¿Quieren que los alabemos?  

La realidad, es que queremos que hagan o digan algo que nos permita estar orgullosos de ellos. No se trata de querencia política; ¡es que nos va mal! Simplemente eso. Ya son horrorosas la cifras macroeconómicas, pero ver en una calle las tiendas cerradas con sus correspondientes graffiti, y el polvo acumulado; los sobres de proveedores en el suelo adonde los han arrojado los carteros, esperando que alguien los recoja, encoge el animo. 

El que no tenga medios de supervivencia, porque está en paro y no tiene para vivir él y su familia, ¿como puede estar loco de contento? Los bares y restaurantes vacíos, y las tiendas que están abiertas, con los dueños y empleados (futuros parados) mirándose unos a otros, angustiados y estupefactos. Los supermercados de seis cajas, con solo una de ellas  funcionado, pone los pelos de punta ¿por qué decir otra cosa? 

La Iglesia oprimida, y a la que se critica porque exponga, como siempre ha hecho, su ideario; se pretende que se esté quietecita en sus templos, y que esperen la orden gubernativa para poder hacer los cultos que ya son centenarios. Los toros que son crueles, pero que son la fiesta nacional, a punto de ser eliminados. La pesca no, y la caza tampoco. 

Los peces lo pasan muy bien cuando los pescan, y las ballenas, y los atunes. Los toros si no valen para torear serán una de las especies extinguidas Yo no soy taurino y no veo corridas, pero hay otros que sí los ven, y quieren seguir viéndolos. Si no llenan las plazas por falta de interés del público, ya las cerrarán los que las organizan. 

¡Cállense, o les trataremos de antipatriotas! ¡Pues háganlo ustedes bien, y estaremos encantados de votarles! Aparte de los adversarios políticos que creen que lo harán mejor ¿quién no quiere que las cosas marchen bien? ¿Nos van ustedes a quitar del tabaco, del vino, de las fiestas, y de la alegría? Los cristianos ¿no pueden decir lo que piensan, conforme a su fe y a sus derechos como ciudadanos? Los obispos y responsables de la fe de los creyentes ¿no van a poder decir que lo que se hace va contra los principios del cristianismo? ¿Quien lo va a decir si no? 

Mala cosa es, que los responsables no digan lo que no está bien. Iría contra el espíritu cristiano, que en España es el que informa la vida de la nación desde siglos atrás. Estos hombres, prelados en la iglesia, cualquiera que sea la denominación de ella (en España es la Iglesia católica), tienen todo el derecho a hablar a sus fieles, y a recordarles con diligencia lo que no se concierta con la paz y el espíritu cristiano. Para eso están donde están. Ya quisieran muchos tener los seguidores que en todo el país van a misa los domingos. 

Respétense las sensibilidades de todos, tirios… y troyanos, y hagamos la paz con todos, porque como se dice en la carta a los hebreos: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual ninguno verá al Señor. (Hebreos 12:14) Y eso no queremos que nos pase, de ninguna manera.

 AMDG