Tapar los portillos

Autor: Rafael Ángel Marañón

 

 

Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.

Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.

(1 Timoteo 4:16 y ss)

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?

(2 Corintios 13:4-6)

 

¿Por qué está fracasando Europa y así arrastra a todo el mundo? ¿Por qué hay tanta gente asombrada de que en una asamblea multitudinaria en Alemania se haya hablado de paz auténtica, de hermandad, de tolerancia, de libertad, y tantas maravillosas cosas que encantan a todo el mundo, aunque cada uno después haga lo que quiera?

¿Por qué han acudido de todos los países del orbe para escuchar palabras que parecen formar parte de un movimiento político, como tantos que han fracasado manejando tan espléndidas palabras? ¿Que ha pasado? ¿Qué ha llevado a jóvenes y mayores, hombres y mujeres a reunirse para participar de la misma palabra y de la misma fe? ¿Por qué han acudido de las más distintas denominaciones?

Porque aunque todos los días las mismas palabras y los mismos gestos se repiten en todas las iglesias, era ocasión de demostrarse a sí mismos, que no están desamparados y que no están solos. Que Cristo está constantemente en medio de los suyos, ya sea que estén en Alemania o en Zanzíbar: y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.  (Mateo 28:20).

Esa certeza reunió a millares de gentes alrededor de un llamamiento solo para Cristo, y allí estaban con lágrimas en sus ojos, porque vieron que no estaban desamparados y que lo ataques a la fe de Cristo aun tenían réplica en la fe de los que participaron. 

Que pueden tener discrepancias y distintas formas de ver las cosas según países y costumbres, países y querencias distintas, pero ante Cristo manifestado y entronizado y la verdad manifestada todos estaban conformes en que era un acto de afirmación espiritual, que abarca mucho más que un movimiento o una opción de reforma o revolución política. Era el manifiesto de una auténtica revolución en las almas y en los corazones de cualquiera que acudió a la llamada de Cristo.

El mensaje final no ha sido somos muchos, o somos los mejores, ni nada de eso. El mensaje ha sido el que San Pablo dio en otro tiempo a su joven discípulo Timoteo. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina… Cada persona que asistió (no importa su grado de identificación con el acto) se llevó un mensaje limpio y claro, tanto de la autoridad física, como del Espíritu de Dios

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2ª Corintos 13:15) Porque estamos viviendo un tiempo casi apocalíptico y de gran persecución de la iglesia cristiana, debido al hedonismo y a la opulenta economía de las naciones, que están apostatando de lo que a lo largo de siglos fue su razón de ser y de vivir. El mensaje del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

El verdadero cristianismo no habla palabras falsas de piedad fingida y tiranía real, sino de libertad y de comprensión mutua. Las palabras fingidas dan como resultado dictaduras horrendas, que han demostrado su crueldad y su fracaso, a costa del sufrimiento de millones y millones de seres humanos.

El mensaje evangélico ha sido acaparado, falazmente, como argumento dialéctico para las masas que anhelan un mundo mejor, más justo, más feliz en suma. Porque la práctica sincera y genuina del cristianismo, da como resultado la felicidad espiritual, y la paz más profunda que imaginarse puede nadie antes de experimentarla.

Esa paz personal (y profundamente real) no se basa en colectivos con consignas más o menos aparentemente atractivas, sino en la conversión del ser humano en imagen de Cristo, y seguidor de los pasos que le llevan a su compañerismo y a la felicidad eterna.

El conjunto de esas situaciones de comunión con Cristo, es lo que hace que exista de forma natural la auténtica comunión con los demás, y lo que plasma un colectivo unánime y voluntario en la forma de vivir y esperar la trascendencia de la vida eterna.

El hedonismo provocado por la abundancia, y el relativismo que pretende que cualquier opinión puede tener la misma verdad que otra cualquiera y que todo es opinable y respetable, (hasta el crimen) ha hecho de Europa nido de maleantes que trafican con la pornografía de la peor calaña y el libertinaje con absoluta carencia de conciencia moral..

Se insiste en la permisividad más descarada: La educación en escuelas y medios de comunicación en la violencia y el despego familiar y personal. Es conocida la frase “aquí nadie quiere a nadie”, La mezcla del mensaje de Cristo con otras formas de concebir al hombre y a Dios no es el camino, sino la coartada para destruir y no edificar el Reino de Dios.

 

No vamos a insistir con datos que no se deben ni aun nombrar entre nosotros, pero Europa está cayendo en una situación cada vez más agravada de perversión bajo capa de humanismo, que la hace merecedora de las palabras del profeta, cuando Israel en medio de su prosperidad se volvió de espaldas a Dios, y se entregó a los más bajos y depravados hechos y pensamientos aun en las cosas mas dignas de respeto en su origen.  

Pervertir lo inocente es su mayor aspiración. Todos deploran la situación de forma externa, pero en el fondo todos los vicios y perversiones están siendo, no solo permitidas, sino hasta promovidas y aplaudidas. Y así dice el profeta: Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo; conforme a la abundancia de su fruto multiplicó también los altares, conforme a la bondad de su tierra aumentaron sus ídolos.

    Está dividido su corazón. Ahora serán hallados culpables; Yahvé demolerá sus altares, destruirá sus ídolos. (Oseas 10:1 y ss).

Esta es la situación de Europa y va a más cada día. Solo los miles de personas de la clase de los que asistieron a la convocatoria en Alemania, son los que con firmeza, sin posturas melifluas, sino con el genio de un Elías, se pueden oponer a este estado de cosas.

Nosotros estamos con ellos. Con todos los que proclaman el nombre de Cristo como Señor. No hacemos distinciones de raza, nacionalidad y hasta de formas distintas e pensar porque en esa convocatoria se exaltó a Cristo y nada más. Cada uno tuvo que extraer las consecuencias lógicas de tal manifestación de rebeldía contra el mal y solidaridad para el bien.

No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes reconoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. (Romanos 11:2 y ss.)

En cualquier tiempo esos son los siete mil simbólicos que no se arrodillan antelo que representa Baal y no besan su frente considerándolo Señor, (1 Reyes 19:18) sino los que valientemente proclamaron su fe en Cristo con todas sus consecuencias.

Somos necesarios muchos más, pero aunque fueran menos, si están llenos del Espíritu de Cristo, tienen toda la potencia del Dios Creador del Universo y estaban donde había que estar. Cristo vivió en esa ocasión con todos los que en su nombre se reunieron, sin mirar en otra dirección que no fuera la suya. Ese es el verdadero espíritu ecuménico que allí se manifestó.

Profundicemos en Él entronizando a Cristo en nuestros corazones, para que las bendiciones de Dios abunden y arrollen ese espíritu diabólico que informa subrepticiamente el espíritu pervertido, pero melifluo, de muchos pueblos y gobiernos de Europa