El libre albedrío y todo eso.

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 

 

Quiero hacer constar la sensación de que estamos metidos en un "mechinal" de fango que ya no solo llega a las cejas sino también a la coronilla de nuestro propio estiércol. Y como estamos en una “democracia” y no sabemos hasta cuando, es bueno decir lo que hay que decir mientras se pueda. En este caso voy a tratar muy escuetamente del libre albedrío. 

El libre albedrío es cualidad que solo disfruta el que está libre de una tendencia que en realidad es la compulsión al pecado o mejor dicho a la continua desobediencia a la ley de Dios que está puesta por su bien. Hace muchos años que llevo aclarando que Moisés llevó a los hebreos por el desierto y no por el camino de Filistea más corto y cómodo que el del desierto y esto porque: Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. (Éxodo 13:17) Y este camino de Filistea lo hicieron los israelitas a regañadientes, porque entre otras muchas razones, ellos no disponían de libre albedrío. 

Ahora sucede igual y esto mientras el ser humano permanezca fuera del control de Cristo, por medio del Espíritu de Dios. De una u otra forma carece del libre albedrío. Los hebreos no sabían por donde ir pero juzgaban a Dios porque a ellos les parecía como era así el camino de Filistea mejor que el desierto, pero Dios tenía otro método para tratar a su pueblo. El hombre natural sigue sus inclinaciones y designios cuando puede, y no es libre de tomar una sola decisión que no le sea concedida de lo Alto. El impulso hormonal, la codicia, el miedo a la muerte que sabe cierta, le hacen se servidor del enemigo. Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. (esa es la verdadera liberación en Cristo. 

El cristiano por el contrario al conocer que hay una eterna vía de vida, no tiene prisa ni remolonea con sus días. Los vive en Cristo con todo sosiego y naturalidad, ya que no son los bienes y espejismos de este siglo lo que le motivan, sino un servicio a Dios en los prójimos, que le hacen ser además el mejor de los hombres dondequiera que se halle. El fallo y la desobediencia al Espíritu (y de esto somos convictos todos los días con nuestras desobediencias), no puede con el amor que nos profesamos mutuamente con el Señor. Aquí se trata de dos amigos que se aman apasionadamente, y uno de ellos (nosotros) podemos caer en falta no una, sino muchas veces, pero como dice el profeta: Y serán para mí especial tesoro, ha dicho El Señor, Dios de todo, en el día en que yo actúe; y los perdonaré como el padre que perdona a su hijo que le sirve. (Malaquías 3:17)  

Si Dios es por nosotros ¿Quién contra nosotros.  Según nuestra fe cristiana y la experiencia de siglos o milenios, sabemos que el ser humano está sometido a unas constricciones formidables que le impiden en todo momento, ejercer el llamado libre albedrío. El hombre está sometido al reino de Satanás por el tiempo o las sazones que el Padre ha determinado en su sola potestad; nuestra aparente libertad queda limitada por el hambre, la lujuria, o por los innumerables deseos engañosos que siempre surgen como brillante promesa, y después se demuestra como horrible perdición. 

Es normal que los que lo tienen todo en este mundo pretendan sacarle el mayor partido a esta vida, porque no esperan nada más que la fosa. Y la lógica, les respalda. Si como dice el mundo de los cristianos es cierto estamos aviados TODOS. Pero Pablo apóstol dice las cosas muy claras: Si solo para esta vida esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Y añade enseguida: Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; ha sido hecho primicias de los que durmieron (murieron). (1ª Corintios 15:19, 20). 

Y anda casi todo lo que hay que decir. Que por la misericordia de Dios, somos rescatados por el padecimiento de Jesús en el Calvario, y su resurrección; esta nos proporciona a todos nuestra resurrección personal. Unos ciertamente para vida eterna, y otros para su perdición al despreciar una salvación tan grande. Solo se trata de aceptar este medio de salvación por la fe en Jesucristo, y ya tienen hecho el milagro. Si la aceptación y la fe (que es un don) funcionan ya tenemos claro el camino de salvación eterna desde el mismo momento que lo aceptamos. Siempre que, como es nuestra condición, compliquemos las cosas, como solemos hacer. 

AMDG.