¿Quién busca a Cristo?

Autor: Rafael Ángel Marañón   

 

Tratemos de llegar a un acuerdo. Todos los que escribimos, en cierto modo y algunas veces descaradamente denunciamos males y lacras de este mundo que no queremos descubrir del todo, porque en él estamos nosotros con las nuestras. Hay quien dice que las gentes están ansiosas de Jesús. Que le reconocen como maestro y (así por encima, como de pasada), no dudan en adjudicarle una vaga filiación divina. 

El mundo no tiene hambre de Jesús; el mundo tiene hambre de las propiedades, vicios y placeres que puedan proporcionarse caiga quien caiga. Si no pueden tenerlas las envidian de un modo siniestro, que lleva a muchos a probar todos los medios a su alcance para conseguirlas. No dejamos de reconocer las edades en las que las hormonas actúan de modo casi irresistible, y de la vejez cuando ya no se encuentra más amparo que el dinero, porque sin él nadie aparece a preguntarte como estás de salud o si tienes necesidad de algo.

 

Quien dice que el mundo tiene hambre de Jesús, quiere decir sin duda que el mundo tiene necesidad de ser redimido de la esclavitud y las zozobras, que proporciona el seguir las modas y estilos de vida de todos. Dice La Escritura, que la ley es una lumbrera en el camino, que da luz al hombre para poder andar por el sendero adecuado, en medio de esta oscuridad mental y espiritual, por donde deambulan los seres humanos dejados a su intelecto y a su corrupta manera de ver las cosas.

 

El que piense que con su esfuerzo y violencia de estudio, va a dar con el correcto camino que lleva a la vida, está profundamente equivocado. No cesan de surgir teólogos plenos de conocimiento de la antigüedad, de todas las versiones bíblicas, así como de unos estudios de teología impresionantes que no saben por el camino que van; es porque no han sido llamados con el llamamiento celestial (Hebreos 3:1) y porque a pesar de toda su sabiduría material, no conocen a Jesús. No son sus amigos.

 

Aplauden su sabiduría, sus hechos, le dan un rango a veces apropiado, pero se les olvida que Jesús hablo de humildad y estos hombres no asoman la humildad ni por la punta de la nariz. Son afamados maestros que dejan de lado el deseo de Jesús, cambiándolo por sus propias formas de contemplar el misterio de Dios y de la salvación

 

El que saturado y saciado de inconvenientes, y de contemplar la corrupción que recorre el mundo entero y busca la auténtica verdad, ese no busca tampoco a Cristo. Es cierto que en su búsqueda lo encuentra, por cuanto en su amor a la verdad, él ha resultado envuelto en el llamamiento celestial, ha sido encontrado por el mismo Cristo para Dios, y pasar del estercolero del mundo corrompido, a la luz de la verdad y de la justicia. Y Cristo no solo te saca de la fosa; te limpia te perfuma de su olor, y te sienta en su mesa para que compartas con Él la vida nueva; vida resucitada de la muerte mundana que al final con todas su glorias termina inapelablemente en la fosa.

 

Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios (Hechos 14: 22) dice el apóstol Pablo a los cristianos; porque sin tribulación seguiremos revolcándonos en la bazofia y no miraremos para obtener el adecuado auxilio.   Hay que ser prudente para ganarle al mundo por la mano, y no esperar a que este te deseche. Desechémosle primero a él, y así tendremos el placer de despreciar lo mundano y podrido, para elegir la luz, la limpieza, y el verdadero placer que nunca se trunca y nunca nos falta.

 

No busque, ni una alegría

En esta vida moderna,

Todo está en desarmonía

Con la salvación eterna.

 AMDG