En su sola potestad

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Debo ser bastante porro, porque me esfuerzo en comprender a la gente, ya que yo no soy precisamente un genio. Pero me encuentro siempre que lo sencillo deviene en complicado, por obra y gracia de teólogos y teologuillos que se las saben todas. Hace ya muchos años, todos esperaban que La Unión Soviética, entonces muy poderosa, iniciara un movimiento de ataque contra Israel. Y sobre este presupuesto se escribieron muchos libros (que yo leía con avidez), pero nunca estuve de acuerdo con aquellas teorías de catástrofes inminentes, porque consideraba que vivíamos muy bien en la mayoría de las naciones ricas y que la cosa no estaba madura. Siempre procuro mirar estas profecías con mucho respeto, porque aun no veo la maduración de los tiempos. Es cierto que ya se van configurando datos que hacen pensar que las cosas pueden precipitarse, aunque no se ven las señales del inminente fin. Por eso el mismo Jesús, dijo que los tiempos cuajarían y estaban en manos del Padre en su sola potestad y conocimiento. 

Creo que es interesante estudiar las profecías, y yo lo hice hace muchos años con mucho detenimiento e interés. De forma minuciosa, conservaba celosamente cualquier dato que casara con alguna profecía concreta, de tantas y numerosas como aparecen en La Biblia, y además otras que, aunque parecen ocultas, están perfectamente entroncadas con las más claras e invocadas por todos. Y he pasado años a la espera de que algún acontecimiento dramático anunciara la esperada Parusía, hasta que por fin me he hecho a la idea de que si Jesús no viene a por mí de la forma en que señalan las ciertas profecías, ya me reuniré con Él cuando sea la hora señalada. Y descansé también, sobre estas cosas. 

Rien de rien; nada de nada. Los años transcurren, y a pesar de que la vida de un hombre, por muy avanzada que sea, es algo ínfimo en el escenario de Dios para sus propósitos con la raza humana, por ahora no veo señal concreta y distinguible para pensar que el tiempo está próximo. Se echa cuenta de los cristianos que existen, y se habla mucho de avivamiento y crecimiento. Tal vez es así, pero no estoy convencido de que estos sean los tiempos de un poder omnímodo (el anticristo) como se vaticina; La ONU es solo un remedo ridículo de gobierno mundial con sus vetos y todo eso. Tiene su utilidad tremendamente desperdiciada por los contrapuestos intereses, pero como La Unión Europea, es mejor andar en inútiles dispendios y forcejéos verbales que de las guerras que precedieron a su constitución. 

Jesús siempre habló de “manada pequeña” en relación con la Asamblea Cristiana y su venida, y, por lo menos yo, no sé que hablara de masas ingentes de discípulos. ¡Miles de millones! Tengo por obligación de tratar de encontrar esa “masa crítica” de cristianos genuinos, que haga posible dar un dato enérgico y contundente a la profecía. Hay excelentes libros que hablan continuamente de la vinculación del cristianismo con la cuestión social, como si los cristianos no fuéramos los adelantados de la ayuda social, y de la transformación de la sociedad en algo más generoso, desprendido, y menos codicioso en todos los ordenes de la vida. 

Hay pues que esperar la manifestación del Señor Jesucristo, cuando los tiempos y las sazones se den. Las cosas predichas llegarán sin aviso a los de fuera; no así a los creyentes, que sin dar fechas ni tejer teorías esperaremos cada día, cada hora, cada minuto, la llegada del Señor y nuestro encuentro con Él.  

Tenemos que entender que si no llega cuando nuestras previsiones fallan, de lo que no cabe duda, es de que nos encontraremos cada cual individualmente con Él, por lo que es necesario tomar en serio esta certeza de nuestro encuentro personal en periodo más previsible. Esto estaen el arcano de de los designios de Dios. Una sola palabra de Jesús aclara para mí muchas de las perplejidades que he atravesado, en relación con estos y otros misterios (no enigmas) de Dios. 

¡Velad!  

AMDG.