Discrepancias socio-religiosas

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Estimado amigo: No hay que echarse las manos a la cabeza cuando se dan controversias, sobre como se deben conducir las iglesias cristianas. No hay por qué tapar la boca a nadie, si habla con verdad y justicia. Lo que sí es estrambótico es la serie de bigardos que salen a enmendar la plana a la doctrina, para adaptarla a los tiempos que corren o vaya usted a saber con qué propósito. Por suerte Jesús dejó bien claras las cosas para el que quiera entender, y lo que ocurre es un fenómeno sociológico que alcanza incluso a la religión por la influencia que esta tiene sobre la sociedad. 

Cuando en las iglesias «independientes» se da la discrepancia, suele ser por asuntos cruciales y seriamente doctrinales, aparte de los clásicos casos de envidia, celos, etc. La doctrina se mueve dentro del marco de las pequeñas pasiones de cada cual. Sobre todo por la porfía que no abunda en humildad, y por tanto da lugar a muchas diferencias que, vistas en su conjunto, son poco más que niñerías. Otras derivaciones ya son corrupción, tal como en política, santería, curanderos, pastores negociantes espontáneos, etc. Somos humanos, y nuestra humanidad está presente en todo cuanto tocamos, si el Espíritu de Cristo no nos mueve, sino solo los empecinamientos y opiniones carnales y los intereses materiales. 

En la Iglesia Católica los casos de divergencias y celos se dan en los distintos estamentos que, sometidos a una disciplina común siempre producirán conflictos. El “encorsetamiento” en una dirección única, hace que se produzca una confusión y una valoración muy rigurosa de los demás; esto dentro de la ortodoxia doctrinal hace que se produzcan tendencias, que unas veces por exceso y otras por defecto, hacen difícil mantener una unión, si no es a base de una firmeza, continuamente acusada de esclerosis y de estéril  continuismo.  

A partir del Vaticano II surgieron infinidad de tendencias que criticaban al concilio por su apertura, y por otra, muchas que no solo aprobaban sus conclusiones, sino que las tenían por muy poco profundas y decisivas para sus tesis, y deseaban más amplitud de miras; como fin trataban de cambiar sin más, muchos de los preceptos claramente especificados por Jesús, por lo cual algunas cayeron más o menos profundamente en la herejía con respecto a la doctrina católica. 

Y llegan las protestas, las críticas que alcanzan a la curia y al Papa, por considerar que la esclerotización de la dirección de la Iglesia, (que por otra parte parece que es  necesariamente lenta), impide la extensión del Evangelio mediante las llamadas teologías modernas, que también se dan en las demás iglesias bajo otros parámetros. La “teología de la liberación”, “la teología de la revolución”, “Cristianismo y comunismo”… y tantos grupos como se afirman beligerantes con la “Iglesia institución”, para buscar una genuina afirmación y acción cristiana, pero liberados de la jerarquía, a la que consideran como retardadora,  y entorpecedora de la labor católica de evangelización. 

Desde el principio se creyó que estas actitudes propiciarían un cambio más rápido y más eficiente, en relación con las aspiraciones de cada uno. Cada cual quiere que la Iglesia tome sus propios particulares  caminos que consideran los mejores. Los conservadores de la curia, de los que se dice tienden a “eternizar” las esencias de siempre, son vivamente criticados. Basta mirar los blogs de los principales periódicos digitales que tratan de Religión. Cualquiera sin criterio, se queda de piedra, ante las opiniones y las formas en que son vertidas. Y el que lo tiene y es medianamente objetivo (cosa no popular en asuntos religiosos), lamenta que estas prácticas perjudiquen tanto la causa del Evangelio en cualquiera de sus facetas denominacionales. 

En mi opinión, creo que hay un Papa, (y solo se es católico si se reconoce su autoridad) como ya he repetido, y las manifestaciones de autonomía deben hacerse dentro de la ortodoxia católica, o emigrar hacia otros  pagos si no se está conforme; no es leal ampararse en la denominación de católico, hablar desde dentro con cierta inmunidad y hacer lo que le venga bien, según su propio parecer, y desobedeciendo claramente a los que en la legitimidad católica, ocupan los puestos de pastores en la jerarquía. 

Esta aportación “religioso social” que le hago como opinión propia y que está abierta a los argumentos opuestos, la creo pertinente vistas las discrepancias tan vitriólicas que se están produciendo y que no son nada evangélicas. O establecemos un consenso común, o la causa del Evangelio la estamos perjudicando nosotros mismos. Hágase todo para edificación* dice el apóstol. Parece ser que en general, no se está haciendo así. Y es comprensible pues no es lo mismo la idoneidad de una forma de religiosidad en el primer o tercer mundo, y en otra infinidad de supuestos. 

*Romanos 15:2 

*1 Corintios 14:3 

*1 Corintios 14:12 

*1 Corintios 14:26 

*2 Corintios 10:8

AMDG.