El compromiso

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Vivimos unos tiempos en los que se cumplen las  profecías de Daniel Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; (Daniel 7:25) y otras más, que juntas forman un cuerpo de profecía que encaja con los tiempos que atravesamos. Van a quitar los símbolos cristianos de las escuelas y de todo tipo de estancia oficial, y no sabemos si se llegará a la prohibición de las que hay en las casas. Que puede ser que sí.

 

Yo no soy proclive a la mucha iconografía; hasta en algunos casos me parece bastante inapropiada, cuando se maneja malamente por la llamada «piedad popular». Son tic que se asemejan mucho a la pseudo idolatría, atenuada por la ignorancia y la pasión. Tampoco soy iconoclasta, porque creo que las imágenes, así como las fotos tienen su utilidad para personas incapaces de hacer abstracción de los símbolos, y los necesitan para poder entrar en la quietud que se requiere para practicar su culto personal.

 

Como el hecho de quitar los símbolos cristianos forma parte de un plan de eliminación, no ya solo de La Iglesia Católica, sino de la presencia cristiana en nuestras legislaciones y cultura, es por lo que entiendo que, sin faltar al respeto democrático a las autoridades, les hagamos saber que no estamos por la labor de secundar todas sus intervenciones, tendentes a eliminar a Dios de nuestras conciencias y nuestra cultura.

 

¿Qué se puede hacer? Aquí apelo a los cristianos que lo son de verdad. En este caso es igual el católico (más perjudicado por las medidas inminentes del gobierno) que el protestante, que el evangélico que el «testigo» o los carismáticos de toda condición, etc. Si son, o se tienen por verdaderos cristianos, han de hacer causa común con todos, y desarrollar una estrategia que haga desistir a las autoridades civiles de tales propósitos.

 

Conozco casos de «cristianos» (aquí no se trata de hacer proselitismo), que no tienen en casa ningún icono cristiano, pero sí preside el lugar más prominente, una enorme foto del representante político del partido de sus amores. Al comentarle esta contradicción, me decían que eso es distinto porque a ellos no los adoraban. No sé la idea que tienen algunos de los que es la adoración, pero ahora no se trata de discutir de ello. Se trata de que si derriban la cultura cristiana de los lugares estratégicos, no habrá tregua para nadie, que no sea la de la sumisión completa a cualquier esperpéntica medida contra los principios todos del cristiano, sea de la clase que sea. Y «cuando la barba de tu vecino veas pelar, echa las tuyas a remojar».

 

En esas condiciones, el que apoye estas medidas tales como hacer depender de la autoridad civil los permisos para el culto, en las condiciones que el poder civil pretenda, y tampoco se oponga a ese escarnio, yo le digo clara y rotundamente que no es cristiano; ni las mayores faltas o abusos  que se atribuyen a unos eclesiásticos (abusos corrientes en la especie humana), le pueden convencer de que apoye a los que preparan estos desmanes o ya los están poniendo en marcha. Avisado queda. No diga que no se le advirtió del peligro. Sepamos separar la paja del trigo.

 

La descristianización de toda una nación de auténticos valores benéficos, se mire por donde se mire, me hace decir confiadamente (y esto sin entrar en materia económica ni de autoridad legítima): no estoy conforme y me opongo rotundamente a que se haga con los cristianos semejante agravio. Porque el agravio se le hace a Dios; los cristianos que por acción u omisión lo apoyen por sentimientos políticos, son tan culpables como los que los proponen. ¡¡Que lo sepan!! Merecemos estas agresiones por nuestras pasividades y tibiezas, pero Dios se apiadará de nosotros, pero ¡ay! de los que profesando ser cristianos antepongan intereses y querencia a la verdadera fe. Y que sepan los políticos más ortodoxos cristianos que se sorprenderán, cuando puedan por ejemplo cerrarles Montserrat.

 

Querer descargar este peso y esta obligación sobre una jerarquía eclesiástica, comprometida por causa de una previa propaganda, es abandonar a los pastores y dejar llegar estas agresiones a su cumplimiento. Hermanos cristianos de cualquier condición: como el Alcalde de Móstoles,  hago una llamada angustiosa a todo el que se sienta cristiano, milite en la formación política que milite. No consintamos esta agresión. Movilicémonos pacíficamente, y que los gobernantes puedan captar que España entera no quiere más o menos economía, que eso es pasajero y siempre se puede arreglar, sino que se respeten su fe y sus costumbres, que son buenas si se hacen con el espíritu eminentemente cristiano.

 

Cristo Jesús, padece agresión y persecución. ¿Qué vamos a hacer nosotros? No pensemos que no se nos pedirán cuentas. Los símbolos cristianos no son para adorarlos, sino para que la presencia en los lugares donde siempre han estado son recordatorio a los más tibios de que Jesucristo vive, y está cerca de nosotros. Esa es nuestra fe, y esos son nuestros derechos. Nadie le ha dicho a ningún militante de cualquier grupo político que deje de ejercer socialmente sus convicciones, pero los cristianos también tienen ese derecho.

 

No vamos a ir contra nada ni nadie; simplemente queremos que se respeten nuestros derechos, nuestra piedad, y nuestra forma de vivir. Hagamos un esfuerzo, y comprometiéndonos con Cristo reivindiquemos su señorío sobre nosotros, y que esta ocasión valga para que la aprovechemos para una mejor comprensión entre nosotros, y una unión con quien de veras interesa.- Con el mismo Dios.

 

A Él toda la gloria y el poder