El «Contrafanatismo» moderno

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

            Me harían reír si no fuesen tan graves, las cosas que se dicen con respecto a la religión y a los que la practican. Esta práctica, llamada religiosa, es ni más ni menos que tener en cuenta a Dios y a su Palabra. A la persona religiosa o espiritual, se le llama con el mayor descaro, «fanático», porque está firme en sus convicciones que, aparte de la adoración a Dios, es andar en los designios de Él haciendo el bien. Ya lo decía el apóstol: En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. No creo que esta receta sea algo perjudicial para la sociedad o para «las masas», sino al contrario, es el bien de regreso a su estado prístino.

 

No desecho las perplejidades, dudas, y hasta rechazos que se basan en la inadecuada forma de vivir el cristianismo por algunos cristianos. Hay una gran contradicción entre lo que es bueno, y lo que en la práctica se hace; es muy comprensible esta actitud de algunos que se tienen por rectos. Lo que no se puede, es juzgar la doctrina y a Dios, por las conductas inapropiadas de algunos cristianos, laicos o clérigos, que son una minoría, aunque el «contrafanatismo» de lo políticamente correcto, utiliza estos casos para desacreditar la fe cristiana.

 

Y la fe cristiana es clara; otra cosa es como la llevamos adelante. De Jesús se dice que pasó haciendo el bien, y aquí viene al caso lo dicho por el apóstol Pedro nada menos: Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente (1ª Pedro 2:21 al 24) 

 

Me parece, y por eso lo digo que Jesús al que alude en este pasaje, tenía suficiente entidad como para que su ejemplo fuera seguido por todo el que albergase en su corazón, sentimientos de respeto por la verdad y el amor. Sacar a colación lacras que todos tenemos para desvirtuar la  eficacia de la doctrina, es querer sustituir las «ganas de comer», por la terrible mordedura del verdadero hambre. Miremos lo que dijo e hizo Jesús ¿estamos de acuerdo en que era (y es) algo fuera de toda clasificación? Pues fijémonos en Él, y no nos andemos por las ramas, para justificar rencores o ideales; si estos son buenos, están  sobradamente explicitados en la fe cristiana.

 

Lo políticamente correcto, en general es la anarquía, la vulneración de las leyes, la legislación corrompida, la alabanza y admiración por el malo, y la persecución del bueno si este levanta su voz contra de este estado de cosas. La verdadera Iglesia de Dios busca solo el bien, la concordia, y el respeto por la naturaleza desde siempre; respecto a estas cosas dice San Pablo hablando de los judíos, en situaciones que se pueden elegantemente aplicar a nuestro tiempo, las siguientes palabras: ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? (Romanos 3:3)

 

Estas personas que critican tanto la fe, son ellos mismos los que más dependen de una fe incierta, que ya ha demostrado sobradamente su fracaso y los sufrimientos que ha inflingido. Pero la tozudez y pertinacia del hombre no regenerado, queriendo construir la sociedad y la vida según unos postulados que prescinden de toda misericordia, para en cambio sumergirse en el pozo de la codicia, la lujuria, y todos los malos hechos que contemplamos diariamente, no hace posible el triunfo del crucificado para bien de toda la humanidad.

 

Los cristianos… ¿Somos pacatos? ¿Estamos extraviados? Pues bendito extravío, que nos hace seguir la senda que Jesús marcó, para hacer el bien en todo tiempo y lugar. Seguimos esta senda, porque es la buena, y a miles de millas del mejor filósofo o ser humano que haya existido. En esta fe de Jesús, podemos andar sin temor a extraviarnos, por que es la única que nos lleva a fundirnos con Dios por toda la eternidad, y además ser siempre el alivio de caminantes extraviados, con la luz que el Espíritu de Cristo nos proporciona

 

A Él sea el poder, la alabanza, y la acción de Gracias

 

 

Las gentes

 

Esclavos de su opinión,

Y sin ver que en esta feria,

Los tratan con aldabón

De extravío y de miseria

 

El personal va de listo,

Porque nunca han aceptado

La soberanía de Cristo,

Ni jamás tregua le han dado,

 

Hoy con su causa perdida,

Desprecian locos la paz

Que se les da por La Vida.

 

Plenos de un orgullo altivo

A Jesús y al Padre ultrajan

En su mensaje… ¡que es vivo!

 

Rafael Marañón