Corrupción

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

Hay ocasiones en las cuales los que escribimos y criticamos mal o bien, somos a la vez criticados por los que no comparten nuestra forma de ver las cosas y, por tanto, nos enteramos de lo mal que caen las criticas a todo el mundo. 

Pero si no hay crítica no hay debate, y las cosas se tratarán entonces desde una sola vertiente. Eso no es información, ni formación, sino sencillamente traer a los demás a nuestro propio lugar. Ese afán proselitista de todos y cada uno de nosotros es curioso, porque en medio de la enorme diversidad de opiniones e ideologías, la que únicamente tiene trascendencia y valor es la que trata la verdad en todas sus facetas. La objetividad está reñida con la ideología y los que critican al escritor lo hacen desde unas premisas necesariamente subjetivas, interesadas y emocionales. 

Comprender al que escribe en lo que escribe, no es saber su forma de ver las cosas desde un punto subjetivo, sino que se tiene que mirar desde otro punto de vista más cercano y real; desde luego, no con animosidad, porque cada cual tiene sus razones o sinrazones para pensar como piensa. Si alguien tiene razón… la tiene. La verdad es soslayada, porque no conviene a los intereses personales o de grupo por muy excelentes que se pretendan.  

No hay nada de excelencia en quien no busca la verdad. Y para imponer verdades que no lo son, se tiene necesariamente que usar de la violencia en sus muchas clases y modalidades. Toda imposición, y más aun la que se basa en una legitimidad que brota de un uno por ciento más que los opositores o aspirantes, es totalmente espuria y no deja de ser violencia por muy suavemente que actúe. 

Hoy ya están tan polarizadas las ideas, que solo hay unos pocos modelos que en algunas variantes copan todo el pensamiento de las gentes. Se tiene que estar en un grupo o facción, porque el pensamiento libre ha sido castrado a modo. Y no es lo peor, sino que cualquier ideología si cuenta con un histrión que la exponga se impone al conjunto, quiera este o no quiera. El mandamás elegido, dispone sobre vidas y haciendas, basado en la legitimidad de los votos como pasa ahora en Honduras, que le permiten hacer lo que se le ocurra, sostenido por los que de antemano van a ver bien todo lo que haga. 

Se forma así una dependencia paradójicamente más fuerte, a medida que estas circunstancias permiten vaciar de contenido el pensamiento y las aspiraciones de los individuos, en aras del grupo al que pertenecen. Es decir, zombis; su pensamiento es poco más que la oposición a lo establecido, sin matices. Así creen que contrarrestan la influencia de las instituciones apoderándose de las conciencias de las gentes, por lo demás muy dispuestas a ello. 

Esto no agrada a los buscadores de la verdad, que se empecinan en continuar pensando con independencia y trazando sus propias ideas. Ya ve usted, realmente herejes sociales. Y como para subsistir socialmente tienen que pertenecer a un grupo con las condiciones que este dictamina, se encuentran perdidos entre una jungla de solicitaciones, y posteriormente a la postergación social. Así se pierden las mejores y más útiles personas, que podrían ser los que mantuvieran la calidad del pensamiento, y matizaran las apetencias de pan y circo que desde siempre han pedido las masas envilecidas.  

El estado al que se desemboca, es uno en el que la verdad no cuenta para nada, sino solo la aparente conveniencia con la más grosera corrupción y envilecimiento de todos los valores, hasta dejarlos en algo de lo que se pueda uno burlar ridiculizándolos continuamente. En estas condiciones se puede constatar que la sociedad entera está podrida. Tal como las termitas roen y vacían las maderas que sostienen una construcción hasta que se derrumba toda ella, estas ideas, que no son más que sonsonetes sin base moral ni científica alguna, se imponen a fuerza de machacar sobre los mismos temas y sobre las mismas ignorantes o interesadas personas.  

En este estado de cosas, es evidente que hay que establecer un muro de gente generosa, que basada en la fe cristiana y movida por el amor a Dios y a su Iglesia establecida por el mismo maestro de todos, haga causa común con la filosofía cristiana del amor y de la evidencia de que somos uno en presencia del Creador. Esta sociedad solo espera que los cristianos se muestren y hagan ver, que los postulados de Cristo son la panacea y la solución a los males y problemas del mundo entero. 

En la Alemania nazi, los militares llevaban una consigna que decía: Mi honor es la obediencia. En España es: Todo por la patria; El honor es la principal divisa. No hay honor para el cristiano, si no pone al servicio de su señor toda su energía y capacidades en pos de un servicio a Dios, que deviene necesariamente en un servicio al prójimo.  Esa es la prueba indiscutible de que se ama al Señor. 

 

Quien no busca la verdad

No se merece encontrarla;

Quien la busca con piedad

La encontrará para honrarla.

 

Rafael Marañón