El devenir del hombre

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

Es necesario penetrar en la realidad, para comprender la culpabilidad del hombre; insistir no es nada más que cumplir con un compromiso que tenemos para con los demás. Las gentes andan por la vida y se van al fin, sin saber en realidad para qué existieron. Sus vidas han transcurrido en un continuo esfuerzo para procurarse la supervivencia, y otros para retener sus riquezas en el miedo cerval de que estas le fueran arrebatadas, y estar entre los que acostumbrados a ello, viven entre la precariedad y o algunos destellos fugaces de prosperidad..

1500 millones de personas viven hoy día, sin más energía que la fuerza de sus brazos y de sus bestias. El alimento de cada día es tan precario y difícil, que no tiene apenas tiempo de pensar adonde les lleva esa vida, y se aferran a las normas ancestrales para sobrevivir sin penetrar en el profundo misterio de la naturaleza y el origen de ella. Es un planeta cargado de ignorancia y de fatiga. La abundancia se acumula en unos países, y se desploma en otros. Se forma así, una filosofía de la ley de los animales, es decir la ley de la selva, ya que la subsistencia de esta prosperidad, también es fatigosa y cargada de desesperanza.

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En esta sociedad todo otro hombre es tu enemigo,  competidor, o posible depredador, y mucho más peligroso que los animales de los que se conocen las intenciones, que el hombre oculta hábilmente. Este conocimiento de la inescrutabilidad de las reacciones humanas, hace de los hombres unos seres paranoicos y desconfiados; y no les falta razón, aunque esta situación es una carga en sus vidas que raramente pueden soportar. Lo vemos en personas notables y en la cúspide de la sociedad, desesperadas que queman su vida a pesar de tener el beneplácito y la fama entre los hombres.

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Cuando irrumpe el cristianismo, se vislumbra la posibilidad de que siguiendo sus postulados se puede alcanzar una humanidad liberada de desconfianzas fatales y, por tanto, libre de cuidados o desconfianza de otros hombres, próspera y pacífica. No es así, porque es ser humano, tan contradictorio, dice que él practicará también las costumbres cristianas “sobradamente contrastadas”… cuando todos lo hagan, para no cumplirlas nunca.

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Y así transcurre la vida de miles de millones de personas a lo largo de los siglos. Esta paranoia produce la esclavitud, la guerra, y todas las calamidades morales y sociales del mundo en que vivimos. Rechazar el mensaje cristiano equivale a la aceptación de esta paranoia y desconfianza, aunque hábilmente escondida en las muchas manifestaciones de indignación ante la pobreza, la dominación, y el derroche de los medios por parte de unos, y la precariedad y la pobreza extrema consentida por parte de tantos otros. Pura farsa, que venden como rectitud

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El mensaje de Jesús, que Él mismo practicaba, derriba los prejuicios de razas, situaciones económicas, etc., porque predicando el amor, supera cualquier exigencia de leyes y costumbres. Es el mensaje de  la liberación y de la auténtica hermandad entre los humanos, con vistas a la vida trascendente que es estar junto a su fundador, Jesús el Hijo de Dios.

 

El hombre necio se tortura y sufre

Por no seguir la senda señalada,

Por Cristo guía y salvador del hombre,

Y andar por donde pierde la jornada,

La salvación, liberación, y nombre.

 

Rafael Marañón

 

AMDG