El Evangelio es para todos

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

Jesús no dijo nada de que el evangelio (buena noticia) es solo para los buenos, porque no es así; Él vino a morir por todos, malos y buenos (¿dónde están los buenos?). Vino a enseñar y a morir por los malos, que somos todos. Si no es así, ¿por qué había de morir en tan cruenta manera? Jesús no vino a redimir personas dignas, sino a los malos; a los que en su rebelión padecen los resultados de su necia suficiencia.

 

Muchas veces, es más necesario explicar a las gentes los misterios más simples, que grandes e  intrincados misterios teológicos; porque muchos hay que lo ignoran prácticamente todo diciéndose  cristianos. Es necesario que los predicadores sean sagaces, y se den cuenta del nivel de las personas que le escuchan y adaptarse, no en la doctrina, sino a las necesidades más primarias y, solo después, aplicar las más complicadas para las personas en condiciones de recibirlas.

 

Las personas que encuentran más dificultades para comprender son precisamente la mayoría, y son  las que necesitan un mayor esfuerzo y dedicación para hacerles más fácil la comprensión de la vida de Dios por su Evangelio. Dejemos a los teólogos ocuparse de asuntos espirituales sutiles, y demos a las ovejas pasto que puedan comer con delectación y provecho.

 

A veces, cuando pretenden enseñarnos el funcionamiento de algún cachivache que es novedad, nos dicen las cosas con rapidez y complicación. Efectivamente han demostrado que son unos excelentes conocedores, pero no era ese el objetivo de la maniobra. Era que enseñaran, y no que se dieran a conocer como expertos. Eso ya lo sabíamos. Así, en la predicación del evangelio, hay que seguir las huellas de Jesús que se valía de las parábolas, para que las gentes sencillas comprendieran y los orgullosos sabihondos se perdieran.

 

El Evangelio es pues para los perdidos, no para los que no necesitan de arrepentimiento. Esa es la grandeza del evangelio de Jesucristo. El murió por los malos (que somos todos) y no por los que se tienen a sí mismos por buenos. Conociéndonos a nosotros mismos, sabremos más o menos como son los demás. Así pues, Cristo murió para salvar a los pecadores, de los cuales dice el apóstol Pablo: Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. (1ª Timoteo 1:15).

 

Si Pablo que dio su vida por el Evangelio dice que es el primero de los pecadores siendo quien era ¿Cómo nos atrevemos nosotros a sentirnos superiores a él? Demos gracias a Dios por su don inefable, y aprovechemos su generosa oferta en Jesucristo para confesar nuestras culpas; porque si se hace genuinamente, serán perdonadas con igual facilidad las chicas que las grandes ¡y olvidadas! No es un indulto, sino una amplia y generosa amnistía. ¿Hay quien dé más? 

AMDG