Lacras, Coartadas, Seguridad

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Estimado amigo: hubiera preferido que me hubieses expuesto tu opinión en los comentarios del blog, aunque así me das más posibilidades de contestarte, y que otros también sepan de que va este asunto. Debes saber que hay personas preparadas, que me han aconsejado que ponga las cartas que recibo, y al contestar se puede ver el contexto de la discusión (no disputa) y así se cotejan las respuestas; pero como no lo deseas,  y se hará como dices.

.

Si toda nuestra fe se basa en la pertenencia a alguna denominación, opino que estamos errados hasta más no poder. Cuando hablemos de la apología de algún grupo, estaremos haciendo proselitismo y no evangelismo. Reconozco las maldades del los Borgia, pero también las de Lutero, cuando mandó exterminar a los campesinos porque se desbandaron tras la fe anabaptista. No es cuestión de recrear la historia aquí. Ilústrese cada uno, porque esto está al alcance de cualquiera en Internet.

.

De la desviaciones de los clérigos de TODAS las denominaciones ya hemos hablado, y son cosas humanas que suceden siempre y seguirán ocurriendo donde haya personas.  Más notorias, en estos casos de clérigos o afines.  Y acertadamente no van a ir pregonando las lacras que en toda sociedad se producen. Ya se ocupan de eso los adversarios. Y en lo que respecta a la cuestión de la divergencia entre los gobiernos con las iglesias (observe el plural), es natural que así suceda porque las gentes en general van tras sus deseos y ambiciones. La verdadera Iglesia no dice SI, a lo que debe decir NO. Es como dice Jesús, y no como diga cualquiera.

.

En una ocasión parecida, un creyente respondió ante un opositor: tú lo que estás es enfadado (el dijo otra cosa), porque no eres rico. Porque envidias y codicias el automóvil del vecino, o su casa o su esposa etc., y no las tienes. Has tenido suerte distinta, y claro está, te sientes como los estudiantes americanos de los años ochenta, que pensaban que la vida no les había dado lo que ellos suponían que debería haberles dado.

.

Y eso ocurre a muchos, más frecuentemente de lo que creemos. Son muchos, los que creen que con pertenecer nominalmente a una congregación, ya tienen la salvación asegurada. Yo no lo creo así. La pertenencia a una denominación, fraternidad, o rito, no salva automáticamente. Solo salva, la fe en Jesucristo. Todos estamos bajo la misericordia de Dios, y eso es lo relevante. Es por eso que entregó a su hijo para que muriera por nosotros; traicionar su mensaje para adaptarnos a los conceptos del mundo no tienen nombre. 

.

Tener que definirse como «esto versus aquello» es una barbaridad. La pertenencia a cualquier tipo de iglesia cristiana tiene que tener como origen necesario y suficiente, la «fe en Jesucristo»

A partir de ahí ya se puede empezar a hacer teología pero el principio es la fe en Jesucristo. NO basta decir «creo en Dios», porque Jesús dio por valida la fe que los discípulos tenían en el Padre. Pero él les dijo algo irrevocable. Creéis en Dios; creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. (Juan 14:2)

.

De buena o mala gana, al final de sus razonamientos, todos creen en Dios, por que no todo el mundo es tan necio. Lo difícil y meritorio es creer en Jesús y obedecerle.  Ante la muerte, hasta los más agnósticos y ateos, se lo piensan de una u otra manera. Como no conozco el pensamiento de nadie no diré que lo sé, pero lo intuyo vehementemente.

.

Decir, soy esto o aquello, es fácil y a muchos les tranquiliza la conciencia, pero la realidad es otra distinta. Quien no está en el libro de la vida queda fuera, y aunque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables, la libertad humana y la justicia de Dios,  permite que puedan ser borrados muchos de ese libro. Como yo no me he pertrechado de meritos con los que justificarme, y dependo absolutamente de la misericordia de Dios, estoy tan seguro como no se puede estar más confiado; y ello me hace muy feliz.

.

Jesús es mi maestro y mi guía como antes era la Ley para los israelitas. Siguiéndole no se pierde nadie. Y los cristianos nos somos «borregos» en dirección al matadero, sino ovejas que esperamos y encontramos siempre con nuestro Pastor delante, prados verdes, abundantes, y deleitosos.

.

Confía en Jesús, y todo eso y mucho más, será tuyo.

.