Proclamar a Cristo

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Conecto diariamente con multitud de personas, algunas ya conocidas y queridas, otras no tanto, pero amadas también. Es vertiginoso el fluir de ideas y pensamientos de cada uno de los que me escriben. Normalmente yo les animo a que me escriban en los comentarios de mi blog, pero hay muchas cosas personales que prefieren decirlas directamente a mi correo. También debe ser, supongo, la comodidad de responder desde el mismo mensaje que reciben. Esto no es significativo. Yo pongo algunos ya que dispongo de cinco añadidos a mi IP.

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Lo importante, a mi parecer (y así actúo), es que las palabras lleguen a tantos correspondientes como llegan; lo que cada uno haga con estas reflexiones, es de su responsabilidad. Cristo es anunciado (y eso es lo vital), y el que desee meterse en harinas teológicas puede hacerlo en su libertad. Yo proclamo una vía única, hacia una salvación muy grande; salvación no solo en la esfera de la vida eterna prometida, vislumbrada una vez que te introduces en ella, sino que también en esta esfera de la vida anticipa una excelencia y un espíritu diferente que hace distinto también al creyente que los es sinceramente.

 

. Ahora estamos en una época de elecciones, y es tremendo lo que llegan a decirse unos de otros. Ahí es donde hay que preguntarse ¿dónde está la verdad? Pero existen unos hechos que hacen ver algún atisbo de ella. Por tanto cada uno que saque sus personales conclusiones. Con unos cristianos asustados por perder sus puestos y situación, no tenemos forma de detener la marea que nos inunda.

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Para los puristas diré que no se trata de política, que no es lo mío. Es lo que hay detrás de unas gentes que, llamándose cristiana, sea votante del aborto, de la eutanasia, de la educación ciudadana, de la mentira y de las desviaciones de todo tipo. Ya en otra ocasión, dije que no los considero hermanos en Cristo y ahora lo corroboro. Por que sé que es así.

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No quiero contemporizar y solo me pliego a las ordenanzas de Jesús, y a las indicaciones del Espíritu como principio de toda mi fe. Y lo siento en el alma, porque algunos son excelentes amigos y familiares muy queridos. Es por eso que me esfuerzo más con ellos. Pero Dios reparte los dones como Él quiere.

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Pudo hacer elefantes como ratas, y ratas como elefantes. El porqué de esta opción no lo conocemos. Es así y basta. Hay gente buena y mala en todos los estamentos sociales, por lo que no se puede discriminar por razón de sus pertenencias a determinadas alternativas. Naturalmente los que pertenezcan de oficio a determinadas instituciones, se supone que han de ser ejemplo en su prelacía de los que están a su cuidado.  

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Lo evidente, es lo bueno para todos.  La gente confunde los términos normal y corriente, que de ningún modo son iguales. Lo que no es normal, no es bueno para nadie. De modo que yo sigo en mis trece, porque no hay nada que pueda convencerme, ni de lejos, en comparación.

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¡Jesús es el Señor! Proclamo y proclamaré mientras viva. Quiero el bien de la humanidad, como Dios lo quiere. Y así actuaré mientras pueda. Lo demás queda en sus manos.

 

AMDG