Fútbol, toros, golf, etc.

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

No he visto el partido de fútbol final, entre dos equipos españoles y me alegro aunque he sido futbolista en mi juventud. Me alegro, porque no he tenido que ver  hasta donde las masas obnubiladas por la propaganda y la mentira son capaces de llegar. Prescindiendo de todas esas consideraciones, se me vino a la mente el trato que a Dios les dan, las ingentes masas de personas que solo ven lo que tienen delante, sin darse cuenta de la belleza de la corola de una flor o de la belleza de un petirrojo.

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¿Argumentar con ellos? No sirve de nada; solo anunciar la verdad del Evangelio de Jesucristo a quien quiera oír, y dejar que se vaya cumpliendo la voluntad de Dios en la Tierra. Es cosa nuestra llevar a estas mismas masas al Evangelio de la Paz; ya después, cuando las cosas lleguen a su punto álgido, se matarán entre sí y añadirán la clásica estúpida pregunta. ¿Por qué, Dios permite las guerras?

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¡Vaya pregunta más archiconocida y manoseada! Pronunciada constante y agresivamente, para todo caso bélico en cualquier lugar, y desde luego arrojando la culpa de los extravíos de los hombres sobre las espaldas de un Dios Creador al que no reconocen, y del que cuando reciban la retribución debida a sus extravíos maldecirán… por supuesto sin reconocer que lo hay. Un siniestro contrasentido más. Yo diría estupidez, pero como somos tan sensibles, dejémoslo en estolidez que suena menos agresiva.

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¿No queremos libertad? ¿No queremos hacer lo que a nosotros se nos antoja que es lo que debemos hacer, sin tener en cuenta a Dios¿ O, como en el caso del fútbol despreciando al rey y al símbolo de la unión entre españoles? Pues ahí tenemos la libertad. Libertad de sacarnos las entrañas, libertad para que nuestras hijas no tengan el amparo al que tienen derecho, de unos padres que la dirijan hasta que ella misma pueda tomar, con madurez, sus propias decisiones, de la que naturalmente, ahora SÍ será responsable.

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Así, Dios es despreciado; y atacado el Evangelio sin el menor rubor por gentes que solo saben argumentar que el cura cayó en un fallo terrible Los curas que en su labor en leproserías, orfanatos etc. son semi héroes que no cuentan. Claro esta que no conocen o no quieren conocer  lo que ya, no solo el catolicismo, sino lo que el cristianismo en su conjunto hace por los desprotegidos, por los pobres, por las carencia de todo tipo de cualquier clase de gente. Todo lo que toda Cristo aunque sea por hombre falibles es benéfico aun llevado de manera descuidada.

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Lo hacen sin caer en el racismo, ni más limitación que la que los medios económicos les imponen. Y en lugares lejanos a sus familias y a sus patrias, enferman de cuartanas, paludismo, lepra, etc. y entierran su vida (tal como la contemplan los paganos) en un villorrio remoto donde se entregan por entero a las gentes necesitadas de todo. Eso es cuidadosamente ocultado o peor aun negado. Ellos saben que hay quién los ve. No buscan popularidad. Buscan servir a Dios en sus prójimos más abandonados.

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Y al ver las masas enfervorizadas, ahítas de viento y de lugares comunes, pensé que todos nosotros estamos intoxicados de unas querencias, y unas motivaciones que no nos dejan entender las cosas objetivamente. Ver a una persona presuntamente civilizada, actuando como un energúmeno porque un jugador de su equipo favorito había conseguido meter una pelota en un arco con redes,  y eso era en ese momento el culmen de su gozo, es cuando menos lastimoso.

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..Son lamentables estas posiciones, que tanto se dan en gentes que tan pronto creen que sus caprichos se cumplen, ya están pensando en ensanchar su dominio sobre otras. Cristo une a todos y no hace falta blindar fronteras para que cada uno se sienta en su casa, sino que las abre como ningún otro sistema humano lo puede hacer. y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. (Colosenses 1:20)

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Cristo es liberación de tantas lacras. Y, sin embargo, como en el Gólgota, es despreciado y ultrajado como lo fue allí. 

 

AMDG