La Única Puerta. 2ª Parte Rafael Ángel Marañón

Me exaspera mi amigo Federico (FEDE para los amigos), pero tengo muchos amigos de la más variada forma de pensar. Y me hacen recordar la fábula del irlandés que dijo a su amigo: John creo que todo el mundo está loco… y me parece que tú también. Y es que el pobre contrastaba opiniones, y el que ya andaba loco creo que era él. Pues aquí me tienen a mí… loco. Mi locura, es locura de amor.

Comprendo que alguien me pueda decir que soy un poco tonto, alienado, obseso, beato, etc. y hasta fascista, según le caiga al que me lea; soy simplemente un hombre maduro que harto de tanta mixtificación, y no sintiéndome ajeno a ella por mi naturaleza irredenta, me enamoré de Jesús el Nazareno y digo como los guardias que fueron a detenerle mientras predicaba: jamás hombre alguno ha hablado como este hombre. (Juan 7:46).

Y como su vida fue pareja con sus palabras, me dije a mí mismo: yo me voy con este hombre; aquí sí que hay verdad, y este no se aparta de ella ni un milímetro. Yo le seguiré desde mi pobre persona pero lo que yo no pueda Él lo proveerá. Y aquí me tienen ustedes detrás de él como un niño detrás de los que le dan caramelos.

Esta explicación es un anticipo de lo que quiero realmente compartir. Yo he puesto mi vida en el seguimiento de Jesús, y puedo decir que nunca he sido más feliz, ni siquiera en la dulce adolescencia y la dinámica juventud como desde que me fui a Él. Jamás me he sentido más seguro de mi elección, y espero a la muerte, como dijo el poeta, como a una mujer. El resultado es que soy un hombre feliz, que ha hecho feliz a mucha gente solo con apear de mi vida la presunción (algo se escapa), y la intolerancia.

Ahora puedo comprender que Dios es para todos, que de verdad y sin sonsonetes, Dios ama a todos, y tiene para todos un llamado que es benéfico en sumo grado y que nos puede convertir de criaturas en hijos amados como tales. Estoy convencido y más que persuadido, de lo que dijo Jesús es la verdad. Y una de las muchas cosas que dijo es: Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. (Lucas 15:7)

Las verdades de Jesús son muy tajantes, y si hay algo de discrepancia en la «interpretación», es porque muchos se han constituido en teólogos, cuando no conocen ni de lejos el propósito de Dios para sus criaturas. En vez de tratarle como Dios de amor, lo quieren concebir como ser vengativo y malo, y esa es la filosofía y el pensamiento que se está cultivando y enseñando sin cesar. Ya no basta que Dios sea como tan variadamente es concebido. Es que para muchos, ni existe porque de reconocer esa existencia, muchos tendrían que pensar, y este deporte de meditar lo que tenemos ante nosotros ya parece periclitado.

La puerta de escape para quien no conoce esto, solo es Jesucristo y nadie más. Para todos. Esto lo reconocen todos los que le aman, y hacen de sus modos de honrarlo una manera de expresar el hecho que en nosotros supone la existencia de un Espíritu, y el núcleo principal de nuestra vocación; Jesucristo resucitado.

El que no quiera conocerlo, está en su libertad y en sus creencias. Nada puede doblegar la voluntad de un hombre, si él no quiere. Puede confesar lo que se le diga por conveniencia o por fuerza, de cualquier forma que esta sea, pero en su fuero interno sabe que lo blanco es blanco y lo negro es negro. Yo, con Jesús.

AMDG