Cristianos en marcha

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Realmente este asunto de ser cristiano es muy difícil de desentrañar. Hay quien dice (y practica), de que las palabras de Jesús nos comprometen para la eternidad y que en esta esfera de la vida, es necesario comprometernos con los débiles y que el mensaje cristiano se demuestre por las obras que hacemos con nuestros prójimos más desfavorecidos. Por eso, a los que escribimos, se nos exhorta a plasmar en todos los lugares y ocasiones la acción evangélica, siempre acompañada de la convicción de que debiéndonos a Jesús debemos también seguir sus pisadas.

 

Naturalmente existen muchas formas de actuar correctamente según el Evangelio. Unos son místicos y personas de oración continua, y otros son (creo que influyen los dones personales), más activos aplicando a la beneficencia cristiana la sustancia del evangelio. Otros, como no sabemos hacer otra cosa escribimos, comprometiéndonos con nuestro mensaje en medio del maremagno que es la sociedad.

 

Unos son ministros, otros médicos de almas, otros se aplican a cuidar enfermos, y así un sinnúmero de facetas de lo que Jesús nos dejó bien dicho que imitáramos de Él. Decía San Pablo: Sed imitadores de mí, como yo de Cristo. (1ª Corintios 11:1) Él había entendido bien, lo que el Señor le había puesto como primer precepto o unción. Y así añade en otro lugar: Buscad pues los dones mejores, aunque yo os muestro un camino aún más excelente; (1ª Corintios 12: 31), y se explaya en el archiconocido y divulgado encomio del amor.

 

En el amor, los cristianos no podemos permanecer en un ghetto aparte como si ya estuviésemos liberados de obligaciones para con los demás. El ejemplo para todos es la actuación del cristiano en este teatro del mundo. Aquí se ve perfectamente quien es el que ha asimilado las enseñanzas de Jesús. Es cierto que la actuación social es algo tangencial a nuestro hacer pero lo que no creo que debamos hacer es permanecer ajenos a una realidad que nos circunda por todos lados.

 

Es necesario que el cristiano deje clara y rotundamente con el debido respeto, que las normas sociales por muy arraigadas que estén en los más no por eso dejan de ser compulsiones humanas y lejos de la voluntad de Dios. Es por eso que en nuestros escritos debemos dejar claro que nuestra fe nos impide decir que sí donde debemos decir que no. Eso comporta incomprensiones y más cargos de los opositores pero no nos debemos como los pavos reales amainar el plumaje a las primeras de cambio cuando empiezan a surgir los rechazos y hasta la hostilidad.

 

Hacer la voluntad de Dios en Cristo nos obliga a ser mártires de la incomprensión, y del contraste de ideas de los demás, pero tenemos que acostumbrarnos a aceptar que no todos pensamos igual, que cada cual aun dentro del cristianismo tiene una idea más o menos razonable de la verdad; Jesús dijo: porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mateo 7:14).

 

Nuestro esfuerzo debe ir en primer lugar a la evangelización genuina acompañada como no, de las obras que ameriten que en realidad creemos en aquello que proclamamos. Solo debemos en Jesús y en como procedió en todo momento. Si no somos capaces de imitar al Cristo bendito, tratemos de imitar al imitador de Él; al apóstol Pablo. Hermanos, sed imitadores de mí y ved a los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis en nosotros. (Filipenses 3:17)

 

AMDG