La Gracia de Dios. 4ª parte.

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Esto es asunto muy interesante, por cuanto las gentes se habilitan mil formas de mirar este maravilloso don y habitualmente lo confunden. La Gracia de Dios no la imparte ser humano alguno. Es una disposición de Dios, a rescatar a sus locas criaturas del barro y de la confusión en que se encuentran. Basta para darnos cuenta, con marchar por una acera de la ciudad y cruzarse con multitud de personas, que ni saben ni quieren saber de lo que Dios tiene dispuesto en bendiciones y amor para ellos. Como decía Machado el poeta.

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Ojos que a la luz se abrieron

Un día para después

Ciegos volver a la tierra

Hartos de mirar sin ver. 

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La Gracia de Dios está extendida para todos los humanos, porque somos criaturas hechas a su imagen y semejanza; por tanto Dios no hace una Creación, para después dejarla abandonada y ocuparse de otros asuntos. Él en su amor por nosotros, conoce el mal uso que hacemos de su libertad (concedida a todos), para tener misericordia de nuestras maldades y torpezas; la Gracia es un don para todos, y no solo para quien se cree que con su vida y su moral ya merece un trato especial. .

 

Jesucristo dijo claramente que no había venido de parte del Padre a otra cosa que a salvar a los pecadores, llamándoles al arrepentimiento de obras malas y pensamientos agrios y agresivos; eso solo se hace con la Gracia y la buena voluntad hacia sus criaturas, de las que conoce su debilidad pecaminosa y su tendencia al mal. La libertad supone elección, y por lo tanto podemos elegir entre el bien y el mal. El poder fascinante del mal nos lleva a todos a la vulneración de la voluntad de Dios para con nosotros; dicho sea de paso esa voluntad lo único que pretende es guiarnos, para que usemos adecuadamente la libertad..

 

Pero somos débiles, y hay muchos espejuelos puestos delante de nosotros por el enemigo de nuestras almas para llevarnos al terreno que él quiere, prometernos lo que nunca va a dar, y llevarnos con sus ofertas a donde quiere, que es simplemente nuestra perdición; como el buey que es llevado simplemente con una argolla en su hocico, o el cerdo que ve siguiendo el rastro de habas hasta que sin darse cuenta, se encuentra enfrente del banquillo donde le van a dar muerte seguidamente..

 

Dios nos sujetó a todos (en la libertad) bajo pecado, para de todos tener misericordia. Y de todos, espera que la busquemos simplemente aceptándola y desarrollándola en nuestro propio beneficio. De nada sirve tener una medicina que nos curará en un momento en cuanto la tomemos, si no hacemos movimiento alguno para beberla y ser curados. La medicina puede estar días y días esperando, y no se la puede acusar de que ella no cura. Es que sencillamente la hemos despreciado, y no la hemos bebido para que surta sus benéficos efectos. 

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Así la Gracia de Dios está junto a nosotros, y es ofrecida reiterativamente por el Evangelio de Jesucristo que solo dice que vayamos a Él. ¿Los que estemos satisfechos y orgullosos? ¡Rotundamente no! Venid a mí los que estáis cansados y cargados y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y obtendréis la paz de vuestras almas. Esa es la oferta de Jesús el Mesías de Dios. Paz para nuestras almas ahora, y bendita felicidad eternamente, porque hemos elegido la buena parte. 

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El yugo es para que lo admitamos en nuestros trabajos en este mundo, y él llevará su parte con cada uno de nosotros, para hacer más liviano entre los dos, la carga de nuestra vida y libertad. Aquí, ahora, no estoy tratando de preceptos ni otra clase de acción que la de aceptar a Jesucristo, como salvación gratuita y eterna. Solo eso. Las muestras de piedad y las reglas, son elegidas limpiamente y en conciencia por el que quiera, para guiar sus pasos por el camino de la paz. No hemos sido hechos libres para que vivamos en el temor.- Dice San pablo. 

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Un toquecillo Bíblico, que es la viva imagen de una realidad.

 

MISERICORDIA GRATUITA PARA TODOS

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A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.

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    ¿Por qué gast.

    Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto sempiterno, las misericordias firmes a David. (Isaías 55:1y s.s.)

AMDG