Epístola a un Francmasón

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Estimado Francmasón. No pasa nada aunque te equivoques de nombre por favor. Yo tengo que escribir con letras gordotas para poder hacerlo, porque veo menos que un topo. En los libros  puedo mejor, pero en la pantalla… Así que tranquilo y que tus comentarios sean gratos y sinceros para ti, y sin preocupación de cómo haya yo de verlo mal o bien. Ya somos amigos.

 

Si alguien está en lo cierto solo el 51 %, se puede ir a la bolsa y hacerse rico en poco tiempo. Así que yo siempre aunque creo al 100% lo que escribo, tengo que dejar un margen en lo que es accesorio, porque hay multitud de personas que no piensan como yo. Ciñéndome a mis convicciones, y aunque interpretado mal a causa seguramente de mi torpeza como escritor, procuro ser sincero. Los resultados son a veces estremecedoramente magníficos, y otras son de oposición, lo cual no me hace desistir en lo mío.

 

La oposición refleja un modo de pensar distinto al mío, pero tan respetable como otro cualquiera. ¡Es que piensa así! Y yo no me enfado ni, desde luego me dejo encasillar, en grupos, tendencias, o cualquier otra clase de vasallaje espiritual o material. Soy mostrenco para las necedades, y soy liberto por que Cristo me hizo libre, y mi referencia, como he repetido multitud de veces, es de Jesucristo, su persona y su palabra.

 

Lo demás es respetable, siempre que no caiga en la grosería, la descalificación, o las formas grotescas de producirse, que a cualquier persona normal (no corriente), no pueden gustar por ese motivo. Es por eso que el que se exponga atreva en  en discusiones o trate de servir algún pensamiento al público, esté preparado y seguro porque si no, tantas diversas formas de pensar pueden arrastrarle a herejías y «mercancías» peligrosas. Mejor se queda en casa, o haciendo otra labor eclesial.

 

Estoy persuadido de que Jesús, mi Señor, no se equivocaba en nada, como corresponde a su condición divina. Él es, quien dijo que es. Las interpretaciones que se han dado de su doctrina pueden variar y en ocasiones o puntos concretos, se desvían clamorosamente; pero aunque muchos también se aprovechan para medrar del Evangelio, la bondad de Dios y su amor hacia nosotros los hombres (nombre epiceno, para que no haya «discriminación») no se mueve como no se mueve el amor de un padre-madre, aunque el hijo se extravíe y vulnere en ocasiones su autoridad.

 

Yo entiendo que el asunto de mi fe, debe seguir por los  caminos rectos,  y es muchas veces que he tenido la tentación y a veces lo he hecho, de dejar de escribir, porque consecuentemente debo admitir que haya un sinnúmero de personas que no comulgan con lo que digo. Y a veces se provocan discusiones y hasta disputas. Somos gente de sangre caliente y algunas veces nos enojamos, y nos vamos por las ramas sin ton ni son; me incluyo a mí.

 

No pretendo convencer a nadie con argumentos o acosos, y menos al que esté super-convencido de otra cosa distinta respecto a cualquier controversia suscitada, pero eso enriquece el diálogo y a mí me ha servido para constatar la inmensa variedad del pensamiento humano. Lo que pretendo es pregonar la bondad del Creador; y que no hace las cosas a ver como salen, sino que todo tiene un propósito bien definido en su mente; nosotros solo tenemos que seguir las instrucciones de Jesús que, dicho sea de paso, dijo: porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mateo 7:14). Y como son POCOS no puedo pretender llevar a todos a esa puerta. Bastante hago con trabajar para permanecer yo allí y andar la senda angosta. Hago mi parte, y lo demás lo dispone quien tiene el poder para ordenar.

 

Jesús ha indicado con sus palabras que la sobriedad, la solidaridad, y todo lo que emana de Él es extremadamente bueno.  Es todo muy bueno, como todo lo que hizo el Padre cuando creó el Cielo y la Tierra. Todo era bueno en gran manera. La comprensión de los vicios y caídas es propio del discípulo, porque también él está sujeto a las mismas tendencias; Esta es la  posición de Jesús que dijo muy claro: Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. (Juan 12:47).

Jesús, aunque pleno de autoridad, deja esa facultad a Dios, el Padre Creador y Sostenedor del Universo: Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.

No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. (Juan 5:26al 29).

Eso creo, y eso divulgo, sin intención de ofender ni de llevar a nadie a mi pensamiento si él no va, porque yo no soy nadie y hay personas con mucha más autoridad y conocimiento que yo; solo busco que  compruebe de forma libérrima que las palabras de Jesús son Espíritu y son Vida. Y Él es que lleva a los hombres a Dios. Yo solo soy un deficientísimo pregonero. Quien sigue sus pasos de verdad (y no de simulación para quedar bien con quien le convenga), tiene vida eterna; De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. (Evangelio, y 1ª Carta de Juan).

Y ahí ya, cada cual que piense en su responsabilidad y en elegir el camino para su vida, porque esta es la primera parte de la «película». Al que me escribe insultando al Papa no le puedo decir nada, hasta que examine lo que quiere decirme respecto a Él; NO creo que dije nada falso si afirmé que es un hombre inteligentísimo, bien informado, y bien asesorado. La opinión contraria es respetable, solo si se basa en hechos o en algo concreto y verdadero que yo desconozca. Como alguien me dijo «Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios».

Seguiremos.

 

AMDG

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