No política; queremos rectitud

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

No se que me ocurre, que hoy día para comentar algo que tenga que ver con la religión, relacionada ¡como no! con la sociología, siempre me acusan de político. Y lo que más rabia me causa es que a mí no me agrada la política, por chocar frontalmente con mi vocación cristiana o lo que es lo mismo, mi relación con Jesucristo. Pero bueno, si quiero dar mi opinión, es necesario recibir las de los demás; creo que es lo justo.

 

Las cofradías en Semana Santa protestarán contra la ley del aborto. Es natural que una Semana que es Santa eche a la calle como cualquier manifestación, por la causa que motive sus reivindicaciones o sus protestas. El que una ministra diga que no mezclen religión con política, demuestra (lo digo con profundo respeto al puesto que ocupa), la nula noción que esta señora tiene de lo que es religión y, más lamentablemente aun, de lo que es política.

 

En lo que respecta a lo primero (aun no dándome igual) porque deseo de corazón que la Sra. Ministra se salve, lo que piense cualquiera en cuanto a su religión me trae sin cuidado, si su «religión» es la que por lo que se ve ahora democracia, votación, y «hasta otra». En lo que respecta a la política me pregunto ¿Qué idea de la política tiene una persona, que representa e invoca la democracia como motivo de su autoridad y oficio, que pagamos todos los ciudadanos.

 

No sé si ando equivocado en este terreno que no conozco a fondo (aunque siempre sabe uno algo), y no es mi temática consuetudinaria; no obstante creo que lo mismo que los de reivindican sueldos, jornadas, convenios, etc., con total derecho, También los que reivindican en un desfile público que se repite desde decenios, si no de siglos, algo consustancial con la fe de las procesiones que las cofradías vienen celebrando. Es su fe, y es su opinión. Esto es un fenómeno, aparte de religioso, más bien social a efectos políticos, y estas gentes también como las demás tienen algo que decir. Lo que supongan en el interior de sus organizaciones, quede para ellos.

 

Otra cosa es que no agrade, o no coincida con los proyectos o formas de ver la realidad del gobierno, aunque es una clara manifestación popular, que es de una magnitud constante que ningún otro evento mantiene (como no sea un campeonato de fútbol) pide que no se vulnere ni atropelle su fe. Sea como sea. Eso no incumbe nada más que a ellos. A la gente le gusta y cree, lo mismo que al hincha le encanta ir al fútbol y espera con ilusión que gane su equipo. ¿Por qué no van a hablar de política si lo desean? ¿No están precisamente diciendo al ejecutivo que no están conformes con lo que quieren hacer los gobernantes?.

 

El pueblo habla ¡Escúchenlo! Sean o no mayoritarios, o minoritarios, y pese a la buena intención que tenga el gobierno; y teniendo (como no) en cuenta, la ternura de dual misericordia- inmisericordia que demuestra la ministra; hay millones de personas que no quieren esta solución, y como alternativas aportan muchas variantes que merecen tener eco entre los administradores.

 

La antigua relación administradores – administrados, es simplemente dar a estos últimos lo que desean y pidan; No imponerle una forma de entender la vida, que va contra los más acendrados y emotivos sentimientos; con las correspondientes consultas y, en estos casos demasiado delicados y sensibles para millones de ellos, buscar una concertación y, desde luego, someterlo a votación, ya que somos demócratas ¿o no?

 

En todo caso ella sí mezcla la religión con la política, siendo así que un Estado laico no debe ser aliado ni beligerante en materia de religión. Simplemente se atiene a lo que socialmente existe, y se ocupa de temas económicos (que es buena política) y en procurar el máximo de ventajas a sus administrados, que para eso le han elegido, le dan poder, y le pagan.

 

Los cofrades tienen todo el derecho a publicitar legítimamente sus ideas, en cualquier asunto que les afecte, lo mismo que los que se oponen o concuerdan en el convenio de salarios o a la construcción de fábricas o carreteras y viviendas.

 

Por mi parte, y con muchas cosas que dominar en mi persona para poder acercarme a las exigencias de mi maestro y Señor Jesucristo, tengo que decir meridianamente claro, que no considero hermano en Cristo, al que apoye Y VOTE esta ley y otras, que van frontalmente en contra de las mínimas y a la vez, estrictas exigencias de Dios y de su Iglesia.

 

 Si no me dan cabida en un lugar ya lo encontraré en otro, y si no, «más vale estar solo, que mal acompañado» Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. (Hebreos 10:30). Así que ya saben bien los cristianos, o que así se consideran, mi opinión al respecto. NO SOMOS HERMANOS.

 

¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10:31).

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