Me duele España

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

 

Me duele España decía, decía alguien creo que Unamuno. Y no me duele solamente por la situación a la que ya desembocamos ineluctablemente, sino porque ya España se ha perdido y como decía el poeta 

Señales son del juicio

Ver que todos lo perdemos

Unos por carta de más

Otros por carta de menos. 

Y es cierto que la riña de perros de los grupos que por amor a su patria tendrían que formar frente común ante la dispersión y descomposición de la Patria española, andando a la greña en vez de tomar la resolución de trabajar en un proyecto común y consensuado para todos. 

El respeto a las minorías deber ser salvaguardado, pero no de tal manera que en realidad gobiernen España desde despacho de rajá, y desde una caradura a prueba de bomba. Yo hace tiempo que veo esto venir porque padecí los tormentos de la guerra y la posguerra. 

Ante tantos y tantos despropósitos, que por lo que más me indignan es por lo ridículos que son, uno dice que de qué vale esta ”libertad” o «libertades» que tanto se proclaman, si en realidad no existe nada más que para los políticos y los navajeros. Yo no tuve nada que ver con el llamado franquismo, pero lo echo de menos. Y eso que estábamos aislados y todo destrozado. Pero se trabajaba en paz y siempre con esperanza. ¿Y que esperamos ahora. ¿Soy franquista? No, porque no era consciente de la política, aunque repito que echo de menos aquellos tiempos trabajosos, tranquilos, y con ilusiones. Ahora todos quieren ser enchufados. 

Ya no se puede salir a la calle con mediana tranquilidad porque te desvalijan la vivienda. A mí, como no se lleven el maldito televisor y un lote de calzoncillos que me regaló mi hijo no le temo, pero a ser asaltado yo, o una de mis mujeres, jóvenes o mayores,  atacadas de la peor manera me dan espanto.

Y, ¿saben ustedes lo que dicen las gentes?  

¡DIOS MÍO QUE BARBARIDÁ, QUE BARBARIDÁ!

¡LA CALLE LLENA DE GENTE Y EN MEDIO UN MUNICIPAL! 

Y eso es todo. No hay castigo sino para los ciudadanos honrados con multas y molestias. «Jodiendas» decía mi abuelo. Un «jemplo».  « Me tiene que pagar seiscientos euros, porque iba usted más rápido de lo permitido.» Administrativamente claro, que es más fácil cobrar que con muchos juicios y apelaciones etc., Se pone un cartel y allí caen todos. Pongan a veinte de máxima velocidad de circulación, y es raro que un fin de semana se mate alguien, y así no hay multas ni cosas de esas contra los capullos  ciudadanos. Que por cierto, los angelicos les votaron. Y como dice el antiguo y medieval refrán «al que sea judío que lo quemen» Así que vote y lárguese, que ya nosotros haremos y desharemos… a costa suya claro.  

Porque en los juzgados por mucho que quieran hacer los jueces, todo es rigor para el inocente y cataplasmas para el culpable. Es por eso que los hombres honrados se plantean si ya vale la pena ser honrados. Y esto se pudre a galope tendido. 

Lo dice hasta la Biblia. 

Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. (Eclesiastés 8:11) Esto se derrumbará por exceso de molicie y orgullo. Nada nuevo bajo el sol.

Y así andan las cositas en esta «Antigua España», y esto último  dicho con la mayor mala uva.

En fin así es, si así os parece.

Ya nos llevaremos todos, las manos a la cabeza, diciendo NO FUE POSIBLE LA PAZ. ¿Y ahora que hacemos? Entonces todos a tocar el trombón, a ver quienes tienen más razón. Casi me sale un pareado.