Demasiado originales

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

Amigo Manuel: Este común amigo y hermano al que conozco desde hace ya muchos años, es hombre de combate. Me gusta; y lo que dice no puede ser más razonable; desde luego mirando desde el punto de vista del pobre. 

Y ser pobre, es ser solidario (que palabra tan repetida) y asequible a todos; por tanto, vulnerable. Y según dijo un tal Jesús, (¿recordamos?) también es ¡Bienaventurado! Silencio y acción. Y como dice Pedro, apóstol: santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros1 (Pedro 3:15)   Respuesta mansa y acción pacífica, siguiendo los pasos del Maestro. Es fácil de entender por el espiritual. Pero hay que obrar cristianamente, para que nuestro vivir llame la atención a los de afuera y les aguijonee el deseo de saber porqué somos así. 

Se dice en Efesios 5:1 sed imitadores de Dios como hijos amados. (Efesios 5:1) Pues ya está o como se dice en mi tierra: «poyastá». Y algo parecido se dijo en otro lugar: «para que sigamos sus pisadas». La Biblia es de lo más simple, cuando se maneja simplemente. Pero claro, leemos estas citas y las entendemos; hasta las citamos frecuentemente en sermones espléndidos, pero adobados de ordenanzas de las iglesias particulares, lo que entorpece bastante el asunto medular, y la debida obediencia a la ordenanza  «que todos sean uno».

También Pablo, (es que tengo confianza con él) dice: Sed imitadores de mí, como yo de Cristo. ¿Es mandato o sugerencia? Cada cual que piense lo que quiera. Y, ¿Quién es el atrevido que puede decir estas palabras? Sed imitadores, porque yo imito a Cristo. Y nosotros podemos imitar a Pablo por lo mismo. ¿No nos llegan las fuerzas? Si pues has hecho todo lo que puedes, ten confianza y se te computará como justicia, pues Jesucristo suple todas nuestras necesidades de misericordia, amor, y compasión del Padre.

Pero insisto ¿nos damos cuenta de qué significa «como hijos amados»? Hijos amados del Dios omnipotente y Creador y sostenedor del universo, y no nos echamos a temblar ante su grandeza inefable, y después a dar gritos (sí gritos), de júbilo por este beneficio. Por esta maravillosa condición de hijos del Supremo Poder.

Ya podemos andar firmes, confiados, y aceptar nuestra debilidad sin que nos de miedo el porvenir eterno, porque el Señor nos conoce y es Padre generoso. Amamos a Dios, y Él nos ama antes a nosotros. Así que cuando hacemos algo bien, apliquémonos la frase de Jesús a los discípulos: cuando hagáis lo que se os ha mandado, decid; siervos inútiles somos, lo que teníamos que hacer hemos hecho. Y hay otra pregunta, casi insolente ¿quién hace las cosas que le han sido mandadas? Yo, no.

Soy como un renacuajo en el lago de su santidad; todo lo que hago siempre resulta que está más o menos impregnado de jactancia, que se descubre en cuanto meditamos en  el designio de nuestras acciones y en la parte que nosotros creemos que aportamos; a veces creemos que es la parte importante. En definitiva que somos pecadores (perdonados) y nada hay que nos redima de esta naturaleza carnal, sino la muerte como dice Pablo apóstol: !Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? (Romanos7:24).

Así que descanso en la misericordia prometida, y hecha evidente en mi ya bastante larga vida. Nadie empiece otra vez con el latiguillo «pero también es justo», tantas veces invocado, como si hablando sobre esto ignorásemos que Dios es justo hasta donde ni la más elaborada inteligencia humana puede imaginar: si estamos en Cristo sabemos que Cristo fue hecho justicia para nosotros los que le amamos con amor incondicional. ¡Ahí le tenemos! y sin necesidad de calentarnos nuestras agudas y filosóficas cabezas.

Aclarando, diré que no es una invitación a que cada uno haga lo que le parezca. Si somos discernidores y prudentes, tendremos que reconocer que estas ordenanzas o llámeselas consejos evangélicos son de mucha utilidad para todos; para poder saber en todo momento que hemos de hacer para agradar a Dios.  

Igual que Pablo dio instrucciones a Timoteo, con un concreto propósito; para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad. (1 Timoteo 3:15) ¡Oh Señor! la Iglesia es columna y baluarte. Yo creía que era una reunión de religiosos para hacer unos ritos y predicaciones, y hasta otra vez. Y resulta que la Iglesia es la esposa de Cristo, en el que reside toda verdad. Y pues cuando hemos profesado nuestra vocación y puesto en práctica, ya todo se hace para gloria de Dios mirando las cosas de arriba y no las de la tierra. Del resto se encarga Dios y ¿sabes? Lo sabe hacer muy bien. 

AMDG.