Respeto a la vida de todos

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

Comprender no es acordar, justificar,  aprobar, etc. Por eso hay que distinguir en las cosas  de la vida y, como se dice desde muy antiguo, «hay que aborrecer el pecado y compadecer al pecador».

 

Me refiero (como no) al tan traído y llevado asunto del aborto, ese crimen que tanto se perpetra en nuestros días, y que fue ya practicado en civilizaciones muy antiguas, conforme alcanzaban un estadio de riqueza y comodidad, a costa naturalmente de los más débiles. La prosperidad trae esas desviaciones, ya que el vicio y la molicie requieren esos sacrificios, de la misma forma que Baal quería a los primogénitos quemados en su inicua sartén.

 

Hay mucho que hablar sobre esto, pero nos ceñiremos al tema. El mundo defiende esta burrada, por considerar que los derechos de los hábiles y productores de cosas materiales, son superiores a otros seres humanos en una situación o estadio distinto de su desarrollo. Más primitivo (embrión) o más acabado (viejo estorboso).

 

Parece ser, que la comodidad y el placer lícito o ilícito, exigen de las sociedades que se desprendan de los seres más débiles o molestos,  para poder mantener el lujo y el derroche.

 

Si pienso que no tenemos vergüenza, ni gobernantes ni los gobernados que les sostenemos en el poder, se me dirá que soy muy agresivo o estricto, pero más agresivo es cargarse a un angelito que ya en sus genes trae su vida y su porvenir, que es manipulado al albur del que, sin más rodeos o circunloquios, «se lo carga», usurpando la obra de Dios.

 

Podemos pensar que el viejo ya no daba más de sí, y que si lo liquidamos le hacemos un favor. Por el mismo razonamiento si a un adulto le pegan un tiro en la nuca y muere instantáneamente, al fin y al cabo lo despenamos sin que se dé ni cuenta. ¡Que bien!

 

Y como ni hay infierno, ni Dios, ni juicio, ni otras cosillas a las que se las llaman desdeñosamente supersticiones, pues es estupendo. ¿A ver quien quiere que empiecen por él? Y si es un niño en el vientre de su madre pues ¡total para lo que hay que ver! Eso pueden decir otros filósofos.

 

Pero, ¿qué no confunden estos filósofos? Por lo visto ellos solos son la inteligencia y la verdad; al menos eso dicen. Por el contrario, el rabino Eleazar-Ha-Qappar, dijo: Los nacidos están destinados a morir, los muertos a resucitar, y los resucitados a ser juzgados. ¡Dense todos por bien enterados! Y no te consuele la idea de que todo acaba en la tumba, porque Él es Dios, Él es el Creador, El es observador, El es el juez, Él es el testigo y Él es el acusador! Él habrá de juzgar un día. Loado sea Él, ante el cual no hay injusticia ni soborno, ya que todo le pertenece.

 

¿Que estoy desbarrando? No son estas elucubraciones más ilógicas ni más desatentadas, que las que se emiten por millones en todos los foros y medios de comunicación incluyendo el «de boca a oreja». Ya sé que lo que digo no es «científico» ni políticamente correcto, pero es lo que pienso aunque a nadie acuso, porque ante el trono de Dios no hay ni buenos ni malos, sino pecadores que se tienen que someter a la misericordia de Dios. No hay otra.

 

Comprendo también las situaciones extremas que se presentan, y a las menos extremas. Si en una sociedad se invoca la libertad para concebir en un momento de placer, también se tiene que invocar, para no tener que dar cuenta de cuando una mujer queda o no preñada. Y si no quiere al hijo que lo entregue a quien SÍ lo quiere y santas pascuas para todos.

 

Pero la industria del aborto, semejante a la de la exterminación masiva de judíos, gitanos, y personas «asociales» (no tragaban con el nacionalsocialismo), es una industria muy lucrativa económicamente y cómoda para aquellos/as, que quieren tener el derecho a practicar el sexo en libertad, pero después tienen escrúpulos en que se sepa.

 

Por eso decía antes  que comprendo todo y confieso que yo en un trance igual, (es posible) podría actuar de igual manera. No lo creo, pero no quiero ser tan petulante, ni estar tan seguro de mi naturaleza humana perdida. Es por eso que no juzgo, pero sépase que hay varias consideraciones, que hago porque creo en ellas

 

No es lícito matar a nadie por la causa que sea.

 

No votaré y consideraré a un cristiano nominal, que vota a un dirigente que da curso a una ley permisiva del aborto, como «no cristiano»; podemos ser, hasta amigos, pero no hermanos en Cristo. Un cristiano puede tener divergencias doctrinales conmigo, (a veces todos somos demasiado cabezotas), pero si está en el meollo de la fe, lo consideraré un hermano equivocado; jamás un enemigo.

 

Considero también, que los dirigentes, están puestos para defender la vida y los derechos de todos los compatriotas que se pusieron a su cuidado, y que les pagan por ello. Cuando por presiones o intereses electorales o de cualquier otra índole, da por bueno lo que sabe que es malo (a él no lo abortaron), lo consideraré (para mi coleto), un ser malvado e indigno, por lo que aunque yo acate una ley pública, no contará ni con mi respeto, ni con mi colaboración, como no sea a la fuerza bruta.

 

Para terminar, diré que respeto profundamente a los que sinceramente no han comprendido la trascendencia de los actos inicuos que se cometen a diario, pero sí los remito y emplazo en el juicio de Dios. Como decía el Rabino.

 AMDG