Epístola a ESTEBAN

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

              

Estimado amigo: gracias por tu confianza en mi erudición, que es nada más que un rebuzno sobre los misterios. Saber, hay quien sabe la tira de estas cosas. Yo me manejo como puedo y sirvo a Dios como Él me da a entender.

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Ya me extraña que una persona versada como tú bíblicamente, caiga en las bobadas que se tienen por ciertas, y que no son otra cosa que mitos fabricados sobre la Biblia, a la que tanta gente rinde bibliolatría. La Biblia nos lleva a Dios y nos habla de Cristo, pero el fin es Cristo, y en última instancia, si quieres, el Padre eterno y no la Biblia que es palabra de Dios, pero no es Dios. Cada cosa en su sitio, con respeto y seriedad. A mí casi me da algo cuando escribo estas cosas.

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En brevedad, los mitos de la manzana del Paraíso, la superioridad del hombre sobre la mujer en la fe cristiana, la caída de San Pablo del caballo, cuando lo más normal es que fuera a pie, o sobre un asno o dromedario, etc. …  Amigo Esteban son cosas que se aclaran con leer un poco los pasajes que contienen estos sucesos. A Elías no le arrebató un carro de fuego sino un torbellino, y de esas te puedo contar muchas más. Es resultado de la ignorancia y la superficialidad. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. (Génesis 5:2). Es decir los dos estaban en perfecta armonía, y tal como todo lo que Dios hace y hará siempre.

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De todos modos, te hablo de Pablo apóstol cuando cae derribado al suelo y en tierra (ya no podía bajar más); se le dijo a aquel soberbio fariseo, que en Damasco adonde iba a encadenar cristianos, le dirían lo que tenía que hacer. El dato de que fuera en idioma hebreo el que se empleara  por la aparición luminosa de Jesús es un dato más, y se pueden sacar algunas conclusiones, pero eso no toca hoy.

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Si es bueno saber, que hay que caer al suelo por causa de cualquier cosa de la que el Espíritu se valga, para poder estar en condiciones de darnos cuenta de nuestra debilidad e impotencia. Cuando estamos figuradamente en el suelo de nuestra propia valoración, surge siempre la pregunta ¿a quien iré que me ampare? Y siempre se produce la respuesta: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (Santiago 1:5).  

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Esto de sin reproche nos llama la atención, porque Dios da, y no hace como nosotros cuando damos y además añadimos como los amigos de Job, una serie de consideraciones (en el mejor de los casos) sobre la causa de aquella necesidad por la que pedimos, y los consejos no pedidos y que habrá que soportar el beneficiario a cambio de la ayuda. Él da sin reproche; simplemente no se cansa de dar desde una pestaña de nuestros ojos, al mayor vigor o inteligencia de cualquier ser humano.

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Es entonces, cuando nos damos cuenta de la reacción de Pablo cuando cae al suelo. Simplemente pregunta humildemente ¿Qué tengo que hacer? Y la respuesta no puede ser más humillante, a la par que saludable para él y cuantos como él en el suelo le preguntan. ¿qué quieres que yo haga? (Hechos 9:6)

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.-Ve  Damasco y allí se te dirá lo que has de hacer… El minúsculo Ananías es el encargado de decir al hinchado funcionario religioso, lo que ha de hacer para seguir el camino de Cristo. No se le encarga la labor a un alto comisionado de rango tal, como para enfrentarse al sabio y perfecto fariseo que era Pablo. En una discusión teológica, Pablo se hubiese impuesto con holgura, y llevado de calle aplastándolo con su erudición.

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Ananías es un pobre y casi ignorante cristiano, pero elegido para aquel asunto del que no le faltará el poder de Dios para cumplirlo (esa es otra lección que podemos aprender). Y que se atreve a decir a Jesús: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; (Hechos 9:7) como si el Señor fuera ignorante de ello. No nos riamos de la estolidez de Ananías, porque nosotros casi a diario cometemos la misma falta y la misma estupidez, tratando de informar al Señor de lo que pasa como si Él lo ignorara.

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La empresa asignada a Ananías sobrepasaba todas sus capacidades; el lo reconocía y se encogía aun más por ello, mas el poder de Dios suple cualquier flaqueza nuestra, y se nos muestra en todo su potencia para que, inhábiles por nuestra fuerzas, saquemos adelante cualquier mandato o comisión del Señor. Decir que no podemos solos es verdad. Decir que no podemos con el poder de Cristo, es cobardía y falta de fe del cristiano. Como dijeron los discípulos al Señor cuando el preguntó en una gran ocasión: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. (Mateo 20:22).

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Terminamos, querido Esteban por hoy. No es fácil seguir a Jesús. Como Él dijo, hay un cáliz que beber. Solos ni juntando todas las fuerzas del mundo. Con Cristo podemos, para alcanzar la dicha más grandiosa que hombre alguno puede imaginar. Mi deseo es que te dejes de niñerías, fácilmente rebatibles por cualquiera que sabrá más que yo,  y meterse en el fondo del seguimiento de Jesús. Él dijo que serían pocos y, como el dejó dicho, pocos serán los que den con el camino; seamos los dos de los que acierten. Con el poder de Dios, en un corazón arrepentido y lleno del espíritu el enemigo, solo es como hojas que se lleva el viento.

 

AMDG.