Orar y rezar

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

               Bien es sabido por los expertos, que orar no es rezar. Esta antítesis se ha repetido y se repite continuamente por los que siendo puristas en algunas cosas no se resisten a diferenciar una palabra de la otra. Tienen razón si lo que califican como rezo es la repetición vana de oraciones ya aprendidas. Vamos a explicar estas dos aparentes contradicciones, porque afirmación sin matizar es hiriente y a menudo equivocada.

 

Aprendida es también la oración de Señor que llamamos «Padrenuestro» por el comienzo de ella, y algunas otras tanto del Viejo como del Nuevo Testamento. Naturalmente la repetición bobalicona y vacía de cualquier oración en la que ya hemos dicho que está incluido el «padrenuestro» es lo que algunos llaman rezar, pero hay que tener en cuenta muchos factores, y de ellos extraemos algo que conviene aclarar.

 

Muchas de nuestras oraciones, (que ya en otro trabajo expusimos y sostenemos hoy), son un «cara a cara con Dios mismo» Aunque no sean muy conscientes y reales de comunicación con el Altísimo, y haya siempre un elemento de distracción momentánea. A veces, si entramos en oración de algún asunto muy vivo y reciente, resulta que nos distraemos y que de vez en cuando nos damos cuenta y nos mortificamos, porque no estamos  la altura de la ocasión por causa de las distracciones.

 

Dicen que tal pensamiento y tal pequeña locución, es tan buena como la mejor oración. Un ¡Gracias Dios mío! Es una muy buena oración, como otras que pronunciamos los cristianos muchas veces. También la oración mental es buena, y si es en grupo también es del agrado de Dios

 

Hay veces en que una persona menos comprometida con estas cosas, aun teniendo una ferviente pasión por el Señor solo sabe oraciones hechas y esas, aunque parezcan rezos en el menor valor de la palabra también es oración. Si no ¿para qué está aquella persona sentada o de pie diciéndolas repetidamente?

 

Hay quien argumenta, con no poca razón, que el Señor Jesús recomendó u ordenó que no dijéramos vanas repeticiones como si fuera oración, pero yo sostengo que la oración bucal, si no se tienen otros recursos intelectuales o espirituales, es tan buena como la que más.

 

Jesús ironizó, y descartó la oración que se hace para ostentación vana de una piedad que no existe, pero no eliminó las otras. Yo concretamente, no puedo oír la oración de Zacarías sin conmoverme y hasta se me salen las lágrimas, o la oración de Moisés que ya sale por Internet en multitud de páginas y mensajes.

 

Conozco una fabulilla piadosa de uno que no sabía hablar y solo decía con la cabeza baja: Señor, aquí tienes a Juan. Y cuando fue al Cielo no tuvo pasar con boleto, solo dijo: aquí está Juan; y le dijeron: ¡Hombre Juan! bienvenido a casa. Claro que sí; él no podía presentar nada más que su humildad, pero es que la humildad (dicho con toda reverencia) hace chuparse los dedos a Dios. Le encantan los humildes, y como muestra queda la humildad del dulce y viril cordero de Dios, que fue la humildad hecha hombre. La humildad de Dios. 

 

Así pues, no menospreciemos el rezo, y menos en comunidad en donde se apoyan unos a otros. Si no tienes la mente libre para dialogar con el Señor, rezas una oración (la mejor el padrenuestro, que llena todas las necesidades que tenemos), porque aunque algunas veces lo hagamos mecánicamente por que la fantasía se lanza a donde quiere, Dios sabe que estás haciéndolo para Él, y no importa que no desmenuces bien la oración, sino que puedes esperar a un diálogo con Dios más tarde. Tú has estado allí donde rezabas, y eso es lo que el Señor quiere. Él sabe más que nosotros de oraciones.

 

No quita nada de lo dicho a la concentración debida en la oración pero si vas por la calle y hace un sol espléndido y te va bien puedes decir: Señor, ¡que bueno eres conmigo!. O al contrario cuando has tenido un inconveniente o un percance, puedes decirle francamente: Señor ¿por que me pasa esto? Ya te responderá Él; y eso es por que te oye. El oye, sabe, y escudriña los corazones mucho más profundamente que nosotros mismos alcanzamos a penetrar.

 

Como no soy teólogo ni quiero, porque es una gran responsabilidad que dejo para otros, solo digo que cuando el corazón va hacia Dios, sucede lo que Jesús dijo: Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. ¿Como va a echar fuera al que cuenta con Él?

 

Un toquecillo bíblico

 

Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Yahvé de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.

    Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.

    Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Yahvé de las miríadas. (Malaquías 4:1, 2, 3). 

 

AMDG.