Paz en el alma

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

                   Tendrás paz espiritual, si entregándote por completo a Cristo recibes la unción constante del Espíritu Santo, y gozas de lo que únicamente proviene de Dios, ya que Él todo lo que es tu vida y tus circunstancias entre los hombres.

 

Significa desprenderse de las solicitaciones que el mundo pone ante ti, y que si las usas legítimamente como es su voluntad para ti, te proporcionarán los deleites más puros y más benéficos para tu persona y para los demás. Si te olvidas y desatas de la búsqueda y persecución de los perversos deleites del mundo, este adquiere una dimensión distinta al ser visto desde la perspectiva de Dios y no la del pecado y la corrupción.

 

Adquiere paz interior; deja ya las rencillas, los deseos de la carne, los rencores viejos o nuevos, y deja que la paz de Cristo entre en tu corazón según decía San Pablo: Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:7) Dios mismo, guardará nuestros corazones en su amor y en su salvación.

 

No así, será guardado el que corre tras los perversos caminos que a las gentes les parecen tan buenos y deseables, aunque al final todo sea llanto y crujir de dientes no solo en la esfera de lo eterno, sino en la misma vida aquí, y que ellos tanto enaltecen a pesar de soportar sus miserias pecaminosas. Lo que se hace por amor a Dios es siempre bueno sin error; es libertad y  gozo: porque el Señor es el Espíritu; y donde está el espíritu del Señor, allí hay libertad. (2ª Corintios 3:17). 

 

El que desprecia el consuelo y la conducción amorosa de Cristo, buscando su paz y su seguridad en las criaturas, va a la perdición segura. Si dependes en todo de Jesús, te irá bien y estarás al abrigo de los desengaños de amigos y enemigos. Dios consuela a sus humildes. (2ª Corintios 7:6.

 

La paz del mundo es siempre una especie de armisticio precario; es decir, que nada hay estable ni sólido en lo que puedas confiar, y es posible que Dios lo deje así para que nos animemos a salir de tan penosa situación. Es cierto que queramos o no, los asuntos y los apuros nos agobian a veces, aunque precisamente es en esos momentos o situaciones, en las que la unión firme con Dios se hace más efectiva que nunca para nuestro provecho. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. (Colosenses 3:15).

 

Pablo, apóstol, no olvida darnos el mandato de que seamos agradecidos por cualquier cosa, pues todo proviene de Dios para su hijos. Se tú del número de estos en un mismo cuerpo, y disfruta plenamente de sus maravillosos consuelos y alegrías.

 

 

VEN, DULCE PAZ.


Ven dulce paz, envuélveme en tu manto
Colma mi corazón con tu dulzor,
Alumbre a todo hombre tu fulgor
Y goce de tu amparo, sin espanto.

Tu gloria me deleite con su encanto,
Pues eres don del Cielo y del amor,
Guardarte es alumbrar un bello albor,
Y en ti la humanidad destierra el llanto.

Andando jubiloso en tu alegría
Escruto tus tesoros, diligente,
Y fausta se solaza el alma mía.

Empresa no hay más noble y trascendente,
Que hacer un bello mundo de armonía
Y hacerle así vivir confiadamente.

Dispuesto en cuerpo y mente,
A ti, Jesús, sustancia del Divino
Te sigo y me solazo en tu camino.

 
Rafael Marañón