Virtud mal entendida

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

               

Cosa insensata es que los dones de Dios al hombre, hagan que este se ensoberbezca. La virtud no debe de producir soberbia en el hombre virtuoso, como ciertamente sucede a veces, siendo solo apariencia de virtud, que se complace en exhibirse a sí misma

 

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El hombre obediente, que se jacta de ello, es el primero que se aparta de Dios. La virtud y el buen andar del creyente no debe ser motivo de jactancia ni de juicio contra los demás. Todo lo bueno es de Dios; el hombre no debe robarle a Dios lo suyo, apropiándose de lo que su señor le presta. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. (Romanos 7:15)  No usurpemos el oficio del Señor, y dejemos que él establezca la justicia como los mismos profetas pregonaron desde antiguo y sin cesar.

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Doy gracias a Dios que me ha hecho ver la eficacia y realidad de estas palabras; me han dejado convicto, y ahora confeso, de que mis obras siempre están teñidas de arrogancia más o menos manifiesta o larvada. Es cierto que me costó darme cuenta de que todo lo que hacía iba acompañado de alguna clase de satisfacción personal y de alguna jactancia. Sí, esta jactancia o satisfacción carnal sería muy tenue, pero existía y aun me ataca, porque el enemigo está muy atento a entrar por las rendijas de nuestro temperamento.

 

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Por eso ahora comprendo mucho mejor el dicho de Jesús: Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. (Lucas 17:10) Y quien hace todo lo que le es ordenado? ¿Yo, desde luego, no! Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (Romanos 7:15)

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Esto es clarísimo y comprensible para quien quiera aceptar las enseñanzas de la palabra de Dios. El apóstol Pablo añade aun: por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros. Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1ª Corintios 4:7). Todo don es de Dios. Jactarse de alguna cualidad entregada por Dios es de necios, que blasonan de lo que no es suyo.

 

Rafael Marañón

 

Comedido

 

En tus acciones procura

La mesura

Sembrando, buen sembrador,

El amor

Con voz de benignidad

Suavidad.

 

Resplandores de bondad,

Aprendidos del Señor

Brillen a tu alrededor

Mesura, amor, suavidad.

 

José Mora

Murcia

España