Las importantes superficialidades

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

La fe cristiana, establece la perversión de los roles del hombre sobre la tierra, y su inhabilidad para realizar el bien, la solidaridad, y en definitiva el amor mutuo, por sí solo, cosa que se realizará en su momento determinado de antemano por Dios en su infinita sabiduría y poder.

 

No hay peor consejero que el orgullo y la vanidad para el trato entre humanos. Cualquier cosa en que caigamos en error se puede restaurar, pero el orgullo es tan vano y estúpido que siempre nos hace caer en los demás pecados. Tal fue lo que aconteció en el relato de Génesis en Adán y Eva.

 

Ese prurito, y fatal predisposición, ya acompañante de todo humano, es cada vez más acusado entre la generalidad de las gentes En todas las edades ha habido grados, y los grandes, por su riqueza o poder (que viene a ser lo mismo), siempre lo han ejercido desde los albores de la historia, aunque es ahora cuando la soberbia de la condición adquiere sus grados más repelentes. Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores;  mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. (Lucas 22:25,26).

 

Solo el cristianismo se mantiene en las enseñanzas del Maestro, el divino Jesús, en su afirmación de que todos los hombres son iguales y en esa fe trabaja desde su fundación. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28). Él no hace distinciones de raza riqueza ni posición social. Todos caben en su tierno corazón. En el corazón de Dios Creador de todo y de todos.

 

La pertenencia a una nacionalidad afortunada económicamente, hace que cada ciudadano se crea autorizado moralmente a criticar al país más desafortunado que el suyo. Así vemos como se desarrollan los tópicos de alemanes contra franceses, llamándoles piojos, o a los alemanes que son «cabezas cuadradas», los españoles, irresponsables y juerguistas, etc.

 

Se desarrolla un desprecio mutuo, que se suele llamar racismo, y que no es otra cosa que un complejo de superioridad como el que los alemanes nacionalsocialistas, tenían sobre los judíos; y los judíos a su vez sobre los «goyín» o gentiles, a los que desprecian porque ellos creen que Dios les pertenece, cosa que puede ser considerada como algo fuera de lugar y de razón.

 

Por cierto, razón e inteligencia donada por igual a todos; como todo lo demás. A ellos les fue confiada la ley, y fallaron estrepitosamente, lo que debería servirles de cura de humildad. San Pablo decía, hace ya casi dos mil años, ante un auditorio bien instruido: Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación. (Hechos 17: 26).

 

Existe una distinción cultural que nada tiene que ver con la raza, ni con otro matiz o diferencia distintos a los movimientos grupales y costumbres, dadas por las creencias, clima, etc. donde se desenvuelve cada uno y no por el color del «pellejo», como decía humorísticamente un médico amigo mío. Cuando le preguntaban sobre las diferencias, y se hacían extrañas teorías sobre arios, negros, amerindios, malayos etc. y demás vertientes características y costumbristas, de otras naciones, o las llamadas etnias él decía (era cirujano) que debajo de la epidermis, no hay diferencia en ninguno de órganos y cualidades.

 

De hecho, y como demostración del origen común de los humanos, añado un cuadro de los orígenes de las lenguas, que es bien expresivo sobre el asunto que nos ocupa. Según los antiguos y muy ingenuos y enjundiosos trabajos de los jesuitas Dejenhardt y Ruiz Amado, el famoso Darwin criticaba la lengua de los patagones, porque decía que eran unos sonidos indeterminados.

 

Ahora se sabe que en Patagonia, aquellos «susurros» eran un idioma que tiene 32.400 palabras o sea, el doble del número de las que usó Shakespeare en sus escritos. Además de de la forma plural tiene esa lengua una forma dual y trial; Una forma aparte para la interrogación y las formas causales y recíprocas (Sic). 

 

También estos dos autores, muy prolijos y documentados, afirman que la cruz gameada o svástica que usaban los nazis durante el mandato de Hitler,  está esparcida por todo el mundo desde muy antiguo, y de manera que en los tiempos que la arqueología ha documentado, era imposible que tan distintas y lejanas civilizaciones pudieran tener un nexo común con este símbolo.

Y para acortar, pongo algunas de las coincidencias en nombres que son imposibles de darse por casualidad. Es un ejemplo bastante interesante.

 

 En español.-   padre    madre    hermano   hermana

 En alemán.-    vater      mutter   bruder       schwester

 En sánscrito   pitar      mátar     brhatar      svazar    

 En latín            pater     mater     frater         soror

 En inglés         father    mother   brother     sister

 En sueco         fader     moder    broder       syster

 En bohemio    otec       matca     bratr          sestra

 

Y tantos y tantos más y  que se pueden añadir, así como el término yo, que tiene formas asombrosamente similares, y que solo cabría en un más enjundioso trabajo. Las coincidencias, en algunos casos casi literales, en tan variados y lejanos troncos lingüísticos dan que pensar.

 

Así pues, (y a eso iba), las razas humanas no pueden presumir de superioridad unas sobre otras. Las costumbres o formas de vida ancestrales, pueden modificar el carácter colectivo, pero cualquier individuo cambiado en su tierna infancia a otra cultura, se adapta a ella como otro niño cualquiera. Así que blanco o tinto, tanto da.

 

En Cristo todos somos iguales, porque su justicia siempre supera a la «justicia» de los hombres, que está contaminada con tanta arrogancia y tanto error.

 

La historia de la Iglesia de Dios, siempre se he distinguido por su apreciación de que los hombres son en común, potenciales hijos de Dios mediante la conversión. Cualquier hombre. Las posturas diferentes dentro del seno de la Iglesia, solo se deben a desviaciones forzadas por las costumbres y los atavismos citados.

 

Rafael Marañón

 

AMDG.

 

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.

 

Soledades

Lope de Vega

 

 

Rafael Marañón

 
AMDG