Guardar el corazón

Autor: Rafael Ángel Marañón

 

 

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón.

Porque de él mana la vida.

Proverbios 4:23.

 

El corazón humano no sabe dar. Solo cambia. Es un volcán dormido, pero presto a despertar al primer estímulo de cualquier entidad y clase. Solo la conciencia cristiana conoce bien la necesidad de un estado de vigilancia sobre nuestro corazón. Por que solo ella, es capaz de conocer a fondo la condición traicionera de nuestro corazón natural, siempre dispuesto a violar la ley de Dios y de la naturaleza, y a tratar de depender de sí mismo, y de sus caprichos e inclinaciones.

 

Del corazón salen los malos pensamientos, adulterios, robos, calumnias… Marcos 7: 21-22 y tantas tristes inclinaciones nocivas para el propio corazón y para los demás. Es, pues, obvia la necesidad de vigilar esos peligros que un corazón desvariado, y dejado a su albedrío ignorante, puede ser capaz de albergar y poner por obra.

 

Esta fuente de tantos males, si se descuida, nos llevará, a todos los que bajemos la guardia, a volver a nuestros viejos vicios y pecaminosos caminos. Es por tanto conveniente vivir vigilante: velad, dijo Jesús. Esa es la verdadera obra de todo fiel cristiano. Velar es imprescindible, porque somos débiles y proclives a caer en toda desviación, muchas veces bajo capa de buenas obras, y adaptación a las mundanas filosofías tan atrayentes que circulan a nuestro alrededor.

 

Dice el apóstol Pablo a este respecto: ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como siervos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea al pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? … mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis como fruto vuestra santificación, y como fin la vida eterna. Romanos 6:

 

Los cristianos estamos bajo la gracia de Dios, y no bajo leyes harto arbitrarias, y que erogan infinidad de gentes que quieren llevar el corazón de las gentes a la independencia de Dios. ¡Cuantas tentaciones que solo son solicitaciones a nuestro ego y a nuestra lascivia, pululan alrededor para llevarnos a las más aborrecibles aberraciones!

 

¿Y hemos de descuidar las tendencias del corazón y vivir una vida que solo aparentemente tiene visos de piedad? Nunca tal suceda a los verdaderos discípulos de Jesús. Ello representa sacrificios y, a veces hasta legítimas renuncias, pero así es como lo tiene dispuesto nuestro Señor. Él sabe por qué, y los entendidos del Espíritu también.

 

Damos crédito a muchos cuentistas, que van por la vida contando versiones muy “originales” de las cosas de Dios. Abundan los bigardos ociosos y altaneros, que atrevidamente se jactan de poseer la verdad, y llevan tras de sí a multitud de perdidos (como ellos) a los que convierten en sus esclavos, sumergiéndoles como ellos en los más abyectos vicios y herejías.

 

Hay que vigilar el corazón. Velar día y noche con oración y ayuno es muy provechoso. La piedad y la vida de Dios, requieren de personas que mortifiquen su corazón y lo pongan en servidumbre. Dios dice por boca de sus siervos: rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos. Joel 2:13.

 

Es cierto que es doloroso maltratar el corazón, y nadie puede entender el por qué de tal operación si no está dentro del Espíritu del Señor. Él quiere tener a toda hora sus siete mil simbólicos… que no han doblado su rodilla ante Baal ni han besado su frente. 1º Reyes 19:18. Son los que solo adoran al Dios vivo, que es el salvador de todos los hombres, mayormente de los creyentes.

 

Así pues controlemos nuestro corazón, porque: Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y perverso; ¿quien lo conocerá?  Jeremías 17:9. Quien controla su corazón, lo pone en servidumbre, y lo entrega confiado a Cristo, tendrá la luz de la vida. Ese entendimiento espiritual, está reservado solo a los que están esforzándose en entrar por la puerta estrecha, para tener una alegre e inefable comunión con Dios, y un diálogo perfecto y eterno con Él