¡Conozco a una mujer!

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

Figúrense una mujer que anda dos kilómetros para comprar víveres para la casa, Que no tiene que ser empujada para que haga lo que hay que hacer desde su responsabilidad, y en cambio hay que decirle que no se entregue tanto a la tarea. Una mujer a la que nunca se le ha puesto ni un taco o palabra malsonante en la boca, honesta, verídica, austera. Hasta aburrida a veces. Depositaria de los «caudales» de la familia, y seguidora fiel de su marido en sus aventuras misioneras y de ingenuo ecumenismo. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, (Romanos 15:5). 

 

Una mujer completa de la que su marido está gozoso, y a la que prometió en el momento de su casamiento, honrarla y defenderla mientras vivieran. Eso es amor, y conozco bien a los individuos en cuestión. Bueno esto es un pequeño ejemplo de lo que la fidelidad a Dios hace a favor del amor con mayúscula, y la diferencia abismal del amor a lo moderno, que dice que cuando se acabó el amor (es decir la excitación sexual o conveniencia egoísta),  pues a otra cosa. Sobre esto la Santa Escritura dice cosas muy ciertas: Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Dios, ésa será alabada. (Proverbios 31:30)

 

Nadie está dispuesto a dejar su conveniencia inmediata, a cambio de respetar la promesa dada en su tiempo ante testigos y, sobre todo, ante el testigo mayor; Dios. No hay lealtad, ni temor de Dios. No se valora lo que se tiene, y por eso la humanidad toda y en particular los niños, sufre por ello gran cantidad de penalidades y de frustraciones. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Yahvé ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. (Malaquías 2:14) No son los nuevos tiempos. Esto es más antiguo que los romanos.

 

Conozco gente que condena a quien tiene un amor a otra persona, sin faltarle el respeto a sus obligaciones, y en cambio aboga por la tiranía del libertinaje y la sexualidad indiscriminada. O sea cualquier cosa que se realice en sexo es legítima, si así complace a las personas. De esta manera podríamos, junto con el aborto, declarar legal un asesinato por la razón de que la víctima no nos conviene que viva por cualquier razón. Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. (Oseas 4:6).

 

Mujeres hermosas las hay a millares; mujeres preciosas ante Dios y ante los hombres escasean. Y eso no quiere decir que las buenas no sean hermosas, con una calidez y una inocencia de corazón que las hace más deseables aun. Son tesoros muchas veces ignorados, y muchas más caen en manos de quien no sabe reconocerlas y tratarlas. Las convierten en personas retraídas y a veces antipáticas, sin caer en la cuenta que ese tesoro, debidamente tratado, es lo mejor que a un hombre le pueda caer de premio en la tierra.

 

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?  Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida. (Proverbios 31). Y es que para el cristiano es su esposa y su hermana y es Cristo y ¿quién de nosotros quiere hacerle agravio a Cristo? El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.

 

Jesús supo tratar a las mujeres, y en ningún momento las recriminó ni vejó, a pesar de que en algunas situaciones hasta el hombre más justo y comprensivo de su tiempo, las hubiera emprendido a pedradas o les hubiese callado la boca de mala manera. Eso no cabía en el manso cordero de Dios, y eso valió para que la mujer que le conocía bien, ya solo deseara seguirle y servirle con sus dones femeninos en perfecta pureza. Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes. (Lucas 8:3)

 

Si hay mujer que, en cenobio o matrimonio, quiere seguir a Jesús será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. (Jeremías 17:8). No hay edificio o carretera que hayan construido las mujeres, pero todas los que los hicieron fueron criados por sus madres, y si algo contiene y mella la maldad de las personas es el recuerdo de su madre.

 

En los campos de batalla de la terribles guerras mundiales, las palabras que más se oyeron entre los heridos y moribundos fueron «Dios mío» y «madre mía». No había tiempo para discursos filosóficos o teológicos. Solo lo que salía espontáneamente de los corazones heridos, que quizás anteriormente se jactaban de no creer en nada. Y es que como dice el refrenillo de los soldados «en las trincheras no hay ateos». Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. (Génesis 5:2).

Un poemilla

 

La rana y la gallina

Desde su charco una parleta rana
oyó cacarear una gallina

-Vaya-le dijo-nunca creyera, hermana

que fueras tan incómoda vecina.

 

Y con toda esa bulla ¿Que hay de nuevo?
-Nada, sino anunciar que pongo un huevo.

-Un huevo solo? ¡Y alborotas tanto!
-Un huevo solo; sí señora mía.

 

¿Y te espantas de eso, cuando no me espanto

de oírte como graznas noche y día?

 

Yo, porque de algo sirvo, lo publico;

tú, que para nada sirves ¡calla el pico!

 

Iriarte