Tiempo de desconcierto

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

               Hegemon1, dijo el día 9 de Octubre de 2008 a las 09:37: Esta sociedad no se está dando y lo que es peor no vamos a ella sino al revés, a una sociedad primitiva, supersticiosa, mojigata, ingrata, egoísta, insensible, irresponsable, indolente, hedonista y exagerada y fundamentalista en otros.

 

Esto lo he leído en letras bien gordas, porque en pequeñas o normales ya no puedo. Y esto he leído en un antiguo libro del joven teólogo José Ratziger, que «creo que ahora es Papa», titulado «Mirar a Cristo»: «Una sociedad que hace de lo auténticamente humano únicamente un asunto privado, y que se define a sí misma en una total secularización (que por otra parte se hace inevitablemente una pseudoreligión y una nueva totalidad esclava), una tal sociedad se hace melancólica por esencia, se convierte en un lugar propicio para la desesperación. Se funda de hecho en una reducción de la verdadera dignidad del hombre».

 

«Una sociedad cuyo orden público viene determinado por el agnosticismo no es una sociedad que se ha hecho libre, sino una sociedad desesperada, señalada por la tristeza del hombre que se encuentra huido de Dios, y en contradicción consigo misma».

 

«Una Iglesia que no tuviese la valentía de evidenciar el valor, incluso públicamente, de su visión del hombre, habría dejado de ser la sal de la tierra, luz del mundo, ciudad sobre un monte».

 

«Y también La Iglesia puede caer en la tristeza metafísica-en la acidia-: un exceso de actividad exterior puede ser un intento lamentable de colmar la íntima miseria y pereza del corazón, que siguen a la falta de fe, de esperanza y de amor a Dios y a su imagen reflejada en el hombre».

 

«Y puesto que no se atreve ya a lo auténtico y grande, tiene la necesidad de ocuparse de las cosas penúltimas. Sin embargo ese sentimiento de "demasiado poco" permanece en crecimiento continuo». Sic. (J. Ratzinger).

 

He aquí a dos personas de distinto estatus, pero de idéntica forma de enjuiciar esta sociedad de ex-consumo. Esto ya se está precipitando como un avión en barrena, que cuanto más se acerca a su punto de destrucción en tierra más velocidad va adquiriendo.

 

Lejos de mí, presentar una situación terrorífica ni mucho menos. Eso sería darle motivos a los que quieren una sociedad formada por robot, que repiten sin pensar consignas que asumen como ciertas, y que ponen en práctica sin la menos reflexión. Pero estoy de acuerdo con las dos personas, que son agudos observadores de la realidad. Pretendo presentar con esto dos posturas casi antagónicas pero en este tema de coincidencia casi perfecta.

 

Ni más ni menos, que el diagnóstico que de la sociedad de su tiempo hacía el apóstol Pablo, concordando casi palabra por palabra con lo que estos dos opuestos en otras materias han dicho de la nuestra actual: Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. (Efesios 4:17 y siguientes).

 

Hay gente que aun piensa que el cristianismo es un conjunto de reglas para fastidiar, por parte de un Dios insensible y arbitrario. Ese pensamiento, basado en la más persistente inopia y desinformación, agita a las masas que exigen a los demás, lo que ellos no son capaces de hacer ni en un solo punto. Cualquier desviación es considerada como un fallo de todo el sistema como si un cenicero estropeado fuera suficiente para declarar malo y falso a un magnífico automóvil.

 

Como no hay nada mejor que La Santa Escritura para expresar adecuadamente las cosas de Dios, en relación con los hombres, añado un toque bíblico: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

 

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.

 

El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

 

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

 

Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios   17 al 32).

 

Colofón final

El que tenga oídos para oír que oiga.

Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1ª Juan 1: 6 y 7).

 

AMDG