Tragedia de un avión en MADRID

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

Me acaban de dar la noticia: un avión regular se ha estrellado incendiado y parece que si queda algún superviviente… está prácticamente quemado o destrozado. Por lo que se dice, la temperatura alcanzó tal intensidad, que todos habrán quedado socarrados, y los que sobreviven estarán pasando ahora, los dolores más horrorosos.

He levantado mi oración por los afectados sean quienes sean, y he leído unos comentarios sobre la tragedia, que me han dejado estupefacto de ver que poco amor hay en las gentes, y que deseos de meter baza sin ton ni son, en lo que es un accidente en el que ni la política, ni los trabajadores de cualquier nivel del aeropuerto tienen nada que ver.

Uno de los más divertidos deportes de los españoles, es nuestra capacidad de comentar y opinar sobre todo lo que se pone a nuestro alcance. Unas personas que iban seguramente a pasar unos días de placentera playa o regresaban a sus islas, han sido devoradas en unos instantes por la horrenda hoguera en que se convirtió rápidamente el avión plenamente cargado de combustible, ya que despegaba en aquel momento.

Ni los medios más sofisticados han podido evitar la tragedia, ni las ayudas han podido hacer otra cosa que sacar a los que han podido, porque el espectáculo era dantesco. De un momento a otro, todas las ilusiones, todos los proyectos, todas las más caras personas para sus familias y amigos, desaparecen como humo.

Esa es la historia de la humanidad. Todo es humo al final, o cuando el destino (o lo que se quiera interponer por los más incrédulos) actúa. Nosotros por el contrario, sabemos que es Dios el que hace y deshace aun en nuestro corto entender. ¿Cómo pueden suceder tales cosas? decimos cuando suceden estas catástrofes, que no son ni mejor ni peor que lo que sucede todos los días o todas las semanas, en las carreteras de los países más ricos y mejor organizados. ¿Cómo pueden suceder estas tragedias?

Todo  ente físico está determinado por la ley de la entropía, a deshacerse y desaparecer antes o después. No es teoría de un escritorzuelo, que lanza su angustia por la tragedia. Es la adorada ciencia la que lo proclama. Algún día el sol se apagará; las galaxias y el inmenso universo, volverán a donde salieron, es decir, a las manos de Dios; nada se destruye sino que se transforma  

Yo quisiera ofrecerle a las victimas y a sus familias el dolor humano que me embarga, y también me gustaría decirles, con una llamada de consuelo a su corazón ¡Dios está en control!  Desde nuestra miope y brevísima perspectiva, hemos de tener el valor y el consuelo de saber que nada escapa a la mano de Dios. ¿Quién será el que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? De la boca del Altísimo ¿no sale lo  bueno y lo malo? ¿De que se lamenta el hombre viviente? ¡Laméntese de su pecado!  (Jeremías.- Lamentaciones).

Es algo que produce inquietud, usar de estos acontecimientos para suscitar en todos los que se duelen de una u otra manera de estas catástrofes, el valor supremo de la vida, a la vez que su transitoriedad y la dependencia absoluta de otra voluntad diferente a la nuestra.  

La fugacidad de la vida, es algo tan evidente y tangible entre personas con cierto nivel de conocimiento y reflexión, que nadie puede decir que todo esta aquí en esta esfera de vivir, y que t o d o depende solo de un accidente fortuito. Ni ontológica ni filosófica, ni siquiera prácticamente, encajan estos sucesos, inevitables y ciertos, con el "todo acaba aquí". 

No hay dolor como el de un padre que pierde a sus hijos, y el de una familia que de un momento a otro pierde lo más valioso de su vida. Solo el conocimiento del Señor; de la misericordia y el consuelo de Dios, puede llevar a esas familias a la comprensión de que todo guarda relación con un Ser Supremo, que legisla en su Universo, y que (como Jesús vino a decirnos), es como los antiguos padres, que amaban a sus hijos, y que eran para ellos amparo y bendición. 

Un toque bíblico. 

Confía en Yahvé, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Dios, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Dios tu camino, Y confía en él; y él hará.

    Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. Guarda silencio ante Dios, y espera en él. (Salmo 37)

AMDG