Cine y otros

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

Nadie me podría acusar de no alegrarme cuando una buena producción cinematográfica española sale al palenque de la competencia. He visto algunas películas que me recomendaron mis amigos (sobre todo mi hijo), que realmente merecían el oscar o algo parecido. Cuando una buena producción sale al público, yo soy el primero en aplaudir.  

La producción aludida, aunque plena de subjetivismos y de prejuicios, era una estupenda producción, pero; ¿se puede decir eso de la mugre que sale cada día de los estudios españoles? Ciertamente tienen predicamento entre las gentes, y es eso precisamente lo que más mortifica. Es porque gustan a las gentes; y les gustan a las gentes, porque ya están acostumbradas a tal tipo de producciones. 

En términos de cine y otras zarandajas para distraer a un personal semi idiotizado, la cosa no tiene trascendencia "Cosas veredes que farán fablar las paredes" o algo así. Sé que lo que digo es duro, pero cuando veo a los niños viendo series sin parar, y cosas que a mí me da vergüenza ver estando mi esposa delante, me tomo la cosa muy en serio. Por que es algo muy serio.

Todos, por así decirlo, (sálvese el que pueda) estamos inmersos en ese callejón sin salida, que es controlar la televisión o quitarla de una vez. La primera opción es imposible, a menos que la atención sea tan estricta, que no valga la pena ver pacífica y gratamente un programa.

La segunda es, por así decirlo, declararse uno un carca enojoso y acusador, que no deja vivir a nadie porque ve cosas inaceptables de todo punto,  que a todos les parecen tan normales y divertidas. Y aquí llega, con cara muy seria, la famosa soledad del creyente. Soledad que él no busca, pero que le es impuesta, porque si quiere ser distinto a los demás, tiene que aceptar la soledad como compañera ineludible.

¿Quien va a querer estar con una persona que, como se suele decir, en todo ve pecado? ¿Quién va a poder competir las comidillas y los rencores, cuando esta persona se lo tiene auto vedado por imperativo del Espíritu? ¿Quien quiere estar con una persona que, cuando en un corro se habla de otro (y él sabe de esto más que los demás), se aparta para no decir nada, aunque él se vea de alguna manera imputado? ¿Como puede decir una verdad que tantos perjuicios puede aportar? ¿Mentir? ¿Para qué?  

Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. Decía Jesús. (Mateo 5:37). Pero ¿como "alternar", y de que forma producirse, cuando al decir que uno no miente, te sugieren y proponen, toda clase de formas de mentir? ¿No será que Jesús no sabía tanto de la vida como sabemos nosotros? ¿No será que era demasiado estricto? Un simple artesano ¿Cómo iba a saber más que los escribas y levitas, impuestos desde jóvenes en el aprendizaje y profundización de las Escrituras? Este Jesús, es que era muy riguroso.

Pero da la casualidad de que es mi Jesús, el Cristo de Dios al que  nadie halló mentira en su boca. Es por tanto, que prefiero creer en él y creerle a él, que no a tantas bocas sucias, como se encuentra uno por el camino de la vida. ¿Qué voy equivocado? Mi propia dignidad y honestidad, me dicen que es preferible perder la vida con Cristo, que ganar todas las riquezas y placeres de la vida.

Así pues apelo a la hombría de bien, y a la auténtica feminidad para darles a entender con estas torpes palabras, que vigilen lo que ven sus hijos; que lo que ven ellos no sea para su propia vulgarización y acostumbramiento a la ramplonería. Que esto no sea lo que dejen para sus hijos sin vuelta atrás. Una vulgaridad y una ramplonería indigna de un niño con horizontes, como todos los padres quieren para sus hijos.

Hagan como los directores de cine, cuando una escena sale mal o quieren terminar… ¡corten! y se acabó. Como dijo una célebre izquierdista en otro contexto Más vale morir de pie que vivir de rodillas. Y ese vivir de rodillas es el homenaje que le damos al diablo de forma idolátrica, cuando permitimos en nuestras propias casas, que esas emanaciones de miasmas pútridos se enseñoreen de nuestras mentes y las de  nuestros hijos. 

Un toque bíblico. 

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

(1ª Pedro 6 al 11)

AMDG