Sabios y legos

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

                                                                                                         Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,

bautizándolos en el nombre del Padre,

y del Hijo, y del Espíritu Santo; 

Id y predicar el evangelio (buena noticia) a toda criatura.

(Mateo 28:19)

(Marcos 16:15)

¡Que fácil resulta pertenecer a una organización en donde uno goce de buena reputación, y pase por todos los desacatos de que se produzcan en la asamblea! ¡Que difícil es darse voluntariamente a la enseñanza de la Iglesia y realizar, hasta donde se pueda, lo que el Espíritu dice que se haga o diga! 

Los ministerios son un cargo, y todos los cargos son una carga a veces muy pesada, si se quiere llevar espiritualmente y no de forma carnal. Solo se agrada a Dios, realizándolos con humildad y lo más  íntimamente  posible, como cosas que son entre Dios, y los que tal ministerio hacen. 

Es verdad que, en la carne, hay ocasiones en las que uno no sabe si está haciendo buena o mala labor, pero el sembrador ha de hacer lo que se le ordena y la tierra buena y el crecimiento lo da Dios. (1ª Corintios 3:7) Así que se puede, en ese aspecto, trabajar en el Espíritu, y desprenderse de cuidados en lo que respecta a los resultados. Es más, creo que los resultados buenos o malos pueden influir demasiado, casi siempre para mal. O desánimo o arrogancia; ninguna de ambas cosas recomendable. 

A veces resulta necesario clarificar las cosas, dado que los malos entendidos abundan entre personas que, midiendo los trabajos con su vara de medir, no entienden de altruismo, filantropía, y servicio silencioso a Dios.  

No es cuestión de juzgar a nadie; no tenemos derecho a juzgar, y menos a los pobres que, si no de pan físico, son pobres hambrientos espirituales, incluyéndonos nosotros. Y como dijo alguien muy propiamente: la verdad es que todos somos unos menesterosos.   

El evangelio, es destinado a toda criatura, como oferta universal del Creador a sus criaturas, de las que quiere el bien, y por ello da sus instrucciones para ese buen vivir de paz y armonía con el resto de la creación y con uno mismo. 

Es ocioso para cualquier veterano anciano, tratar de hacer juicios sobre nadie, ya que Jesús no lo hizo y si algo distinguía sobre algo, era siguiendo la voluntad de su Padre Celestial. (Juan 5:30). Ocurre sin embargo que a veces hay que argumentar para tapar la boca de otros, ya que si callamos hacemos bueno el refrán de: quien calla otorga

Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él. (2ª Timoteo 2: 23, 24, 25, 26,) 

La Iglesia es, columna y baluarte de la verdad. (1ª Timoteo 3:15) Es allí a donde debemos acudir para sustanciar asuntos referentes a la fe común, pero no para meterse en "camisa de once varas", en asuntos de los que desconocemos mucho, y en donde es peligroso introducirse si no está uno cualificado y designado para ello. 

Por eso, tantos que conocen las cosas espirituales con más profundidad que nosotros, pobres legos, son los que tienen la tan gravísima responsabilidad. También esa responsabilidad proviene de lo que digan y hagan; y de lo que nosotros escuchemos al que habla. Si tenemos oídos taladrados como decía Isaías o por el contrario: ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová. (Isaías 42:19).

 Ese prurito de teólogos que todos tenemos, nos lleva a discutir cosas que ya están trilladas, y como dice el poeta: Quod elixum est ne asato.- No aséis lo que está cocido". (A. Machado). Muchos creen que hay que saberse la Biblia de memoria, y que el que no puede no está a la altura que se exige de un cristiano.  

Es cierto que se lee muy poco la Biblia; pero solo con hacer lo poco que se lea, ya está uno en camino, y puede seguir a su paso el crecimiento intelectual, porque el espiritual se lo proporciona gratis el Espíritu de Cristo; el Espíritu Santo de Dios. 

Un toque bíblico 

Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.

     Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Dios.

   ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yahvé está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas.

Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Dios; ¿y qué sabiduría tienen?

Resultados ya conocidos desde siempre; la mentira y el apaciguamiento, esperando que la profecía falle, y sus propias obras no se vuelvan contra ellos: Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. (Jeremías 8).

AMDG