Babel moderna

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

Uno de los peores males que trae la dispersión del cristianismo y la llegada de los  medios de comunicación, es la Babel que se monta sobre los asuntos espirituales.

Cualquier lego que apenas si sabe escribir, se cree con autoridad para lanzar una invectiva contra los que en tiempos calamitosos defendieron la fe una vez dada a los santos. (Judas 1:3) Nadie se escandalice por estas y otras cosas, a las que se atreven los que se constituyen a si mismos en teólogos, y en muchos casos arrogantes papitas que tienen en su confusa y deteriorada mente y en su poder, la quinta esencia de los misterios.

Y "ni cortos ni perezosos", se atreven a despotricar contra cualquier cosa que no les gusta, pero con la agravante de deducir cosas que ellos, ni creen ni entienden, ni saben de lo que hablan, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman. (1ª Timoteo 1:7)

Por mi llamamiento espiritual, no puedo dejar de decir sino lo que decían los primeros apóstoles en los primeros tiempos, aun azotados y vilipendiados: porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído (Hechos 4:20),  pero siempre con mansedumbre y reverencia, sin tratar ni por un instante, y Dios me es testigo, de menoscabar la personalidad de nadie.

Esto no es nuevo; ya se decía tiempos atrás: Claudio, si tú no lloras, pues la risa llanto causa también, de mármol eres, que es mucha erudición, celo muy puro, mucho prurito de censura estoica el de mi huésped; y este celo, y esta comezón docta, es general locura del filosofador siglo presente.

Más difíciles somos y atrevidos que nuestros padres, más innovadores, pero mejores no. Mucha doctrina, poca virtud. (Leandro Fernandez  de Moratín).

Y, claro está, que no gustan las verdades del evangelio, a una serie de personas que quieren tener los pies uno en una orilla y otro en otra. Postura bastante incómoda, y que es lo que en La Escritura se dice de una Iglesia: Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.  (Apocalipsis o Revelación, (según agrade a cada uno) 3:16). El Señor los prefiere fríos a tibios. Él sabrá porqué.

Es muy fácil para mí, porque Dios me ha dotado, escribir poemas o  novelas de la clase que me apetezca, pero digo como Jeremías profeta en sus peores momentos: Me sedujiste, oh Yahvé, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.

Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Yahvé me ha sido para afrenta y escarnio cada día.

Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. (Jeremías 20:7, 8, 9,)

Y ahora doy mis más expresivas gracias a las personas que me censuraron, y que me han dado ocasión de poder decir que soy el ser más feliz del mundo, porque tengo toda mi confianza puesta en Dios. No hace falta que me digan que soy hombre falible, posiblemente agrio y hasta rudo; Ya lo sé. Pero nadie puede decir que no procuro decir la verdad. Y como eso lo sabe quien a mí me interesa, lo demás es anecdótico y propio de este tipo de actividad cristiana. Está asumido.

Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución. (2 Timoteo 3:12) Y también por eso hay juicio.

AMDG