Últimos compases

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

Tocando ya mi vida sus viejas melodías,
Me acuerdo, Cristo amigo, de mis desobediencias
De mis locuras vanas, de ciegas apetencias
Que tú, mi eterno amigo, tornaste en alegrías.

Con mi alma rota, oscura, y herido corazón,
Volviendo a ti los ojos desnudo de pasiones,
Vengo de senda oscura, y amargas decepciones,
Evocando en cada paso, tu vida y tu pasión.

Un tiempo, las locuras de juveniles años,
Con cálidas palabras cantaba, cual cigarra,
Las locas melopeas de lujuria y de farra,
Bajando del infierno, los ardientes escaños.

Trataba de olvidarte, en mis furiosas noches
De alegres risas locas, y en lodo de carencia,
Queriendo tu llamada borrar de mi conciencia;
Más cuando fue tu hora, me tuve que humillar.

Y quise separarte, de mi entraña perdida,
Mas tú seguías amando, al pobre pecador
Envuelto en los harapos de su imparable ardor,
Pensando que eran suyos, sus actos y su vida.

Ahora sé en que para, la loca estupidez,
Y en vez de haberte dado mi vida juvenil,
Dispuse yo de ella, en pleno y verde abril,
Cuando tus maravillas, soberbio despreciaba.

¿Y que te ofrezco ahora? Tan solo los despojos
De un tiempo malgastado, la triste confesión,
Y una vejez inútil, sin gozo, ni ilusión,
Y estólido resumen de todos mis antojos.

Creer ya he aceptado, tu ser benevolente,
Con tanta altanería y sórdida traición,
Pero es que eres divino y esa es tu condición,
Por ser Hijo de Dios, y santo y puro amor.

Te amo con toda el alma, y miro tu tormento;
La pasión de tu madre, y el de tu Santo Padre.
Colgabas como un trapo, desnudo ante tu madre
Todo porque mi alma, libraras de su error.

Me rindo ya ante ti; estoy desmantelado,
Caduco y sin fortuna, que pudiera ofrecerte,
Solo despojos soy, y por tu amor, la muerte
Espero haber vencido, y estar siempre a tu lado.