Lobos en el rebaño

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

Cuidado con los falsos profetas, se os acercan disfrazados de ovejas,

pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conocerán.

¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?

Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos.

Un árbol bueno no puede producir frutos malos

y un árbol malo no puede producir frutos buenos.

Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego.

Así que por sus frutos los conocerán"

(Mateo (7, 15-20).

Pues el propósito del mandamiento es el amor

nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,

de las cuales cosas desviándose algunos,

se apartaron a vana palabrería,

queriendo ser doctores de la ley,

sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.

(1ª Timoteo: 1, 6).

 Estamos padeciendo en los últimos años una plaga de gentes que, so pretexto de ser más preparados, piadosos, que los demás o tener una “visión”, como se suele decir de ministerios fantasmas, se constituyen en doctores de la ley, y son rigurosísimos intérpretes de la Escritura, y sus propios añadidos personales. Es una plaga que se extiende cada día, y que los cristianos legítimos y espirituales, no hemos de soportar inertes. Es necesario que esta plaga diabólica, se destape de una vez.

La Iglesia de Dios no puede dejarse confundir con el primer bigardo o sabihondo, que se las dé de conocedor o de espiritual. San Pablo es un prototipo de hombre que, a pesar de su mansedumbre, estalla cuando ve la causa del evangelio por los suelos, y no duda en hablar fuerte y claro: Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore. (1ª Corintios 14:37,38).

Cuando el santo apóstol es denigrado se defiende con palabras mansas y verídicas, que no suenan agresivas; solo a los oídos de aquellos que no gustan la verdad, sino la perpetuación de las situaciones que les convienen como a carnales. Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. (2ª Corintios 2:17).

Su persona solo le interesaba, si tenía que legitimar su ministerio que había sido decretado por Cristo. En lo que tenía relación con mala doctrina, era riguroso con mansedumbre, pero en lo referente a doctrina esencial no daba un paso atrás, pese a las reconvenciones de todos: llevando en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Cristo se manifieste en nuestro cuerpo mortal. (2ª Corintios 4:10)

El mismo Pedro fue reprendido por él, pero enseguida y en la sana comprensión de siervos de Jesucristo, se dieron la mano en señal de compañerismo, para que Pedro fuese a los de la circuncisión, y Pablo con Bernabé, a los gentiles. No hubo en ellos la menor señal de resistencia o porfía contra la verdad.

Esta fue reconocida, y corregidas las flaquezas, ignorancias o veleidades humanas que a todos afectaban: ... y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. (Gálatas 2:9).

Este maravilloso ejemplo de hermandad genuina y poderosa, es ejemplo para nuestras equivocaciones, y un estímulo para establecer la sana doctrina, sin pararnos en consideraciones ni acepción de personas. La fe es inalterable e inconmovible, y solo Dios tiene el soberano derecho a establecer, mediante el Espíritu Santo, la verdad de Cristo y su sacrificio. 

Toda aventura de bigardos, logreros, falsarios o sabios según el mundo, debe ser descalificada enseguida que se conozca. Con amor, con reverencia, aunque decisión y energía. No es necesario ser innecesariamente agresivo, sino en establecimiento firme y profundo de la verdad revelada: Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado. (2ª Corintios 7:2). Y en aquel tiempo, cualquiera que le conociera podía denunciar cualquier maldad de aquel sufrido apóstol. 

Jesús dijo claramente que: quien no es contra nosotros, por nosotros es. (Lucas 9:50). Y es necesario que respetemos a los que son de Cristo, pero no a los que aprovechan su Santo Nombre para medrar, a costa de la ignorancia de los pobres y para su propio beneficio, escandalosamente carnal. Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. (2ª Corintios 11: 13, 14, 15). 

San Pablo dice de los tales y asimilados: Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 1ª Corintios 5:11). Así que cuando hay perversión del Evangelio solo hay una forma de proceder, y es denunciar esas perversiones sin mirar las consecuencias, como hizo el Maestro en su día. 

Nuestra santa fe está establecida sobre una fidelidad absoluta y sin fisuras en la obra y herencia de Jesús el Cristo, y no sobre lo que cualquier advenedizo, que irrumpe en el terreno de la religión, y no en el del Espíritu para obedecer: Apacentad el rebaño de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; No teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. (1ª Pedro 5:2, 3, 4). 

En aquellos tiempos también surgían doctrinas nuevas que pretendiendo añadir a la iglesia alguna de las peregrinas ideas contra la fe, fueron reprendidos y expulsados de la Iglesia. Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar. (1ª Timoteo 18 al 20). 

Es pues necesario defender la fe de Cristo en nuestras personas, con la conducta y la verdad, porque queremos ser, de los elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo:

 Gracia y paz os sean multiplicadas. (1ª Pedro 1:2).

Y el Señor bendiga siempre vuestro valor y vuestra mansedumbre. Tiene promesa de vida eterna.