La condición humana

Autor: Rafael Ángel Marañón

 

Amigo mío: ese deseo de que la humanidad progrese al ritmo vertiginoso de la técnica es algo imposible. Por el contrario precipitará los acontecimientos. La llamada evolución del ser humano, no es tan evolucionada en el terreno moral y de las ideas. De hecho desde los antiguos (Sócrates, Platón, etc. no se ha dicho nada que sea verdaderamente original). Schopenhauer, Russell, Marcuse, y todos los demás solo han remachado, y en algún caso enrevesado, lo que filosóficamente era claro y diáfanamente entendido.

El ser humano es como es, y no hay quien quite la avaricia, la crueldad, la envidia, la agresividad y todos, hasta los que se creen más buenos, no saben siquiera lo que harían en determinado momento y en determinada situación.

Le hago gratuitamente una profecía. En menos de veinte años la ciencia (humana), crecerá en progresión geométrica y con ella en la mano, el hombre no convertirá la tierra en un vergel, sino en un desierto.

Como ya nos ha mostrado la historia, desde sus principios hasta las dos devastadoras guerras del siglo veinte entre las naciones "civilizadas" esto va a este ritmo. Es duro, pero es así.

Todos podemos (teóricamente) disponer de lo necesario materialmente, para una vida que se pueda llamar humana. No va a ser así. En su libro “LAs SIETE COLUMNAS” Wenceslao Fernández Flores, nos explica deliciosamente como el progreso de esta humanidad se sostiene en siete columnas, que son los llamados siete pecados capitales. Soberbia, avaricia, etc. quite eso de la vida cotidiana y todo se derrumba.

Es imposible dar de lado a las palabras de Jesús de que: el mundo entero está bajo el maligno. Y: los hijos del maligno las obras de su padre hacen. (1ª Juan 5:19)

El ser humano necesita ser rescatado por algo más que la técnica o los experimentos sociales, que se hacen y se han hecho en vivo y en directo. La técnica nos desata una mano, y nos ata un brazo a la vez. La técnica crea las más sofisticadas artes de comunicación, medicina y todo conocimiento a su alcance, proporcionándonos muchas veces nuestro bien y comodidad.

Otras para construir ingenios que ponen el vello de punta, cuando se ve que es lo que pueden hacer si se emplean (que se emplearán) en determinado momento.

La diplomacia es hipocresía en un altísimo porcentaje, y prevalece la ley del más fuerte y sus intereses. La religión está tan mediatizada y mixtificada por tantos nuevos “mesías”, que deviene en muchos casos en bobadas, que retiran de la práctica a muchas personas con inteligencia suficiente, amor a  la verdad y a lo genuino.

No es cuestión de mencionar muchas atrocidades, como se perpetran por el hombre de forma ya cotidiana. No me refiero a los pecados de la moral sexual y derivados (que estos últimos pueden ser los peores), sino a los trasplantes de órganos que se quitan al pobre que tiene que vender, y se ponen al rico que puede pagar…  y los abusos que la civilización permite, en nombre de unos enrevesados ideales, derivados de la soledad que el ser humano vive cada día más intensamente.

Si el hombre no “evoluciona” (que no lo hará) hacia una moral basada en la revelación de Dios, esto se va al garete. Los contendientes de las dos últimas grandes guerras, no se hicieron más daño por que no tenían más medios de destrucción para ello: en vano trabajaron los pueblos, y las naciones se cansaron sólo para el fuego. (Jeremías 51:58). Porque, ¿Qué ganó ninguno de aquellos contendientes, después de tantos sacrificios y destrucción? Solo preparar otra guerra, peor aun que la terminada con tantas perdidas y sufrimientos.

Hasta el gas que estaba prohibido se utilizó masivamente. Y todos decían “Dios está con nosotros” Los franceses clamaban antes de padecer las hecatombes compartidas con el enemigo: “a Berlín” y los alemanes en el mismo trance: “¡ a París !”. Se quedaron en el Somme o en Verdún, Ipres etc. donde morían los hombres a racimos.

Hambre, miseria, dolor, muerte, derroche de todo lo que trabajaba como dice la Biblia en determinado lugar Los pueblos trabajan para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano. (Habacuc 2:13). Los generales solo decían que se quedaban escasos de “efectivos”, o sea, que se les iban acabando los hombres para arrojar a aquel inmenso hornillo de quemar vidas.

¿Escarmentaron? Ya sabemos que no. El ser humano no escarmienta. El optimismo de una generación derrumbado por la guerra, es sustituido rápidamente por el optimismo de otra. Ahora los que sufrimos carencias sangrantes en la guerra civil, estábamos dispuestos a todo por olvidar, y la constitución nos lo garantizó. Alegría, libertad y paz. Escarmentamos y valoramos las cosas en su justo límite, dándonos cuenta lo que realmente tenía o no tenía valor, y por lo que valía la pena luchar incruentamente.

Ahora vuelven los mismos actos, que parecen remedar las situaciones que dieron lugar a tanta miseria y dolor, tanto en la guerra como después, en un país destrozado y repleto de odios que ya iban siendo restañados.

Si el hombre, cada individuo, no se restringe moralmente, no hay nada que hacer. Si somos producto de una fantasmal evolución, no tengo por que tener ningún escrúpulo en matar a cualquiera, para quitarle una moneda, o cualquier otro bien material, pequeño o grande, que a mí me interese.

Con esa ética basada en nada. ¿Por qué no? ¿Que base o concepto antropológico se opone? y si se opusiera por qué tengo yo en esa llamada “legítima” libertad, que restringir mi deseo o conveniencia pensando en la conveniencia de los demás. Es la ética del león y la gacela trasplantada al vivir de los hombres. Y eso que los animales, una vez apagada el hambre, dejan vivir a los demás, cosa que los hombres no hacemos.

Me puedes argumentar que el bien común, es lo que nos hace realizar en la vida la represión de superyó, es decir, lo que quiero a cada instante, para con mi inteligencia humana establecer un orden propio. Eso es una utopía demostrada hasta la saciedad. Y si me argumentas que también la praxis cristiana no ha producido aun el bienestar y la paz que deseamos (y no sé si la deseamos), te diré que el Evangelio es una salvación que se proclama, y que hay muchos de los que dijo Jesús que por la puerta estrecha que lleva a la vida son pocos los que entran y recorren un correcto camino, y aun siquiera los que dan con ella.

Te insisto en una reflexión que decía: “Y si se lograra por estos medios de dogma ad hoc, o de la policía, la cárcel, o el deshonor, obtener un mundo acoplado y sereno para los hombres, que somos corruptos, no se ganaría nada moralmente, puesto que solo quedarían encadenados los actos y no la voluntad. Podría ser de alguna forma correcta la acción, pero la voluntad continuaría siendo perversa”. (Arthur Schopenhauer).

Termino querido amigo. No hay paz sin Cristo como no hay pan ni felicidad. Solo entrando en Él que es el camino es como podemos cada cual ser felices y vivir una vida plena de emoción, esperanza y seguridad.

 Lo demás es retórica. 

Pange, lingua, gloriosi
Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.

Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Vírgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi sémine,