El catolicismo no es cristianismo

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

Sr. Marañón.

Está usted tan desubicado y equivocado como gallina en corral ajeno. No conoce usted ni al catolicismo ni al cristianismo, pues los confunde.

Y si tanto admira al falso maestro llamado papa, quédese en el catolicismo idólatra. Hasta aquí el doctor Filadelfio. 

Estimado señor Filadelfio: ¡No sé que interés tiene en que me haga católico de los de marchamartillo, eso es cosa mía. . Menos mal que no me indica que me haga Hare Krisna.

Mire usted: admiro a los musulmanes por que adoran a Dios, y en cualquier lugar donde les de la hora de oración, lo hacen sin más miramientos y también en otras cosas más. Eso no impide que esté en desacuerdo ab-so-lu-to en muchos aspectos con otras cosas de ellos. No me invite por favor a que me haga musulmán. Ya quisiera yo que los cristianos tuvieran la misma falta de miramientos, a la hora de confesar a Dios y a Cristo como Hijo y salvador ú-ni-co.

También en tiempos de la inquisición los que torturaban y quemaban creían que hacían un servicio a Dios, de tan buena fe como se quiera atribuir a estas cosas. Y eran los únicos cristianos que en Occidente figuraban como tales. ¿Equivocados en algunas cosas? No tengo inconveniente en admitirlo,  pero confesaban a Cristo, y de sus fallos ha nacido una nueva forma de contemplar el misterio de Cristo.

Le escribo por no ser descortés, y no contestar algo que espera respuesta, según “interpreto”. Yo soy un cristiano que procura hacer las cosas como dijo Jesús, que no descalificó a nadie sino a los fariseos y otros, y no por su demostrado celo, sino por su hipocresía. Yo ni siquiera me puedo permitir eso, por que solo Jesús está capacitado para hacerlo.

Tengo muchos años, y pocas posibilidades de una larga supervivencia. Por ello  las cosas del Espíritu no me las tomo a broma. No quiero ir delante del Trono, y decir que en muchas ocasiones he tenido la crueldad de disminuir a nadie, por sus creencias o por su militancia.

Yo me atengo al principio de la máxima sinceridad de que es capaz un débil hombre con muchos defectos y, con muchas cosas, de las que no estoy precisamente orgulloso.

Pero tengo una per-fec-ta esperanza en la misericordia de Dios, y en el sacrificio y la sangre de Jesús por mis pecados anteriores, y los que, por orgullo o por otra causa cualquiera, pueda cometer (que seguro que los cometo).

Por lo demás ya paso de porfías, o de competencias, biblazos, y otras muchas cosas más. Tenga usted seguridad de mi respeto y de mi comprensión, por sus discrepancias conmigo. Yo tengo mi camino trazado por el Espíritu de Cristo y me va bien. Creo que descalificarme por mis inclinaciones y sobre todo por mi lealtad a la Iglesia no es lo más adecuado.

Es usted un hombre celoso de la verdad. Y eso es bueno. Pero le falta algo de conocimiento de la historia y de la verdadera comunión en el meollo aunque en algunas cosas no andemos muy de acuerdo. La duda es legítima pero no la falta de fe y la aspereza en los planteamientos.

Lo felicito y me despido con todo afecto y en el Espíritu de Cristo entre nosotros.