Amor y temor

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

Estimado amigo: la gente es tonta, usted también es tonto, y como no podía yo quedarme atrás, pues soy tonto de capirote también. Es cierto que el temor de Dios es el principio de la sabiduría y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Proverbios 9:10. Pero el amor a Dios es la completa perfección por que Dios es amor. Por ello no debe usted tener escrúpulos si hace algo que le produce verdadero contento, si va acompañado con acción de gracias y sumergido en el amor a Dios.

¿Como va a pecar uno que ama a Dios, si de veras le ama y quiere sobre todo agradarle y obedecerle por amor? Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

Se dice de cierto predicador que “tenía las rodillas de camello, por que no cesaba de orar por las almas, y de angustiarse por si su ministerio no lo estaba cumpliendo como Dios merece.

Naturalmente que no. Solo Cristo satisfizo total y absolutamente la voluntad de Dios Padre. En mi opinión, todas las renuncias y dolores que este hombre se inflingía a sí mismo, siendo muy meritorio, no era útil sino de manera indirecta, pero con el completo amor se cubren todas las necesidades.

Mejor dicho, no queda ya ninguna necesidad. Todas han sido cubiertas por el perfecto amor: En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.  1 Juan 4:18.

Si usted ama a Dios como dice, y le quiero creer, todo lo demás queda superado, de la misma manera que la luz del sol despeja totalmente las tinieblas de la noche.

Ame a Dios de todo su corazón de toda su alma, de todas sus fuerzas y ¡ya está! De lo demás se ocupa Él y sabemos que lo sabe hacer muy requetebién. No tema, hombre de Dios, que si ama ya ha cubierto todos los requerimientos. La ley es dada para conducirnos por los caminos del mundo, y así evitar extravíos aun de buena fe.

Para ello estando siempre en presencia de Dios en casa y fuera ella misma trabaja para nosotros. Y que se pueda decir de nosotros como se le dijo al profeta Daniel: Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. Daniel 9:23

Espero que estas palabras le hayan animado a confiar y a no mirar al suelo, sino al Cielo. Todos fuimos y somos, pecadores perdidos, pero ya rescatados por la sangre de Cristo. El Espíritu Santo hace lo demás. Como dice San Pablo después de enumerar prolijamente vicios y costumbres paganas: Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Digamos como David en el salmo: Dios es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Dios es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Salmo 27:1.

Un respetuoso saludo.