Las criticas

Autor: Rafael Ángel Marañón 

 

 

Obedeced a vuestros líderes, y sujetaos a ellos;

Porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta;

para que lo hagan con alegría, y no quejándose,

 Porque esto no os es provechoso.

(Hebreos 13:17).

Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida,

 En que amamos a los hermanos.

El que no ama a su hermano, permanece en muerte.

(1ª Juan 3:14).

Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia;

Y la misericordia triunfa sobre el juicio.

(Santiago 2:13).

 

 

Continuamente nos sorprendemos a nosotros mismos censurando acremente a otros. Posiblemente lo que pretendemos, de buena fe, es mostrar preocupación por el hecho que nos lleva  a la crítica. Si miramos a las personas (y apretando, a los hechos) con ojo bueno, veremos siempre un aspecto positivo.

Algo de bondad en el mismo hecho malo, o de ejemplo para nosotros para que no caigamos en el mismo pecado o falta. Lo que nos disponemos a exigir a otros, debemos de mirar si nosotros lo cumplimos. (Mateo7:1 y ss).

No podemos pedir a otros respeto y consideración para nuestros fallos (porque tenemos fallos), si nosotros desde mucho antes de ponderar un hecho, no estamos dispuestos a absolver para ser absueltos o, por lo menos, a ponderar el hecho desde la más completa información posible, y contemplando todas las circunstancias.

Es cierto que las circunstancias no justifican el pecado, pero nos dan una idea de su perniciosos efectos y nos hacen comprender, cuando conocemos todos los datos posibles, nuestra propia debilidad. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. (1ª Corintios 10:12).

En la iglesia todo se hace (o debe hacerse), para edificación de todos. Por que todos somos, iglesia y miembros cada uno en particular (1ª Corintios 12:27). Si algo no edifica, se deja, y a seguir nuestro camino. Solo Dios conoce lo que hay en el corazón de cada humano. Hágase todo para edificación. (1ª Corintios 14:26).

Tratar de juzgar a las personas y a los hermanos, es tratar de usurpar el oficio de Dios y eso siempre es malo. Con la misma medida que medimos, seremos medidos.

El hombre que mira las cosas con ojo bueno, ve buenas cosas en medio de la maldad reinante. Dios quiere sanos corazones, y no críticos de todo lo que hacen los demás. ¿Te parece que aquel hecho está mal? No lo hagas tú, y compadece al que lo hace por que sabes muy bien que al que primero perjudica hacer el mal, es al que lo hace.

Sirvante estas situaciones para mirar a ti mismo, revisar tu conducta, y consultar a tus hermanos, por si ellos observan que tú también estás fuera del control debido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.  (Romanos 14:4)

Si miramos las cosas desde el prisma de la mirada de Cristo las situaciones irregulares que vemos, nos pueden servir para que podamos contrastarlas con nuestras conductas, y así crecer en el conocimiento del bien y del mal. Por que hay muchos que no tienen claras las cosas, confundiendo lo accesorio con lo sustancial. Y así amonesta el apóstol Pablo a los que por desidia descuidan poner sus esfuerzos en su propio mejoramiento espiritual: Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. (Hebreos 5:12).

Eso les lleva a ser niños en Cristo que solo pueden ser alimentados con leche. A los maduros dice Pablo Apóstol: pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. (Hebreos 5:14).

Lancémonos de una vez en el volcán del amor de Dios, y dejemos las niñerías y las críticas por cualquier incidencia. El hombre cristiano es sabio, y conoce la naturaleza humana. Por tanto se vigila a él mismo, más que a los otros hermanos. Así domina su propia persona, y después verá de cuidar de las acciones de los demás.