¿De que se trata entonces?

Autor: Rafael Ángel Marañón

 

 

Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor;

Porque el amor cubrirá multitud de pecados. (1 Pedro 4:8).

Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras,

 y oró fervientemente para que no lloviese,

Y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. (Santiago 5:17).
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras

 En otro tiempo a los padres por los profetas,

     En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,

A quien constituyó heredero de todo,

Y por quien asimismo hizo el universo;

    El cual, siendo el resplandor de su gloria,

Y la imagen misma de su sustancia,

 y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,

Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados

 Por medio de sí mismo,

Se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

(Hebreos 1:1,2,3).

 

“Obras son amores, y no buenas razones”, dice el refrán. Florezcan las flores del perdón, la fraternidad sentida, la plenitud del Espíritu, la obediencia a la Palabra. No como nosotros queremos o soñamos, sino según la ordenanza de Dios, que es completa y no necesita de nuestras “iniciativas” ni entelequias.  

Dios es completo. Cristo es completo, como lo son las Santas Escrituras. Se trata de hacer y esperar la obra de Dios; se trata de la palabra de Dios estudiada, asimilada y cultivada; de los mandamientos de Cristo y los pasos que nos marca, puestos por obra “a rajatabla”... Como decía Juan el bautista: Es necesario que Él crezca y yo mengüe. Juan 3:30.  

¿Creéis que no hay hombres así? Yo los conozco y siempre que estoy con ellos y los trato, me apabullan con santa vergüenza, sin ellos proponérselo y acaso sin sospecharlo. Saben menos que nosotros, son menos conocidos por las gentes, tal vez menos estimados y con frecuencia, menos atendidos y socialmente notorios.  

Pero no puedo evitar un escalofrío al tener la certeza de que son más conocidos que yo, tanto en el Cielo, con amor, como en el infierno con temor. Son los portaestandartes de la eficacia del Evangelio de la Gracia de Dios.  

No hacen proselitismo a lo moderno, ni mucho menos son profesionales de ello. Muchos de ellos tampoco figuran como miembros en asociaciones cristianas. Pero cuando un hombre de buena fe y auténtica integridad se tropieza con ellos, recibe un testimonio mudo que jamás olvida. Deuteronomio 28:10. Tal vez tú eres uno de ellos.  

Yo conozco algunos de entre esos pocos. Veo que sin palabras ni actitudes grandilocuentes, son indiscutibles instrumentos de Dios, quien los utiliza grandemente en el sostenimiento de mi fe y mi perseverancia. Y ponen más interés en desconfiar de sí mismos que de los demás. Se vigilan a sí mismos mucho, y nada al prójimo, si no es para ayudarle.  

Ese es su testimonio de Cristo, y es su gozo y su vida. ¡Estos consagrados de Dios, sí, que echan mano de la vida eterna! 1 Timoteo 6:12. Pero ¿hemos nosotros ponderado debidamente lo que significan las palabras “vida eterna” en gloria y compañerismo con Dios en Cristo?  

¡Cuantos hombres y mujeres de esta calidad cristiana, que debería ser lo normal, hacen falta para arrebatar el Reino y arrojar fuera al usurpador y enemigo de Dios! Mateo 11:12. No discuten de teologías ni de tesis. Se limitan a leer en la Escritura Divina, creen, y hacen lo que leen y creen.  

Con ello, demuestran que son hombres de fe: hombres de Dios. Y puedo decir por experiencia que el Espíritu les basta para entender y hacer por la buena voluntad de Dios, en la cual confían por la palabra de Cristo y su Evangelio. Deuteronomio 4:6-8.  

Tú… Sí, tú eres llamado a esa posición de ser participante de la naturaleza divina. Seas pobre, rico, temperamental o tranquilo. El Espíritu lo hará en ti siempre que tú quieras. Y ocuparás el primer lugar en el Reino aunque en la iglesia parezcas el último.  

Se oyen, por el contrario, otras afirmaciones: “¡Yo no puedo con esto! ¡Esto no se me puede exigir a mí! ¡No me voy a privar de aquello que considero legítimo! ¡La vida es tan absorbente...! No hay que ser tan exigente ni fanático! Mateo 22:5... Falta de interés. Falta de fe. Falta de este conmovedor altruismo y abnegación que mostraban los japoneses que no cesamos de mencionar al entregarse a su convicción.  

Nosotros tenemos una guerra más horrenda, más comprometida aún. Hay poderes malignos que batallan contra nosotros, pero también contamos con armas que ellos no poseían. La seguridad de victoria que ellos no tenían y que, a medida que la guerra avanzaba, se alejaba de ellos. Pero, aún así, estaban entregados a su emperador y todo era poco para ellos ante éste servicio y consagración.  

No se nos pide más que a ellos a pesar de todo, y de la enorme diferencia de nuestro ideal y fin de nuestros esfuerzos. Quizás la diferencia está en que ellos recibían cañonazos y nosotros risas, burlas y desdén. Nosotros tal vez tendremos que renunciar a algunas cosas no tan necesarias, y ellos, careciendo de todo, renunciaron a todo de buen grado.  

Nosotros sabemos ¿lo sabemos? que tenemos el triunfo en la mano, y ellos ya se sabían derrotados. A pesar de todo, sólo de mala gana dejaron de combatir... ¿Y nosotros? Dijo su emperador: “Tenemos que soportar lo insoportable”. Y ellos lo hicieron. ¿Somos nosotros capaces de soportar lo insoportable? ¿Qué podemos soportar, si somos tan sensibles a la más mínima contrariedad que perdemos la entereza en seguida?  

Si reconocemos a Dios en su omnipotencia, luz y amor; si miramos a Cristo y lo reconocemos protagonista y Señor de nuestras vidas... ¿No vamos a poder soportar lo insoportable? 1 Corintios 10:13.  

Consideremos nuestra vida mortal como “el peso de una pluma” ante nuestros deberes espirituales, sabiendo hacer y haciendo lo que se nos manda, con toda obediencia.  

Es para tener los primeros lugares en el Cielo. Y aunque fueran los últimos, pero con Cristo. Más digno es Jesucristo de ser obedecido que el emperador, y nuestra esperanza y recompensa en Él infinitamente superior. ¿Y no nos prometió Él que siempre estaría con nosotros hasta el fin del mundo? Mateo 28:20  

Vamos a luchar por causa de la fe y el testimonio de Jesucristo, que es el espíritu de la profecía. Apocalipsis 19:10. Soportemos lo que venga según la voluntad de Dios, y bajo su poder. ¡Podemos! Mateo 20:22. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13. Ya no hay que esperar más para librar legítimamente la buena batalla de la fe. 1 Timoteo 6:12; 2 Timoteo 4:7-8.  

¿Parece duro? ¡Déjalo entonces! Vive como quieras. No estás obligado si no te sientes cristiano. Pero los que queremos serlo, tenemos que entrar de inmediato en campaña con un enemigo que no nos dará tregua, que nos obliga a no dejar de velar, a no desnudarnos de nuestras armas. Efesios 6:13-20.  

¿Cristianos que no conocen las Escrituras ni se molestan en enseñarlas? ¿Cristianos? Quizás... ya no se sabe lo que es un cristiano. Por lo menos las gentes poco lo ven. ¿Lo podrán ver en nosotros?