Legado cotidiano

Autor: Mikel Agirregabiria Agirre


 


La vida nos parece rutinaria en ocasiones, casi como una secuencia programada y repetitiva. Pero cada acci�n, por insignificante que parezca, puede ser decisiva, no s�lo para nosotros, sino para otros muchos que pueblan nuestro entorno, incluso para personas lejanas o desconocidas, que quiz� no han nacido todav�a. 

Nunca olvidar� dos historias de mi infancia, que me impactaron en su momento y me han obligado a reflexionar en muchas circunstancias vitales. En alguno de mis primeros libros de p�rvulos, con cinco o seis a�os, le� una borrosa an�cdota de un ni�o holand�s que con su dedo, tapon� un dique perforado y salv� de una inundaci�n a los Pa�ses Bajos. Mejor recuerdo el antiguo proverbio de la sabidur�a popular: "Por un clavo se perdi� una herradura. Por una herradura se perdi� un caballo. Por un caballo se perdi� un caballero. Por un caballero se perdi� un ej�rcito. Por un ej�rcito se perdi� una batalla. Por una batalla se perdi� uno guerra. Por una guerra se perdi� un reino,… y la Historia cambi�”. Aquel herrero que puso mal el clavo inicial no fue consciente de sus consecuencias,…

M�s recientemente se populariz� el denominado “efecto mariposa”, con la c�lebre frase de J. Gleick: “Si hoy una mariposa aletea el aire de Pek�n, puede modificar el clima de Nueva York el mes que viene”. Obviaremos la f�sica rec�ndita por la que mediante ecuaciones matem�ticas el meteor�logo Edward Lorenz explic� un modelo de comportamiento de la atm�sfera en 1960. En s�ntesis, Lorenz dedujo con gran sorpresa que peque�as diferencias en los datos de partida (aparentemente tan irrelevantes como emplear 3 � 6 decimales) conduc�a a notables diferencias en las predicciones. Cualquier m�nima perturbaci�n en las condiciones iniciales provocaba una gran variaci�n en el resultado final. Lo explic� mediante un ejemplo hipot�tico: Si un meteor�logo alcanzase una previsi�n muy exacta, mediante complejos c�lculos, podr�a malograrse el pron�stico por no haber considerado el aleteo de una mariposa en el otro lado del planeta. 

Esta clase de dependencias sucesivas y consiguientes "efectos en cascada” est� muy presente en nuestra existencia. Cada hecho cotidiano puede alcanzar derivaciones imprevisibles en el futuro, por efectos encadenados. Nuestra vida debe ser cuidadosa, en todos sus aspectos, pues vamos provocando resultados inducidos que pueden ser trascendentales. Una buena acci�n origina un buen ejemplo, que puede ser seguido por los dem�s y alcanzar insospechados frutos. Al igual que en los procesos de calidad continua, hemos de abogar por las mejoras min�sculas, que se amplifican por sus consecutivos secuelas en una din�mica de progreso.

En nuestro trabajo, en nuestra vida familiar y social, deber�amos ser m�s conscientes de c�mo trasciende cada peque�o esfuerzo, cada insignificante actuaci�n con un inimaginable resultado final en destino. La labor de los padres y madres, o la de los docentes, es a�n m�s decisiva por las consecuencias personales y sociales que puede alcanzar. Como homenaje al profesorado, Gabriel Celaya resumi� el legado cotidiano del educador en un sublime poema: "Educar es lo mismo / que poner un motor a una barca. / Hay que medir, pesar, equilibrar... / Y poner todo en marcha. / Pero para eso, / uno tiene que llevar en el alma / un poco de marino.http://mariologia.org/ un poco de pirata... / un poco de poeta... / y un kilo y medio de paciencia concentrada. / Pero es consolador so�ar, / mientras uno trabaja, / que ese barco – ese ni�o, ese joven – / ir� muy lejos por el agua. / So�ar que ese nav�o / llevar� nuestra carga de esperanza / hacia puertos distantes, / hacia islas lejanas. / So�ar que cuando un d�a / est� durmiendo nuestra propia barca, / en barcos nuevos / seguir� nuestra bandera enarbolada."