Año nuevo de paz

Autor: Mikel Agirregabiria Agirre

 


 

La Nochevieja es un momento especial que vivimos cada año. En la transición hacia el nuevo año, declaramos íntimamente nuestros mejores deseos para encarrilar el resto de nuestras vidas. Junto a rituales como las campanadas y las uvas, nuestra mente y nuestro corazón alientan, por unos instantes, la fascinante esperanza de que sea posible un mundo mejor, más solidario y en paz. En esa mágica trascendencia, buscamos verdades más allá de las coyunturas políticas o sociales del momento o específicas de cada sociedad. Parece que sólo las religiones pudiesen aportar respuestas ante la profundidad de los interrogantes que nos planteamos a nosotros mismos. Pero existen tantas creencias, tantas religiones, tanta fe aparentemente contrapuesta…  ¿O no es así?

 

Un  proverbio hindú dice que "La Verdad es Una; los hombres son quienes le damos muchos nombres". Las religiones del mundo son los muchos caminos que hay hacia Dios, o hacia lo que todos, incluidos los ateos, podríamos llamar la Verdad, la Justicia, la Libertad o el Amor, en definitiva las bases de la felicidad humana y los pilares de la Paz. Una Regla Áurea se destaca en todos los libros sagrados de todas las religiones. Jesucristo, Muhammad, Moisés, Buda, Zoroastro o Krishna decían literalmente lo mismo, que sería reformulado posteriormente con lemas como el de la Revolución Francesa (Libertad, Igualdad o Fraternidad) o con el Primer Artículo de la "Declaración Universal de los Derechos Humanos": "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".

 

Cristianismo: Haced vosotros con los demás, todo lo que deseáis que hagan ellos con vosotros; porque ésta es la suma de la ley y de los profetas. Biblia, San Mateo 7:12.

Islamismo: Ninguno de vosotros será verdadero creyente a menos que desee para su hermano lo mismo que desea para sí mismo. Sunnah.

Judaísmo: Lo que no quieres para ti, no lo quieras para tu prójimo. Esto es toda la Ley; lo demás sólo es comentario. Talmud, Shabbat 31a.

Budismo: No ofendas a los demás como no quisieras verte ofendido. Udana Varga 5,18.

Brahmanismo: Todos tus deberes se encierran en esto: Nada hagas a otros que te dolería si te lo hiciesen a ti. Mahabharata 5,1517.

Confucianismo: ¿Hay alguna máxima que uno deba seguir toda la vida? Ciertamente: Lo que no deseamos que nos hagan, no lo hagamos a los demás. Analectas 15,23.

Taoísmo: Sean para ti como tuyas las ganancias de tu prójimo y como tuyas sus pérdidas. T'ai-Shang Kan-Ying P'ien.

 

Hace justamente un año se recordaban, al respecto, cinco citas contundentes de un mismo autor: 1ª “La verdad será fundamento de la paz cuando cada individuo tome conciencia rectamente, más que de los propios derechos, también de los propios deberes con los otros”. 2ª “La justicia edificará la paz cuando cada uno respete concretamente los derechos ajenos y se esfuerce por cumplir plenamente los mismos deberes con los demás”. 3ª “El camino hacia la paz debe pasar por la defensa y promoción de los derechos humanos fundamentales. Cada persona humana goza de ellos, no como de un beneficio concedido por una cierta clase social o por el Estado, sino como de una prerrogativa propia por ser persona”... Hay “derechos humanos elementales que todavía no son respetados: el derecho a la alimentación, al agua potable, a la vivienda, a la autodeterminación y a la independencia”. 4ª “La libertad alimentará la paz y la hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarla, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones”. 5ª “El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los otros como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu”.

 

Su autor era el Papa Juan XXIII, citado por Felipe Arizmendi Esquivel (Obispo en Chiapas, México) en su Mensaje de Año Nuevo de 2003. Quien ama, se convierte en constructor de paz y reconciliación; perdona las ofensas y pide perdón a quien se siente ofendido; respeta la dignidad de los demás; promueve por todos los medios posibles el diálogo, como instrumento privilegiado en la solución de conflictos, y no se cierra intransigente en sus posturas, ni se goza en la confrontación. Descubramos todos en este próximo año 2004 el secreto del eco o del espejo: Escucharás sobre ti, lo que tú digas, y recogerás en la vida lo que tú siembres. ¡Feliz Año de la Paz, 2004!